lunes, 31 de octubre de 2011

Diarios (1999-2003) - Iñaki Uriarte

Siempre me ha gustado leer los diarios de los escritores. Los de Cheever y los de Ribeyro se encuentran entre las lecturas que más me han aportado. También los de Kafka, aunque en menor medida. Les suelo sacar mucho partido. Si uno escribe un diario y se respeta mínimamente, ese escrito va a ser lo más parecido a lo que es esa persona. No entiendo un diario donde no se es sincero, y no entiendo mayor sinceridad que en un diario.

He de reconocer que hasta hace un par de meses no sabía nada de Iñaki Uriarte. De repente me recomiendan su lectura y, antes de que pueda hacerme con el libro, gana el premio Euskadi de ensayo en castellano y el Tigre Juan.

En su ficha biográfica solo aparece que nació en Nueva york, es de San Sebastián y vive en Bilbao. Por Internet tampoco aparece ningún currículum. Empiezo a leer. Y es la mejor forma de saber quién es Iñaki Uriarte.

Es un tipo que se jacta de no haber trabajado en su vida. Aunque se refiere a trabajo físico; intelectual si que ha realizado: redactando enciclopedias y haciendo reseñas literarias para El correo. Entre sus escritores preferidos se encuentran Montaigne o Borges y le gusta Benidorm.

Pero también es un hombre lúcido, que reflexiona de manera clara y sencilla y que opina de cualquier tema. De crítica literaria: "existe una teoría que dice que los críticos son como los degustadores de vinos, que no necesitan beberse la botella entera para catalogarla (...) en la sección de deportes del periódico no admitirían a gente con la catadura y la ignorancia de muchos de los que escriben en la de cultura. Nadie podría escribir sobre un partido de fútbol sin haberlo visto. Le descubrirían enseguida. Los deportes en el periódico están sujetos a un control mucho más amplio y democrático que los libros, que nadie ha leído ni leerá."; los viajes: "la sensación de libertad, ruptura de lo habitual, anonimato y mezcla de actividad y pasividad que me produce viajar, me hace feliz"; o la política: "Ni abertzale que me suena a burro, ni constitucionalista, que me suena a catedrático. De nuevo: Tertium datur".

Es un libro para leer de un tirón, porque la prosa llana y la fina ironía que desprenden sus páginas así te incitan, pero al que se vuelve constantemente para releer alguna nota, alguna idea.

Es este, en definitiva, un gran libro de un escritor que no lo quiere ser: "¿Que me hubiera gustado ser un escritor? Si hay obligación de ser algo, tal vez más que otra cosa, pero solo eso". Uriarte solo aspira a, como dice su adorado Montaigne: "toda la gloria que pretendo de mi vida es haberla vivido tranquilo"

viernes, 28 de octubre de 2011

Vivir y morir en Lavapiés - José Ángel Barrueco

Al poco de comenzar esta novela me dije: "por la estructura, me recuerda a Crash; a Magnolia". Al rato, un personaje alquila estas películas en un videoclub y, además, Paris je t´aime. "Sí, también es un poco así", confirmo.

En cuanto a obras literarias me recordaba a Short Cuts y a La colmena. La obra de Carver es nombrada en el libro (nombra la película). En cuanto a la novela de Cela, un hombre la lleva bajo el brazo. Además de por la estructura fragmentaria, se asemeja en el tono decadente y cierto pesimismo. En la obra del Nobel la posguerra hacia sus estragos; en la de Barrueco, la crisis (no la de ahora, sino la de siempre). Me refiero a la crisis de familias que no encuentran trabajo; inmigrantes que arriesgan sus vidas para llegar a otro país y descubren que las perspectivas tampoco son buenas; trabajadores que regentan un negocio con más pérdidas que beneficios; escritores que intentan hacerse un hueco viviendo de su arte. Ambas obras también comparten el rasgo costumbrista (adaptado al siglo XXI, eso sí).

Sigo leyendo. En la página 67 me encuentro con lo siguiente:

"- ¿Sabes, colega, lo que más me gusta de una obra? (...) La elipsis. Lo que no se ve. Lo que queda fuera. Lo que está en los márgenes. Lo que debemos intuir e imaginar. Los silencios. Los espacios en blanco".

Y un poco más adelante, en las páginas 134-135:

"- Creo en la fragmentación, tío. Proporciona una cierta perspectiva que no poseen las narraciones lineales. (...) es tú cabeza la que deberá hacer el trabajo. El esfuerzo de recomponerlo todo en tu mente. De juntar los pedazos".

Y así continúas toda la novela. Intearctuando con ella. A lo largo de sus páginas se nombran películas, canciones, libros, escritores o actores. Compartes algunos gustos, otros, no. Algunos títulos no los conoces y los apuntas.

