lunes, 22 de septiembre de 2014

Vinieron como golondrinas - William Maxwell

Conocido principalmente por ser el editor de la revista The New Yorker y dar a conocer los primeros textos de Salinger, Updike o Cheever, William Maxwell fue también un excelente narrador aunque su faceta de escritor quedó ensombrecida durante muchos años por la de editor. Libros del asteroide ha recuperado parte del legado de uno de los mejores narradores del siglo XX norteamericano.

En esta breve novela, poco más de doscientas páginas, William Maxwellse enfrenta a la muerte de la madre (Maxwell perdió a su madre siendo él un crío). Corre el año 1918, la I Guerra Mundial ha llegado a su fin y la gripe española asola Estados Unidos. Los cuatro miembros de la familia Morison la sufren, sin embargo en el caso de la mujer de la familia su padecimiento es mortal. La historia está narrada con la voz de los tres hombres: el pequeño Bunny, cuya vida gira en torno a la figura de su madre; Robert, que se debate entre el amor materno y la envidia para con su hermano y la pequeña independencia que solicita su cuerpo y mente ya adolescente; y James, el marido sin cuya mujer, Elizabeth, su vida no tendría el menor sentido. Elizabeth es el eje en el que gira y se sustenta la familia Morison y ante la muerte de esta el suelo se abre bajo sus pies.

Hasta aquí la sinopsis del libro. Lo de menos. Porque lo interesante es cómo Maxwell construye el día a día de la familia, con silencios, pequeños gestos, diálogos parcos, que van sumando un todo cotidiano sin tener por qué aburrirnos para mostrarnos la monotonía de los días.

Novela delicada, intimista, sin caer en falsos sentimentalismos. Sencilla y sutil. Honrada y maravillosa. Sin dar una voz más alta que otra, sin alharacas ni fuegos de artificios, sin páginas de relleno, Maxwell construye la vida familiar típica de la clase media americana de principios del siglo pasado.

lunes, 15 de septiembre de 2014

La paz de los vencidos - Jorge Eduardo Benavides

El escritor peruano Jorge Eduardo Benavides es uno de las plumas más prolíficas del panorama hispanohablante actual. Desde el 2009 viene publicando un libro por año. Ganador además de diversos e importantes premios literarios como el NH de relatos, el Tigre Juan o el Torrente Ballester. La paz de los vencidos obtuvo, sin ir más lejos, el premio Juan Rulfo de novela corta en 2009.

El protagonista de este libro lleva su propio diario, el libro en sí, desde el mismo momento en que aterriza en Tenerife y encuentra un trabajo como vigilante de un salón de juegos. Trabajo, por descontado, mal remunerado donde el jefe, una especie de esclavista moderno, no le deja leer. Por eso siempre se lleva un libro a su garita, desde donde se deja llevar por la lectura.

Gracias a las entradas que el protagonista hace en el diario descubrimos que le está costando más de lo esperado superar su ruptura con Carolina, que quiere convalidar sus estudios en España, o que aspira a ser algún día escritor. A través de los ojos de este joven peruano, pues de allí es el personaje, asistimos a la inmovilidad del día a día, a ese dejarse llevar por las circunstancias mientras esperamos que cambie nuestra suerte. A ese dejar la vida pasar a los lados de uno, que decía Onetti en El pozo. Finalmente ese golpe del destino le llega, pero no precisamente como él esperaba.

Uno de los aspectos más interesantes de la novela es la aparición de una serie de personajes secundarios muy bien perfilados por Benavides, todos ellos vencidos a su manera, como la mujer adicta a las tragaperras; su hija que va detrás de ella para que no se gaste el sueldo; el escritor local enaltecido y vituperado a partes iguales o la pareja compuesta por el músico uruguayo Enzo y Elena. Mención aparte me merece el profesor jubilado de ciencias que imparte clases particulares en la mesa de un bar y malvive en una pensión oscura y húmeda.

En este breve novela, Jorge Eduardo Benavides nos relata de manera profunda las soledades del hombre.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Un matrimonio feliz - Rafael Yglesias

Este es uno de esos libros que uno compra, lo deja en la estantería durante años (en mi caso, creo que tres lleva el pobre cogiendo polvo; casi desde que salío publicado) y un buen día lo coge para leer. Porque sí, porque siempre le han hablado bien de él y porque, de repente, le ha dado por leer parte del catálogo de Libros del asteroide

A finales de los años setenta, el precoz escritor de origen latino Enrique Sabas conoce a la que será el amor de su vida, la joven y atractiva de origen judío Margaret Cohen, diseñadora y amante de la pintura. Narrada desde el punto de vista de él, la historia comienza treinta años después, cuando Margaret, enferma de cáncer, decide poner punto y final a su vida, rechazando los cuidados paliativos. Se traslada del hospital a casa y realiza un planning para despedirse de sus allegados: no más de quince minutos con cada uno de ellos a no ser que sean familiares directos.

