jueves, 23 de mayo de 2013

Todo irá bien - Matías Candeira

Dos libros tenía publicados hasta la fecha el joven escritor Matías Candeira, La soledad de los ventrílocuos (Tropo, 2009) que me sorprendió gratamente por la propuesta que planteaba; y Antes de las jirafas (Páginas de Espuma, 2010) que me pareció bastante más flojo. Todo irá bien compagina cuentos buenos con algún que otro peor perfilado. Vayamos por partes.

Puedo distinguir una gran diferencia entre los cuentos breves, como Punto cero, La otra puerta o Alguien al otro lado, con los que tienen mayor extensión. Gólgota o No se lo enseñes a nadie, por poner solo un par de ejemplos. Estos últimos cuentos, los de mayor extensión, tienen, a mi juicio, más potencia, más contundencia que los de menor extensión. Si tuviera que nombrar una sola característica de este libro sería la ambientación. En este sentido, Matías es único creando atmósferas tan enrarecidas, asfixiantes y perturbadoras como los personajes que las habitan, creándose una fusión entre lo físico (personaje) y lo inmaterial (ambiente). Es por ello que, en los relatos más cortos, y paradojicamente, a pesar de reducirse el círculo, no aumenta la intensidad, por lo que pierden fuerza. 

Otro relato que en mi opinión desmerece algo al conjunto es el último, Los que vuelven. Si, como comentaba, la atmósfera podría ser la unión de esta colección de relatos, en Los que vuelven, el humor negro, la ironía o el cinismo que salpicaba los otros textos cobra mayor protagonismo en este cuento, quedando, en ocasiones, como una pequeña obra bufa que me saca bastante de la historia.

Por contra, en cuanto a los aciertos, Gólgota, donde una familia se mutila y No se lo enseñes a nadie, sobre un padre perturbado. Aparte de Purgatorio, texto que ya conocía de la antología Mi madre es un pez (Libros del silencio, 2011), donde el protagonista es una especie de socorrista en piscinas de bolas. Puede que este texto describa de mejor manera la poética de Matías Candeira con respecto al cuento (al menos a los cuentos que ha publicado hasta ahora); esto es: ambiente enrarecido, extraño; situaciones marcianas, con tintes de serie B; personajes misteriosos, algo psicópatas, algo humanos; mucho humor negro, salvaje, políticamente incorrecto. Y amor, porque, en contra de lo que puede parecer, estos textos tienen pinceladas amorosas. En ese sentido me viene a la cabeza el personaje de una película clásica de los nacidos en los años ochenta: Los Goonies y su monstruo adorable, Sloth, el desfigurado y gigante con un gran corazón. Así es, a mi entender, un cuento de Candeira.

jueves, 16 de mayo de 2013

Las Médulas - Silvia Bardelás

Pulp Books es un sello editorial que traduce obras contemporáneas del gallego. Me parece una gran idea, y no estaría de más que naciera alguna editorial que hiciera lo mismo con la literatura catalana y vasca (igual ya existe pero no tengo constancia, si bien Eride o Alberdania publican habitualmente en euskera pero traducen a algunos de sus autores al castellano; en catalán no tengo datos).

A lo que importa (si es que importa esto de la Literatura), vamos a la novela: el argumento gira en torno, en un principio, a Juan, eterno estudiante de doctorado que no tiene muy claro hacia donde encauzar su vida. Juan decide separarse momentáneamente de su reciente mujer, Sara, para instalarse en una casa del Bierzo leonés. Allí conoce a otra pareja, la formada por José y por Flora, una musulmana emigrada de Francia. Toda acción de Juan tiene consecuencias en el resto de los otros tres personajes de la novela; es por ello que el narrador va focalizando y adentrándose en los pensamientos de cada uno de los protagonistas.

Y ahí es donde la novela cobra mayor fuerza: en el estilo que emplea la autora para abordar temas universales como el vacío existencial, el amor o la destrucción de los sueños. Es en ese cuasi flujo de consciencia, que sin embargo está escrito en tercera persona, donde entra el lector, parte fundamental en la Literatura por mucho que los best-seller se empeñen en llevar la contraria. Porque es el lector el que tiene que leer el texto (redundancia que es obvia pero que a veces se olvida y nunca está de más recordar) y hay que hacer un esfuerzo para que la lectura haya merecido la pena. Y eso es justamente lo que hace Silvia Bardelás, presentar el texto que el lector debe afrontar y cerrar el círculo literario.