Vivir y morir en Lavapiés, no hace falta que lo diga a estas alturas, es una novela coral, por donde pululan todos los vecinos de este barrio madrileño. Barrueco realiza un bosquejo realista y social de la idiosincrasia del lugar. En especial, se centra en tres historias: la de unos mafiosos en un ajuste de cuentas; la de una pareja que se gana la vida haciendo shows eróticos por Internet; y la de Rashid, un joven marroquí que se dedica al menudeo.

Es curioso, pero tengo la sensación de que Barrueco es uno de esos escritores que resistirá al paso del tiempo y que de aquí a unos años lo conocerá mucha más gente.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Rue de l´Odéon - Adrienne Monnier

Con algo menos de veinte títulos en su haber, la editorial madrileña Gallo Nero cuenta en su nómina con escritores de la talla de: Jean Paul, Jack London, Joseph Pulitzer o Scott Fitzgerald (en breve) entre otros, lo que demuestra que, a priori, hay mucho oficio y trabajo detrás. Uno de sus últimos título publicados hasta la fecha es este Rue de l´Odéon.


En esta calle, situada en la Rive Gauche parisina, esto es, en el lado bohemio de la ciudad, se dieron cita gran parte de los escritores más importantes del siglo XX. La mayor parte de culpa la tuvieron dos librerías regentadas por dos mujeres. En el número 12 Sylvia Beach y su Shakespeare & Co. Justo enfrente, en el número 7, La Maison des Amis des Livres, encabezada por Adrienne Monnier. Casi nada. En esta obra se recogen las memorias como librera (pero también editora, escritora y bibliófila) de la francesa.

Estructurada en tres partes e introducido por una nota de Simone de Beauvoir tan breve como emotiva, este libro es de lectura imprescindible para todos aquellos amantes de la literatura. Como la propia Monnier. A través de sus páginas se puede ver cómo respiraba literatura: entre sus clientes se encontraban autores imprescindible en la Historia de la Literatura como Gide, Rilke, Beckett, Hemingway y, por supuesto Joyce (no hay que olvidar que la primera persona que editó el Ulises fue Sylvia Beach, y la primera edición en francés corrió a cargo de Adrienne Monnier). No contenta con que la librería estuviera al día en las vanguardias, tenía un pequeño cajón con saldos que colocaba fuera de la tienda; creó una biblioteca de préstamo, contradiciéndose en principio con la labor de una librería y las ventas, pero consideraba que un lector no tiene porqué comprar un libro que no conoce ya que las bibliotecas particulares se forman con libros que uno quiere conservar toda la vida. Así, Monnier daba la posibilidad, por una cuota mensual, de llevarse los libros a casa, leerlos y, si les gustaba y el cliente lo consideraba oportuno, comprarlo.

Todos los pequeños textos que constituye el libro son una joya, pero, sin duda, el mejor es el que lleva por título La maison des amis des livres, donde expone su idea de lo que es para ella una librería y la función que desarrolló en la suya:

"Es realmente indispensable que una casa consagrada a los libros esté fundada y dirigida con conciencia por alguien que conjugue la mayor de las erudiciones con el amor por la novedad, y que, sin caer en esnobismo, esté preparado para potenciar las verdaderas y las fórmulas nuevas".

martes, 25 de octubre de 2011

Vida de Pablo - Carlos Pardo

Pablo es la excusa de la que se vale el narrador para contar su propia vida y la de sus amigos, todos ellos artistas, que viven en una ciudad de provincias del sur, en Córdoba. Es esta una novela de formación, donde los personajes no pueden vivir de su arte y tienen que malvivir en trabajos tipo camarero o pinchadiscos; donde están bordeando constantemente la marginalidad: no tienen dinero, pero son una especie de bon vivant; van un poco de sobrados y se sienten superiores a la mayoría de poetas provincianos con los que se encuentran en los bares.

Vida de Pablo es la biografía de Carlos Pardo, el escritor y narrador de este libro que, como ha señalado en más de una entrevista: "he hecho una autobiografía en la que casi todos los personajes fueran reales y todos los hechos ficticios".


Estructurada en dos partes, la primera, La colonización, es la más dispersa, se va de una situación a otra, hay digresiones, se dan multitud de conversaciones banales. 


En la segunda parte, Lanzarote, han pasado unos años, Carlos está casado con  María Jesús, y están de vacaciones en la isla, donde conviven algunos días con amigos. Esta segunda parte se centra sobre todo en la relación de pareja (en la primera parte ya se nos había planteado esta temática).