Paralelamente, en capítulos alternos Enrique y Margaret se conocen por medio de un amigo en común y quedan unas cuantas veces. Primero con más gente; luego, a solas. Él, a pesar de su juventud, ha convivido durante tres años con su antigua novia. Sin embargo, la última relación que tuvo no salió tan bien como se esperaba y no logró acostarse con la muchacha. Este tema le crea una angustía que se ve incrementada con la seguridad que desprende Margaret. Es mayor que él, es guapa y sabe lo que quiere en cada momento.

Así, se nos narra una vida en pareja, con sus altibajos, con sus momentos de amor y de odio, con sus enfados y sus reconciliaciones. Ahora, a las puertas de la muerte de Margaret, Enrique siente que todo su universo se tambalea. Ella es el eje y la base en la que se sustenta la familia y cuando ella ya no esté, ¿qué será de él y de sus dos hijos?

Novela de marcado carácter autobiográfico cuyo máximo acierto es el lenguaje profundo y emotivo que maneja. La historia es dura, sin duda, pero Rafael Yglesias no cae en el dramatismo ante la inminente muerte de la esposa ni, por contra, en el edulcoramiento en la fase en que los dos , apenas unos muchachos, se enamoran. Libro que habla de la vida, no solo del matrimonio, en el que cualquiera se puede ver reflejado.



lunes, 1 de septiembre de 2014

Barbarismos - Andrés Neuman

EL ALQUIMISTA DE LAS PALABRAS

Al igual que el Diccionario del diablo, de Ambrose Bierce, o el Diccionario de lugares comunes, del francés Gustave Flaubert, en las páginas culturales del ABC Andrés Neuman glosó hace unos tres años una serie de palabras creando un nuevo diccionario heterodoxo que él mismo bautizó como Barbarismos. Ahora, Páginas de espuma rescata aquellas definiciones revisadas y ampliadas por el propio autor para la ocasión.

Las entradas están ordenadas por un riguroso orden alfabético. Y esta es la única semejanza que encontrará el lector con un diccionario al uso. Así, mientras en este las definiciones son rigidas y herméticas, las diferentes acepciones del nuevo diccionario de Andrés Neuman son de todo menos inflexibles. Metáforas, juegos de palabras, ironía, oxímoron, son solo algunas de las figuras literarias que utiliza el autor hispanoargentino para configurar su enciclopedia particular.

El libro se puede estructurar de manera interna en, al menos, tres bloques claramente diferenciados:

1. Aquellas entradas que hablan de la actualidad política y social en la que nos encontramos inmersos. Así, define aborto como “decisión que una mujer toma sobre su cuerpo, como si fuera suyo”; la política es la “campaña electoral ocasionalmente interrumpida por la acción del gobierno; o el empleo es la “interrupción accidental del desempleo”.

2. Las definiciones que versan sobre el mundo de las artes, especialmente con la escritura (escritor: individuo que fracasa en el intento de ser exclusivamente lector) y la música (jazz: asimetría rigurosa).

3. Las entradas que hablan del amor y otros menesteres. Pareja: dúo impar. Beso: palabra articulada simultáneamente entre dos hablantes.

Neuman, capacitado con un don especial para el aforismo y la paradoja, sorprende con este nuevo libro lleno de afiladas y certeras definiciones en las que homenajea el volumen del que precisamente se distancia, el diccionario. Como un alumno aventajado que consigue replantear la tesis de su maestro, el escritor redefine más de mil voces dotándolas de una verosimilitud perfectamente plausible. No creo que sea casual el hecho de que José María Merino, escritor y miembro de la RAE, sea el autor del prólogo. Ni que la portada, con ese dardo (como el de la palabra, de Lázaro Carrter) sumergido solo deje asomar una pequeña parte, como el iceberg de Hemingway, porque la realidad es mucho más poliédrica, porque las palabras no son simples números y sus diferentes combinaciones dan diferentes resultados. Es más, una sola combinación, dan distintos resultados. Así, una misma palabra bajo una distinta mirada, da como resultado una nueva definición.

Solo una persona que conoce a fondo el significado de las palabras y domina el lenguaje es capaz de llevar a cabo este diccionario, muchas de cuyas entradas me parecen más acertadas que las de un diccionario clásico; al menos, mucho más sugerentes y evocadoras, dotando a la realidad más abycta de un nuevo prisma bajo el que mirar nuestro día a día. Algunas de las definiciones propuestas en este libro me las quedo para mí, olvidándome de la definición estricta.

Siempre preocupado por la sintaxis, autor de todo tipo de libros, desde el aforismo a novelas de carácter decimonónico, pasando por libros de relatos y de poesía, se podría decir que esta nueva obra de Neuman es, de alguna manera, la summa literaria del autor, si no fuera porque aún no ha llegado a los cuarenta años y le queda, esperemos que por el bien de la literatura, muchas obras que ofrecer a sus cada vez más numerosos lectores. Nos regocija saber que ha fracasado en su intento de ser exclusivamente lector.

Reseña aparecida en el número 370 de la revista Quimera