martes, 26 de noviembre de 2013

Las bellas extranjeras - Mircea Cartarescu

Sorpresa es la primera palabra que me acude a la mente cuando termino el último libro publicado en España de Mircea Cartarescu. Luego me doy cuenta de que la excelente traductora Marian Ochoa y el propio autor ya nos lo habían advertido en la nota de la primera y el prólogo del segundo (leo los prólogos al finalizar la lectura por si me destripan más de lo que quiero saber). Este libro no tiene nada que ver con el Cartarescu al que estamos acostumbrados, no con el Cartarescu de Impedimenta, algo más con el que editó Funambulista Por qué nos gustan las mujeres, aunque traducido del alemán. Quizás con El arquitecto, el relato que cerraba Nostalgia, por ese ambiente kafkiano, menos onírico y barroco.

Las bellas extranjeras está compuesto por tres relatos, dos de ellos, de mediana extensión y el que da título al libro que ocupa el cuerpo central y más de la mitad del libro. Todos ellos están escritos en primera persona y protagonizados por Mircea Cartarescu que, como él mismo nos aclara en una breve nota final, narra hechos que ocurrieron en su vida, pero distorsionándolos de alguna manera. Además, los originales aparecieron por entregas en una revista, hecho que se nota de manera especial en los finales y principios de capítulos aunque no por ello desmerece el conjunto. La pregunta sería si esta es una obra menor del escritor rumano. Sí y no. Sí, porque en estas páginas no vas a encontrar su particular estilo, sus imágenes potentes y su toque expresionista. No, porque a cambio vas a descubrir otra faceta de un gran autor. Particularmente prefiero al otro Mircea, pero no por ello este pierde calidad literaria.

El primer cuento se titula Ántrax y asistimos a la paranoia post 11 de septiembre. Mircea recibe una carta de Dinamarca y en un momento dado sospecha que el sobre contiene ántrax. Comienza a sugestionarse de tal forma que va a denunciar a la policía. Comienza así un cúmulo de despropósitos burocráticos que hubiera firmado el mismo Kafka. El relato que cierra el libro, El viaje del hambre, también es un homenaje al Artista del hambre del escritor checo. Aquí, un Cartarescu joven es invitado a hablar de sus libros a otra ciudad, donde es llevado de aquí para allá en una road movie alocada y donde el hambre está muy presente. Por último, Las bellas extranjeras, narra las diversas peripecias de un grupo de escritores rumanos que son invitados por el gobierno francés a hacer un tour por las diferentes regiones galas.

En esta versión de Mircea Cartarescu nos encontramos con un personaje caricaturizado que se ríe de todo, pero sobre todo de sí mismo. Es agradable ver cómo un escritor puede cambiar de registro. Me pregunto cómo aparecerá en sus diarios que en rumano sí que están publicados.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Informe del interior - Paul Auster

Con Informe del interior, Paul Auster cierra el repaso de su vida en esta especie de trilogía que comenzó con A salto de mata, que abarca desde la adolescencia hasta la treintena (y que me dejó muy buen sabor de boca); Diario de invierno, del que solo tengo referencias positivas y que habla de la madurez y la enfermedad, y este Informe del interior. También podríamos incluir La invención de la soledad aunque tiene mayor vocación de ficción que estas tres obras nombradas en primer lugar.

El libro está dividido en cuatro partes, de las cuales solo la primera me parece conseguida. En ella, que se titula como el propio libro, Paul Auster hace recuento de sus recuerdos más lejanos en el tiempo, cuando contaba con cinco, seis o siete años de edad. Lecturas, juegos, castigos, amigos se van apareciendo en pequeños párrafos inconexos unos con otros, pero que dan cuentan de la niñez de Auster.

La segunda nos narra dos películas que le impresionaron mucho en su día: El increíble hombre menguante y Soy un fugitivo. Apenas reflexiona sobre las películas, solo dice que le impactaron mucho y nos las desgrana casi secuencia por secuencia. 

La tercera parte, aunque floja, contiene algunos pasajes buenos. Son los años universitarios de Auster y, por medio de la correspondencia con su pareja de entonces, la escritora Lydia Davis, nos muestra su estado anímico y sus primeros titubeos como escritor.

Por último, la cuarta, es un álbum fotográfico de las otras tres partes totalmente innecesario y superfluo.