Me cuesta mucho opinar sobre esta novela; por un lado, como ya he comentado, la novela gira en torno a la nada, va y viene, bares, drogas, amistad, apatía, reflexiones filosóficas, etc. Por otro lado, todo tiene sentido, la nada es solo aparente, detrás hay más, no solo un discurso vacío. Algunas críticas tachan la obra de postmoderna; el propio autor lo desmiente y mantiene que en realidad su modelo sería las novelas del XVIII, no obstante el narrador nombraa lo largo de la novela, y a mi juicio con bastante acierto, Jacques el fatalista y Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy. En esta última, al igual que el Pablo de la novela que nos ocupa, Tristram Shandy es solo un Macguffin para hablar de otras cosas. Lo que ocurre es que no estamos en el siglo XVIII por lo que parece inevitable que se hable de temas más acordes con la actualidad: vacío, peterpanes desorientados y abúlicos, la falsa palabra "amistad". En ese sentido, sí se justifica la novela.

lunes, 24 de octubre de 2011

El mapa y el territorio - Michel Houellebecq

He de reconocer que hasta la fecha no me había leído nada de este señor. En parte por toda la polémica que se levanta en torno suyo cada vez que publica un libro. Soy muy prejuicioso en esto de la literatura y creo que si se habla más de la polémica que del libro en sí igual es porque la calidad literaria no es buena y tiene que provocar para vender. En fin, ideas mías. Sin embargo, como ser humano que soy, me contradigo constantemente, así que finalmente me decidí leer a Houellebecq.

A posteriori leí varias reseñas en las que se afirma que en este último libro Houellebecq es menos él; menos provocador. Otros apuntan a que es una evolución en su estilo. Como ya he dicho no puedo opinar de sus anteriores trabajos, pero sí de este, que es realmente bueno. Al menos las dos primeras partes. En la tercera me despista. Pero vayamos por orden.

La novela nos cuenta la vida del artista Jed Martin que, prácticamente sin querer, acaba convirtiéndose en uno de los más respetados artistas franceses. Houellebecq nos narra, a la manera de un bildungsroman, la infancia de Jed, el suicidio de su madre cuando contaba con siete años, su primer amor: una escort, la relación con su padre. Este me parece uno de los puntos fuertes de la novela. Jed es un personaje asocial, sus relaciones se limitan a las meramente profesionales, a excepción de su padre y de  Olga, una mujer con la que sale un tiempo hasta que ella vuelve a Rusia. Diez años después volverán a verse, pero por un periodo muy breve. Ambas relaciones, tanto con su padre como con Olga, son en realidad frías, carentes de cualquier tipo de emotividad. Parecen acercamientos obligados o, cuanto menos, pactados. Jed come con su padre por Navidad cada año, pero está más pendiente de irse que de escucharle.

En la segunda parte, aparece el personaje de Houellebecq, con el que Jed también entabla relación; en principio profesional, ya que el escritor va a escribir el catálogo de su obra, pero poco a poco se acercan más. Al fin y al cabo son parecidos.

La aparición de Houellebecq está condicionada en tanto en cuanto creo que se trata de una burla de sí mismo, de lo que la gente habla de él, de cómo es. Así se puede entender la tercera parte, en la que aparece descuartizado junto a su perro. Asistimos a su entierro (en última instancia acarició el catolicismo) tal y como él quería: en su testamento ha recogido cómo quería que le dieran sepultura y las instrucciones a seguir. Toda esta tercera parte, pues, me parece una "broma" de Houellebecq, para dar carpetazo, o para incentivar, acerca de su persona (se le ha acusado de misógino, xenófobo...). También sirve para reforzar su postura de la vuelta a los orígenes: el inspector de policía que investiga el caso, al igual que Houellebecq en su etapa final o que el propio Jed, se retiran a sus respectivas ciudades, donde nacieron y crecieron.

Y es que la crítica está muy presente en la obra. Al mercado del arte contemporáneo, y por extensión, al sistema capitalista; a la sociedad francesa; a la incomunicación, a esa vuelta a la tierra, etc.

Por todo ello, a mi modo de ver, nos encontramos casi con dos novelas diferentes; una que abarca las dos primeras partes del libro y el epílogo final: la que cuenta la historia de Jed. Con una prosa sobria, medida, morosa, con cierto aire decimonónico. La otra, por contra, es un thriller policial que me parece fallido. Por más que intento buscarle relación a ambas partes no consigo enlazarlas.

domingo, 23 de octubre de 2011

La saga de Eirík el Rojo - Anónimo

La saga de Eirík el Rojo es un epopeya en prosa sobre una de las sagas islandesas más importantes. En ella nos encontramos con valientes vikingos, viajes y aventuras, tan propios de este tipo de narraciones. Siempre que leo este tipo de obras interiormente la voz del narrador sale graveTambién fluctuamos, al igual que ocurre en la Biblia, por ejemplo, entre los descendientes de los diferentes personajes del libro. Así, el comienzo es el siguiente:

"Óláf se llamaba un señor de guerra que era apodado Óláf el blanco. Era hijo del rey Ingjald Helgason, y este hijo de Óláf, y este hijo de Gudröd, y este de Háfdan hueso blanco, rey de Uppland"

Con este comienzo uno piensa que no va a entender nada de lo que le digan durante el resto de las páginas; sin embargo esta enumeración de parientes solo se da en determinados capítulos y suelen ir al principio de los mismos. Tampoco pasa nada porque no entendamos todo al pie de la letra. El propio traductor, Enrique Bernández, así nos lo da a entender en una nota al final del libro:

"La historia (...) debe leerse por sí misma y no hace ninguna falta intentar que todo encaje en un sistema estable, definitivo".

