Uno. A menudo nos preguntamos, cuando vemos imágenes violentas en la televisión, si es necesario que nos muestren los cadáveres ensangrentados del último tiroteo de cualquier ciudad del mundo. Si realmente es de recibo ver un cuerpo descuartizado cuando nos comunican que ha estallado un coche bomba, o que alguien se ha inmolado. Es cierto aquello de que una imagen vale más que mil palabras (hasta un límite), pero no es menos cierto que basta con mostrarnos el caos reinante en la zona para saber que allí ha habido una catástrofe.
Dos. Hay una foto tomada por Kevin Carter que causó un gran revuelo cuando fue tomada allá por el año 1993. Es la famosa instantánea en la que un niño parece aturdido mientras que un buitre permanece al acecho. El fotógrafo recibió fuertes críticas por no hacer nada, por ser un "aprovechado" de la situación, hacer su foto y ganar el Pulitzer con ella. Meses después, Carter se suicidó y nació toda una serie de mitología en torno a que la razón principal de su sicidio era la foto de marras. En más de una ocasión se han desmentido estas teorías, pero, sin embargo, sí que podemos leer en su nota de suicidio que: "estoy atormentado por los recuerdos vividos de los asesinatos y los cadáveres y la ira y el dolor (...) del morir del hambre o los niños heridos", lo que cabe suponer que, por mucho que sea un oficio y estés acostumbrado a ello, mostrar el Horror tiene que agotar mentalmente.
Estas dos cuestiones giran en torno al último libro de Ricardo Menéndez Salmón: enmascarado en forma de biografía de la vida y obra de Karl Gustav Friederich Prohaska, fotógrafo, pintor y cineasta, Menéndez Salmón nos propone un recorrido por la Europa del siglo XX, desde los estrertores de la I Guerra Mundial hasta las bombas de Hiroshima y Nagasaki, pasando por el nacimiento y auge del nazismo. Prohaska dejará plasmado, a través de sus obras, todo este vendabal de sinsentido, muerte, odio y destrucción. Y todo ello, sin plantearse en ningún momento si lo que está ocurriendo delante de sus ojos lo podría haber evitado, si podría hacer algo para invertir esa situación. Sin preguntarse qué consecuencias puede tener esas acciones para el futuro de la Humanidad.
Pues bien, este ensayo, que presentado en forma de novela le permite a Salmón un cierto acercamiento para con el lector, no es otra cosa que la biografía de todos y cada uno de nosotros. Al igual que el Prohaska biografiado en el libro, estamos hartos de ver imágenes duras a través de los medios de comunicación, vemos como el mundo se tambalea a nuestro alrededor y como pensamos que no podemos hacer nada para remediarlo, así que mejor me quedo como estoy. Salmón plantea hasta qué punto no somos responsables, con nuestro inmovilismo, de todo lo que está sucediendo.
Hola. Interesante blog. No he sido finalista del Setenil, solo he participado, pero si quieres te puedo facilitar un ejemplar de mi libro de relatos.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola José Antonio.
ResponderEliminarGracias por las palabras hacia el blog. En cuanto al libro, ya lo tengo. Muchas gracias por el ofrecimiento, no obstante. Lo leeré en breve.
Saludos.
Bueno, pues pronto te quedará uno menos para lograr el reto de leer los 58 seteniles o, al menos, intentarlo.
ResponderEliminarBuena lectura.
Estoy leyendo el libro de Menéndez Salmón, me gustaron los anteriores y supongo que este no me va a defraudar.
ResponderEliminarSaludos
Hola Elena,
ResponderEliminarEspero que no te defraude, no. Gracias por pasarte,
Saludos.