Hay ciertos libros que me gustan de Auster, de hecho quiero leer a continuación Diario de invierno y releer A salto de mata. Sin embargo, este es un libro que, creo que hasta para los más incondicionales, estarán de acuerdo en que es un libro muy flojo.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Fuera de aquí - Enrique Vila-Matas

Hace diez, doce años, cuando yo tenía diez, doce años menos, la mayoría de mis amigos y conocidos estaban enfrascados en sus carreras, algunos ya las estaban terminando, a otros les quedaban todavía un par de años pero se les veía bien, contentos con la decisión que habían tomado al salir del instituto. Yo acabada de dejar mi segunda carrera, o estaba a punto de hacerlo, cogía el autobús por las mañanas para ir a la facultad y me bajaba en una parada al azar y comenzaba mi vagabundeo. Muchas veces no tenía muy claro dónde estaba hasta que cruzaba alguna esquina o veía alguna tienda que me sonaba del recorrido del autobús. Caminaba sin rumbo por calles y barrios y me iba orientando para llegar al centro. Cuando abrían las librerías entraba y hojeaba libros durante horas. Siempre tuve la tentación de robar alguno, por el simple placer de hacerlo, pero me daba pudor. Imaginaba que al salir saltaban los chivatos y toda la clientela me miraba con reproche. Me hubiera muerto de la vergüenza. Al final los compraba. Había días que compraba tres o cuatro, uno en cada tienda, FNAC, Casa del Libro, Machado, alguno de segunda mano en alguna librería de lance. Entre los centenares de libros que compré, y leí (aunque no todos), en aquella época, apareció Vila-Matas. No sabría decir cómo llegué a él ni qué título fue el primero (muy probablemente sería Bartleby y compañía), pero recuerdo que me acompañó durante muchos años. Cambió la idea que yo tenía de literatura, de cómo era eso de escribir. Mezclaba narración autobiográfica, ensayo, memorias, ficción, y nombres, muchos nombres. Gracias a Vila-Matas descubrí a Emmanuel Bove, cuyo Mis amigos me acompañó en un viaje de autobús hasta un pueblo de la Mancha donde trabajaba mi novia de entonces como guía turístico y administrativa en un pequeño pueblo de Segovia. Cuando ella se iba, yo me quedaba en aquella casa de dos plantas, de madera, leyendo en la mesa del comedor, levantando la vista de vez en cuando para mirar a través de la ventana el río que pasaba al lado de casa. También me descubrió a otros autores, como Gombrowicz o Larkin, pero sin duda fue el descubrimiento de la figura de Robert Walser lo que más impacto me supuso en aquellos años de desequilibrio emocional. No era tan sencillo encontrar el Jakob von Gunten, y cuando me hice con él lo leí maravillado. Otro autor diferente, tan apegado a la literatura para comprender la vida. Tan ligado a la vida, que tuvo que salir de ella. Ya saben, Herisau, mañana de Navidad, nieve, y el resto. Walser aparece muerto. Después llegó La habitación del poeta, Historias de amor, La rosa. 

Paralelo a los descubrimientos vilamatianos, continué leyendo la obra del inclasificable autor catalán, ¿o era francés? ¿Quizá argentino? Era Vila-Matas y con eso vale para definirlo. Estoy prácticamente convencido que es el autor del que más libros he leído. En mi casa habrá diez o doce libros en cuyas portadas aparece su nombre. Y lo bueno es que aún me queda más de la mitad de su obra por leer. Reconozco que me empaché con su universo y decidí darme un respiro y no leerlo tan seguido, pero Vila-Matas fue una especie de mentor sin él saberlo en aquellos turbulentos años de mi primera juventud. Este Fuera de aquí trascribe las conversaciones mantenidas vía email con su traductor francés André Gabastou. Cada epígrafe del libro se corresponde, en su mayoría, con uno de los títulos de su obra  que Vila-Matas desgrana con su habitual estilo, engañando diciendo la verdad, tomando frases de otros que tampoco las dijeron e inventando su propia biografía. Sería bonito leer cada capítulo a la vez que lees el libro del que están hablando. Sería bonito que le dieran el Nobel.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Leche - Marina Perezagua

LA CONDICIÓN HUMANA

Hace dos años Marina Perezagua publicaba su primer libro de relatos, Criaturas abisales, que tuvo una gran acogida por parte de la crítica y los lectores habituales del género breve. En aquella ocasión, se reunían catorce historias donde ya podíamos apreciar su particular estilo, con ligeros tintes fantásticos y gusto por personajes al borde de la locura. También su querencia por el sexo o, más bien, por la sexualidad.

Con esta nueva colección de, de nuevo, catorce cuentos, Marina Perezagua aprieta un poco más a sus personajes y, dónde en el anterior volumen era maldad, ahora se transforma en crueldad, una crueldad que llega a su máxima expresión en el último relato, el que da título al libro, Leche, donde el lector tiene que detenerse ante la escena que se nos está narrando. Una imagen difícil de borrar de nuestra memoria, y que se basa en un hecho real que ocurrió en la guerra chino-japonesa.