Lo mejor es dejarse llevar. Adentrarse en las naves de estos aventureros y llegar hasta Groenlandia. Posteriormente, hasta Vinlandia; esto demuestra que antes que Colón, los vikingos descubrieron América.

Esta vez las ilustraciones corren a cargo de Fernando Vicente. Son sobrias, de carácter impresionista. Muy en la línea del relato. Sin embargo creo que hay un error, que en cualquier caso en nada empaña la labor tanto de editor como de ilustrador: ¿Por qué el dibujo de la página 36 y el de la 57 es el mismo?

viernes, 21 de octubre de 2011

Mi madre es un pez - Varios autores (Edición: Sergi Bellver y Juan Soto Ivars)

En una antología donde se dan cita 33 escritores y cuyo único nexo es la temática (inabarcable e infinita) de la familia lo lógico es que haya una gran disparidad de calidad. Si a ello le sumamos la combinación de autores consagrados con otros prácticamente inéditos, las diferencias se acentúan más. No por la mala calidad de los noveles, sino por la demostrada solvencia de los veteranos. En este sentido estoy bastante de acuerdo con el crítico Ricardo Senabre que destaca dos autores por encima del resto: Jon Bilbao y Mercedes Cebrián. (Podéis leer la crítica aquí). El cuento del primero se centra en una historia sencilla y aparentemente idílica para mostrarnos finalmente la cara menos amable. En cuanto al segundo, muy en su línea, Cebrián construye un relato lleno de  ironía y con una fuerte crítica al consumismo (leed su impagable Cul-de-sac).

Otros relatos a destacar: el de Berta Marsé, que se nota demasiado que es por encargo y sin embargo es un buen relato que funciona; el de Fernando Clemot, sobre una pareja rota que guardan las apariencias; o el relato de terror de Jordi Soler. Esto en cuanto a los autores más conocidos.

Entre los autores desconocidos, al menos para mí, destacaría el cuento de Sergio Lifante sobre una familia virtual; o el de Andrea Jeftanovic, que en una temática muy cercana a Zambra o Pron en sus últimas obras habla de los hijos de las dictaduras sudamericanas.

Este me parece el mayor acierto de los antólogos: el darnos a conocer nuevas voces, en intentar vislumbrar el posible camino que tomarán las letras en lengua española en un futuro. Otra cosa es que luego realmente sea así. Solo el tiempo lo dirá.

jueves, 20 de octubre de 2011

Relatos 2 - María José Codes, Pablo Lobo, Magdalena Tirado

Ya hablé en otra ocasión (concretamente aquí) de la librería Tres Rosas Amarillas, de la editorial con el mismo nombre y de la labor del artífice: José Luis Pereira, así que no me extenderé más sobre este asunto.

Solo quería constatar la aparición de este segundo número que podéis comprar o bien en la librería, o bien por Internet. Por diez euros. Parece que me llevo comisión o algo, pero nada más lejos de la realidad. Solo que me ilusionan este tipo de proyectos y me fastidia la actitud de mucha gente hipócrita. Estamos todo el santo día quejándonos de los best seller que copan las mesas de las librerías generalistas y grandes almacenes, pero cuando aparecen iniciativas como estas ponemos el grito en el cielo porque decimos que diez euros es muy caro para tres cuentos de escritores desconocidos y apenas 70 páginas (que no sabía yo que la calidad se midiera en volumen).

No sé, a mí me apasiona esto de la literatura, y puede que ninguno de los tres escritores que aparecen en este volumen reciba el premio Nobel en los próximos años (a lo mejor es que tampoco lo quieren). Igual solo quieren escribir, porque es lo que necesitan. Y ver publicadas sus obras ya es un premio. De lo que no cabe duda es de que cualquiera de estos tres cuentos merecía su publicación. Tanto esa especie de entrevista de trabajo (o lo que fuere) que me ha recordado un poco a Paul Auster (por la forma de entrelazar las acciones de los personajes) de Los candidatos de María José Codes; el cierto tono lírico y sugestivo de las Canciones Cíngaras de Pablo Lobo; O la morosa descripción de una vuelta a casa desde el trabajo de una pareja en Fundición, de Magdalena Tirado.

Por lo que a mí respecta, apuntaré el nombre de estos tres escritores en una libreta y estaré atento a futuras obras. Y las leeré con ganas y con placer y las juzgaré; veré su evolución o involución. Y eso es Literatura. Nada más.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Asco - José Ángel Barrueco

Asco es la novela que yo hubiera escrito si supiera escribir. Sobre todo, si supiera expresarme. Pero como no sé, mejor que lo hagan otros. José Ángel Barrueco lo hace. Expresarse y escribir. Pero también observar y reflexionar. Y muy bien.

Asco es un relato que mezcla diario, relato de viaje, novela, ensayo, autobiografía. Narra la semana que pasa el narrador-protagonista en un crucero de lujo, de los de Todo Incluido. Y como está Todo Incluido, la gente come hasta hincharse como un globo; bebe hasta desfallecer; y se apunta y va a todos los ridículos y estúpidos shows que se hacen en los diferentes salones del crucero. Y el protagonista siente asco por todo esto. Pero también porque viajan con un bebé y nadie les cede el paso en el ascensor o les echa una mano con el carrito. Porque los turistas se apuntan a visitas guiadas y a excursiones pero nadie hace caso de la guía. Y además molestan. Porque, en definitiva, somos unos egoístas. Y lo somos en un crucero y en el día a día, lo que pasa es que al acotarse el espacio, aumenta la intensidad. Algo muy similar ocurría en La autopista del sur de Cortázar.

Pero el protagonista también disfruta del viaje. Con sus familiares; con su pareja, M.; con el bebé; con las ciudades que visita; con la tranquilidad y la soledad del lector.

El estilo de Barrueco en esta novela es directo, explícito. Sin barroquismos. Como una conversación de bar. Normalmente, el lenguaje natural suele quedar impostado en una obra de ficción. No ocurre así en esta novela, donde la aparente sencillez tiene que estar muy trabajada para que, precisamente, dé la impresión de naturalidad.

lunes, 10 de octubre de 2011

Rusia Imaginada - Varios Autores (Edición: Care Santos)

Creo que hay varias razones para hacerse con este libro. La primera es por el propio país, por Rusia. Gran parte de los amantes de la literatura hemos crecido literariamente hablando leyendo a los clásicos del siglo XIX de aquel país que estaba tan lejos y estaba siempre nevado. Nos familiarizamos con palabras como samovar o dacha y estuvimos muy atentos para no perdernos con los nombres de los personajes que aparecían hasta de tres formas diferentes en apenas dos páginas.

La segunda razón por la que hay que hacerse con este libro es por la edición. En estos tiempos que corren en los que los más optimistas dan quince años (por poner una fecha) más de vida al libro en papel, editoriales independientes como Impedimenta, Contraseña o la propia Nevsky están realizando una labor encomiable para darle al libro el valor que se merece; el libro como objeto, como placer estético, como arte. En plena revolución digital, los grandes grupos editoriales, salvo honrosas excepciones, cada vez se preocupan menos por la labor editorial y se les ven muy dispuestos a entrar de lleno en el mundo de los ebooks, cosa que me parece legítima. De hecho, puede que para su mercado, ese sea el formato idóneo. En cualquier caso, es un tema largamente discutido que aquí no tiene cabida.

La tercera razón por la que se tienen que hacer con este libro es la más importante, por el contenido. Por los cuentos. Diez eran diez los cuentistas, que en realidad son once si contamos, y hay que hacerlo, el epílogo de Care Santos. La calidad media de las narraciones es bastante aceptable, sin embargo hay un par de cuentos que superan con creces la media. Uno es El príncipe Hamlet de Mtsenk de Óscar Esquivias; el otro, Los siluros de Prípiat de Daniel Sánchez Pardos.

El texto de Esquivias es un relato pausado, moroso, en el que se nos va desgranando poco a poco la historia: el talento para la música de Yuri; la relación de este con su padrastro; con su amigo Vania, etc. Y el final abierto para que el lector participe.

En cuanto a Los siluros de Prípat, nos encontramos con que el protagonista ha tenido un brote de locura en su trabajo. Su hermano, al que le ha abandonado su mujer, se lo lleva a pescar a Prípiat, cerca de Chernóbil. En el aeropuerto conocen a un tal Alexandr, un astrónomo que también se dirige hacia allí.

Pero hay más, la relación de las dos hermanas en el cuento de Jon Bilbao; la road movie alucinada de Esther García Llovet; o los mil y un nombres del Soldado ruso de Berta Vías Mahou.

Así que ya sabes, Товарищ, tienes que leer este libro.

domingo, 9 de octubre de 2011

Trabajos forzados - Daria Galateria

Igual todavía hay gente que piensa que los escritores viven de lo que escriben. Pocos, muy pocos, lo han conseguido a lo largo de la historia. Lo normal es trabajar en otra cosa para poder comer.