Pero para llegar a este último cuento antes hemos tenido que superar otra serie de escollos no menos desagradables, como la chica que finge su propio funeral para emprender una nueva vida y de paso se entera de lo que pensaban de ella (El alga); una mujer que cuida de un marido desfigurado e irreconocible tras sufrir una explosión (Él); el regreso a casa de una hija para reprochar a su padre su abandono quince años atrás (Aniversario); o el monólogo de un profesor frente a la alumna a la que van a trasplantar el corazón (Transplante). Y, sin embargo, dentro de esas vidas a punto de desmoronarse, de esa inhumanidad y esa dureza casi inherente al ser humano, vislumbramos una especie de halo poético. Así ocurre en Las islas, donde un hombre se echa al mar con una colchoneta hinchable con forma de isla fascinado por una visión lejana a la que, poco a poco, se irá acercando. Como todos los cuentos recogidos en este volumen el final es desgarrador y violento, pero la imagen de una isla de plástico en medio de un océano muestra un fuerte contenido poético y metafórico. O la historia de amor entre una mujer y un minotauro en MioTauro, con un desenlace también estremecedor. Y es que, una de las bazas de estos relatos es la resolución de los mismos; no me refiero a giros inesperados en la última frase, si no más bien a la manera en que Marina Perezagua nos va llevando a un final que sabemos que va a ser duro, pero no tan devastador como para dejarnos sin aliento.

Catorce cuentos, pues, que hablan de la vida y de la muerte, situándose casi siempre a medio camino, en la enfermedad, donde todos somos más vulnerables. Personajes muy humanos llenos de contradicciones donde sacan su peor yo en situaciones de peligro o de anhelo. Al leer los cuentos de Marina Perezagua uno tiene la sensación de que escribir es fácil ya que la escritora teje una serie de historias de difícil factura de una manera tan natural y aparentemente sencilla que te descoloca. Empiecen por el primer cuento, Little Boy, que se sitúa en Hiroshima tras la bomba y lo que cambia la vida de la protagonista, no ya por la bomba en sí, si no por las posibilidades que le ofrece esta barbarie. Lean este primer cuento, como les digo y, si no se sienten atraídos por la manera de narrar de esta sevillana afincada en Estados Unidos, cierren el libro y vuelvan al best seller policíaco. Puede que aún no estén preparados para leer a Perezagua. Si, por el contrario, les gusta y deciden continuar con el libro, tengan cuidado, pueden sentirse identificados con sus personajes.

Reseña publicada en el número 360 noviembre de la revista QUIMERA.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Clases de literatura - Julio Cortázar

Entre los meses de octubre y noviembre de 1980 Julio Cortázar fue invitado por la universidad de Berkeley, California, para impartir un total de ocho clases de literatura. La editorial Alfaguara publica estas clases transcritas de manera casi literal de unas cintas magnetofónicas lo que provoca en el lector una sensación de estar asistiendo a esas clases, sentado en uno de los bancos de madera, escuchando el particular tono del escritor argentino con acento francés.

Lejos de academicismos, aparece un docente Cortázar cercano con sus alumnos, creando un vínculo directo con ellos, dándoles voz en la segunda parte de sus clases, permitiéndoles preguntar cualquier tipo de duda o curiosidad que tuvieran. Y es que las horas lectivas funcionaban de esa manera: una primera parte en la que Cortázar exponía un tema a raíz de unos pocos apuntes y mucho de improvisación (como él mismo confiesa), y una segunda, donde se daba un diálogo directo entre estudiantes y profesor.

Lo que tiene de interesante este libro, más allá de la vasta cultura del escritor argentino y la claridad de exposición de los diferentes temas que trata, es que, para dar sus clases, Julio Cortázar se basa en su propia experiencia como escritor para ejemplificar sus teorías. Así, lee a los alumnos unos cuantos relatos, bien completos o bien extractos, de su amplía producción cuentística y los comenta. También nos enteramos de la gestación de su libro emblema, Rayuela, de el por qué las Historias de cronopios y de famas, o se adentra en aspectos más políticos, como es su Libro de Manuel. Además, si un alumno le cuestiona, no tiene ningún reparo en hablar de Cuba u otras cuestiones políticas de la actualidad latinoamericana de los años ochenta, si bien es cierto que habla más de política, siempre relacionada con el escritor y la literatura, en las dos conferencias que cierran el libro y que pronunció en la misma universidad en esos dos meses intensos.

En definitiva un gran libro; lejos de esas otras ediciones póstumas sin mayor interés que el comercial, en estas Clases de literatura podemos ver a un Cortázar nuevo, pero a la vez de sobra conocido por sus textos y entrevistas.

Reseña para la web: Los libreros recomiendan