En este libro, la investigadora italiana hace un recorrido por esos trabajos que realizaron escritores que han pasado posteriormente a la historia de la literatura por sus obras. Se centra sobre todo en el final del siglo XIX y la primera mitad del XX. En total, Galateria repasa el Currículum Vitae de veinticuatro autores. Apenas le dedica unas páginas a cada autor, haciendo una síntesis muy amena sobre sus obligaciones pecuniarias y la relación con su obra.

Todos sabemos que Kafka fue un oficinista gris que maldecía su suerte por no poder dedicarse exclusivamente a la literatura. También sabemos que Bukowski fue durante muchos años cartero o que Saint-Exupéry fue piloto. Sin embargo, puede que no sepamos que Bohumil Hrabal estuvo a punto de perder la vida en una acerería o que Colette montó una empresa de productos de belleza.

En estas hojas de servicio vemos a escritores agradecidos con su trabajo. Así, Perec, se negó a un ascenso siendo ya un escritor de éxito. Consideraba que era tan malo para un escritor hacer carrera con su trabajo como dedicarse exclusivamente a la literatura. Con un trabajo de cuarenta horas semanales, aún disponía de muchas horas para crear lo que quisiese. Orwell, por su parte, dejó su trabajo de policía en Birmania para vagabundear por Londres y París y ser friegaplatos de un hotel de la capital francesa. Creía que, para escribir literatura, tenía que tener un contacto muy estrecho con las personas de las que luego iba a hablar.

Unos más contentos, otros menos, lo cierto es que gran parte de la nómina de escritores que figuran en los manuales de literatura tuvieron que realizar trabajos puramente alimenticios para poder vivir. Sin esos trabajos, quizás no habrían escrito aquellas obras; al fin y al cabo el autor se nutre de sus experiencias para construir su mundo.

sábado, 8 de octubre de 2011

Un incendio invisible - Sara Mesa

Esta novela se alzó con el Premio Málaga de Novela en su última edición (2011). La verdad es que este dato a mí me da un poco igual, en tanto en cuanto a mí lo que me interesa es seguir la obra de esta escritora. Con No es fácil ser verde, libro de relatos publicado bajo un catálogo de literatura juvenil, vaya usted a saber por qué (bueno, porque fue otro concurso literario, de esos en que los que autores prácticamente inéditos ponen todas sus ilusiones en su manuscrito y los organizadores lo premian, lo publican y se olvidan. Nada de promoción, nada de labor editorial... en fin, que ese es otro tema). Lo que quería decir era que el libro me pareció un gran libro en su conjunto, con algunos relatos realmente buenos. Con su primera novela, en la que profundizaba de alguna manera en algunos de los personajes de los relatos, me ocurrió lo mismo: no quiero añadir nada más, puesto que comenté la novela aquí, y tampoco es cuestión de repetirse (no mucho, al menos).

Un incendio invisible es una novela deslumbrante. La acción transcurre en una ciudad imaginaria, Vado, poseedora de un pasado con mucha vida y actividad (más o menos como cualquier ciudad), pero que poco a poco se ha ido despoblando hasta convertirse en una ciudad fantasma. Tejada, el protagonista, es un geriatra que llega a la ciudad para hacerse cargo del New Life, la residencia de ancianos que, como el resto de la urbe, se encuentra semiabandonada, con apenas un puñado de ancianos y algún que otro trabajador que irán desapareciendo a lo largo de las páginas.

Los protagonistas creados por la autora merecen un capítulo aparte. Si en el Trepanador de cerebros eran bastante grotescos ( a veces, el local donde vivían se asemejaba a La parada de los monstruos) y parias, los habitantes de esta ciudad podrían ser perfectamente "normales" y, sin embargo, al igual que la ciudad, se han ido despoblando, metafóricamente hablando. La recepcionista de un hotel con ínfulas de adinerada desheredada; la niña que pasa las tardes en una barcucha vieja con un perro famélico y pulgoso recogiendo basura que guarda en una maleta como si de un tesoro se tratase; el investigador que parece que trabaja a las órdenes de Kafka; la enfermera Ariché, que aún le queda algo de humanismo; etc. Este despoblamiento interior se debe a su individualismo; a su soledad buscada. Cada uno de los personajes se rige por sus propias leyes personales e indiscutibles.

La novela, en definitiva, tiene unos rasgos existencialistas; es decadente sin llegar al pesimismo, parece distópica sin dejar de ser muy realista.

jueves, 6 de octubre de 2011

La soledad del corredor de fondo - Alan Sillitoe

La soledad del corredor de fondo no es solo la del chico del reformatorio que pierde adrede una carrera porque es la única forma que tiene de protestar contra los carceleros y, por extensión, contra la sociedad. La soledad del corredor de fondo también es la de Ernest, un tipo que invita a unas niñas a comer todos los días aunque no tenga para él, con tal de que le hagan compañía en el pub (Tío Ernest). Pero la soledad del corredor de fondo también es la del profesor Raynor, que fantasea con unas dependientas al otro lado del cristal de su clase donde intenta impartir disciplina a un grupo de preadolescentes rebeldes (El señor Raynor, maestro de escuela). Y también, porque no, la soledad del corredor de fondo es la que padece ese matrimonio que, tras diez años separados, se reencuentran cada jueves en la casa de él para contarse  nada durante seis años más (El cuadro de la lancha pesquera).

Los protagonistas de estos cuentos pertenecen a la clase baja de la Inglaterra de los cincuenta. Viven en barrios marginales y trabajan, los que pueden, en fábricas humeantes durante horas, de manera mecánica. Son perdedores, sin un mínimo de oportunidades. De esta manera, asistimos a un suicidio (algo grotesco) en Sábado por la tarde; descubrimos lo que puede agriar el carácter cuando pierde tu equipo en El partido de fútbol; o asistimos a los recuerdos que el narrador tiene de un chico de su infancia algo especial en Ocaso y hundimiento de Frankie Buller.

Completan estos nueve cuentos El tiovivo, donde un par de chavales gastan lo poco que consiguen en las atracciones de la feria; y La desgracia de Jim Scarfedale, donde se nos da cuenta de las relaciones de una madre y un hijo.


Aunque es cierto que el relato que da título al libro es el más potente y conocido, en parte debido a la adaptación al cine de Tony Richardson, lo cierto es que el resto de cuentos no desmerecen, más bien al contrario: refuerzan, si bien son completamente independientes, la idea del primer cuento.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Hacerse el muerto - Andrés Neuman

Lo primero que hice después de leerme el último libro de cuentos de Neuman es volver a empezarlo. Por dos motivos:

El primero por su cierta complejidad. Muchos de los relatos aquí recogidos exigen cierto compromiso por parte del lector, así que la mejor manera de atenderlos es volviendo sobre ellos, descubriendo nuevos matices, nuevas fisuras. Ni que decir tiene que algunos de ellos los he leído tres, cuatro, cinco veces. En voz baja, en voz alta, declamándolos...

En segundo lugar, por su variedad, tanto temática como estilística. Lo mismo nos reímos con un cuento absurdo y desopilante, que nos quedamos encogidos en la silla con la congoja apoderándose de nosotros.

Estructuralmente, en este libro se recogen treinta cuentos divididos en seis apartados, más un último apartado donde recoge sus ya famosos dodecálogos. En esta ocasíón, el tercer y el cuarto. Estos, se componen de aforismos sobre el arte de narrar un cuento. Como el propio autor dice: "Los Dodecálogos de un cuentista no son reglas para escribir cuentos; son pequeñas conclusiones en marcha. (...) Desean, en definitiva, ser una forma lúdica de abordar el ensayo."

La primera de esta división se intitula, precisamente: Hacerse el muerto. En estos relatos, sus protagonistas son personajes no muertos, quiero decir, que podrían estar muertos, han rondado la muerte, pero no lo están.  Quizás el último, Después de Elena, cojea un poco por la temática. Sin embargo, en el final, y en la relectura, si que me parece vislumbrar ese "coqueteo" con la muerte, aunque de manera más velada y ambigua.

El segundo conjunto de relatos, Una silla para alguien, es el más íntimo, el más personal. Los cinco cuentos de este grupo giran en torno a la figura de la madre. Tienen un tono más lírico, más evocador. El cuento que da título a este grupo, sobre la ausencia, es sobrecogedor.

En Sinopsis del hogar, la temática está relacionada, en menor o mayor medida, con la familia, en un sentido amplio del término: el paso del niño de la infancia a la adolescencia, un vislumbre de incesto, el primer amor, etc.

Bésame, Platón, recoge algunos de los cuentos más divertidos y surrealistas, como la disertación filosófica que mantienen dos hombres en unos baños en Conversación en los urinarios, o la sed de sexo de Sor Juana en El infierno de Sor Juana.


Monólogos y monstruos, se compone precisamente de eso, de cinco monólogos de cinco personajes dispares.

Por último, en Breve alegato contra el naturalismo, podríamos decir que Neuman juega con las disciplinas artísticas para construir relatos. Así, en Teoría de las cuerdas, se basa en este concepto físico para que el narrador reconstruya la vida de sus vecinos por medio de la ropa que tienden en las cuerdas del patio. En Policial cubista asistimos a un asesinato como si se hubiera producido dentro de un cuadro de Juan Gris.

Nos encontramos, pues, ante un buen puñado de cuentos de diversa índole, con distintos registros, de gran variedad temática. Al fin y al cabo: "la extrema libertad de un libro de cuentos radica en la posibilidad de empezar de cero en cada pieza. Exigirle unidad sería ponerle un candado al laboratorio". Palabra de Neuman.

lunes, 3 de octubre de 2011

Lolita - Vladimir Nabokov

Lo cierto es que resulta realmente difícil escribir sobre un libro que lleva más de cincuenta años dando que hablar; donde, por cada hoja escrita por Nabokov en esta novela, una legión ha escrito cientos de trabajos, tesis doctorales, apuntes, y un largo etcétera.

Sin embargo, no me voy a privar de escribir unas cuantas líneas sobre Lolita. Nada de hablar del argumento (que ya lo sabe todo el mundo); nada de hablar de las ampollas que levantó el libro en su día (aún hoy día sigue levantando). Simplemente expresar las sensaciones que han despertado en mí esta novela.

La primera, y la más importante para mí, es la de la reconciliación con la literatura. Esto suena a una chorrada, pero para mí es lo que más sentido tiene. La literatura, lo que yo entiendo por ella, es algo más que unas cuantas cientos de páginas que cuentan algo; es algo más que una serie de personajes y sus relaciones; es algo más que una simple historia; por supuesto, es algo más que un entretenimiento. Para mí la literatura es vida. Y la vida es, de algún modo, literatura. No concibo un mundo donde no pueda leer porque yo aprendo de la literatura. Parte de lo que soy, una gran parte, se lo debo a los libros. Parte de mi forma de ser, de mi forma de actuar o de pensar se ha forjado a base de lecturas.

Es cierto que cuanto más lees, también cuanto mayor te haces, hay menos cosas que te sorprenden. Todos tenemos algún que otro libro que nos deslumbró en su momento y que tenemos miedo de volver a leer por si la sensación no es la misma. Llevaba una larga temporada leyendo libros que no acababan de llenarme del todo. No malos, ni mucho menos, de hecho he leído algunos muy buenos. Pero necesitaba algo más. Ese algo más suele ser algo parecido a lo siguiente: un tipo con un libro entre las manos, abriéndolo al azar, releyendo partes; o tirarse en la cama mirando al techo con la vista perdida y pensando en por qué unas cuantas palabras han logrado que se encuentre en ese estado de medio shock. Eso ha sido precisamente lo que me ha pasado con Lolita.


La segunda sensación que me ha producido el libro es algo más peregrina, por nombrarla de alguna forma: ¿cómo es posible que comprenda a Humbert, que sienta que está completamente enamorado de esa chiquilla de doce años, que, hasta cierto punto, justifique sus acciones?


Solo un genio como Vladimir Nabokov puede conseguir que sientas simpatía por un ser como Humbert Humbert. Humbert no es el malo y Lolita la buena, eso sería muy fácil; Humbert y Lolita son dos personajes de carne y hueso (o de tinta y papel, como queráis) y, como tales, son contradictorios, plenos, complejos, en definitiva, humanos.

sábado, 1 de octubre de 2011

El cuarteto de Whitechapel - Daniel Sánchez Pardos

Probablemente si esta novela se hubiera publicado en Alfaguara, Random o Planeta, y este autor se llamara X, conocido mundialmente, estaríamos ante un best-seller en cuanto a ventas, no en cuanto a calidad, ya que esta novela sí tiene lo que aquellas adolecen.

Y es que esta novela con tintes de género negro, no por casualidad uno de los personajes secundarios es un apasionado de Conan Doyle y la obra se desarrolla en torno a la figura de Jack el Destripador, contiene todos los ingredientes para enganchar a esos lectores reacios a la lectura o, digámoslo de otro modo, consumidores de libros de usar y tirar. Esto es: una trama que poco a poco va apoderándose de ti para no soltarte hasta la última página, suicidios en cadena, asesinatos, algún sospechoso...

Por otro lado, Sánchez Pardos no cae en la trampa de hacer un producto de consumo perecedero y, además de los elementos antes señalados, añade una feroz crítica no exenta de cinismo al arte contemporáneo donde "todo vale" con tal de formar parte de la Historia; donde la sociedad está ávida de noticias escabrosas, donde necesita ver en los telediarios imágenes impactantes que sacien su sed. Todo ello con el fantasma de Borges pululando por su casa que, si bien es una licencia poética que se toma el autor, para nada molesta.

Los personajes, por su parte, están muy bien perfilados, incluso los secundarios. Pero Ikatz, el protagonista y narrador, me parece de una redondez absoluta. La forma que tiene de hacer frente a los sucesos que acontecen delante de sus narices, casi dejándose llevar, como si estuviera fuera de todo lo que está pasando; la manera en que come pedazos de papel, etc.

Lamentablemente, y una vez más, creo que estamos ante esa novela que pasará casi desapercibida por no dar el valor que se merece a la literatura.