sábado, 31 de diciembre de 2011

La novela luminosa - Mario Levrero

No recuerdo bien cómo llegué a Levrero, o bien a través de un taller literario o bien a través de la facultad. Lo que sí recuerdo es que me recomendaron La ciudad. Por aquel entonces solo había una edición de Plaza & Janés de 1999 que solo podías conseguir a través de la segunda mano. Hice un intento de búsqueda algo apático y finalmente me olvidé de ella.

Un día, estaba trabajando en una librería,  vi en el catálogo de Debolsillo que sacaban un pack llamado la Trilogía involuntaria compuesto por La ciudad, París y El lugar. La edición salía en octubre de 2008 y creo que no hubo paso previo a la edición de bolsillo, es decir, que nunca salieron estos títulos en Trade en España. Los devoré con gran placer, especialmente el primero y el tercero. Eran puro Kafka. Los adoré. Descubrí que también salía en octubre de ese mismo año La novela luminosa. Así que también lo pedí. Sin embargo, y a pesar de lo que había disfrutado con los otros tres, no lo leí, sino que me puse a buscar más libros sobre este "raro" uruguayo.

Caballo de Troya había publicado en Junio de 2007 El discurso vacío y Dejen todo en mis manos. De inmediato los pedí al distribuidor. Descubro ahora, revisando unas notas, que este último libro lo leí el uno de enero de 2010 de madrugada (ya dos de enero). Según apunto en mi diario, me dormí y al par de horas me desperté como si hubiera dormido toda la noche. En vista de que sabía que no me iba a dormir de nuevo, cogí el el libro y me lo leí del tirón. Apunté: "Novelita corta, muy bien escrita, bastante kafkiana. Parece mentira cómo se puede crear algo que merece la pena con esa aparente sencillez. No es que sea una obra maestra, no me refiero a eso, es que Levrero consigue con un argumento sencillo una gran novela corta".

Todo este rollo parece que no tiene sentido, por qué no habla de una vez del libro, os preguntaréis. Bueno, creo que de alguna manera estoy hablando de él. Este libro es distinto, especial y, por ello, se merecía una reseña también distinta. En realidad estoy intentando plagiar su estilo en esta reseña; una licencia que me permito para despedir el año, por ejemplo. O porque es mi blog y escribo lo que quiero. Esa es mejor razón.

El caso es que no sé muy bien por qué, pero he dejado que La novela luminosa durmiera el sueño de los justos en mi estantería hasta ahora. Y visto con perspectiva, creo que he hecho bien, que hice bien en no leerla tras la Trilogía involuntaria. Porque esta novela es, de alguna manera, de muchas maneras, la summa (sí, con dos emes) literaria de Levrero. Bien es cierto que no he podido leer toda su obra, entre otras cosas porque no hay más editado en España. Se habla de unos cuentos escogidos que estaban prácticamente para salir de la imprenta allá por el 2008 pero, a día de hoy, ese libro no existe y, según me ha comentado un conocido que habló con la representante de ventas de Mondadori, para 2012 podemos esperar sentados.

Y de eso trata La novela luminosa. (Los que han leído la novela espero que hayan entendido el intento de homenaje a Levrero y los que no, a ver si les pica la curiosidad y la leen).

Mis mejores lecturas del 2011

Estas han sido, a mi juicio, las lecturas más placenteras del 2011. El ranking es puramente por orden cronológico de lectura.

1. Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente. Ed: Anagrama.

2. El ruletista, de Mircea Cartarescu. Ed: Impedimenta.

3. El oficinista, de Guillermo Saccomanno. Ed: Seix Barral.

4. Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez. Ed: Lengua de Trapo.

5. Knockemstiff, de Donald Ray Pollock. Ed: Libros del Silencio.

6. Verano, de J. M. Coetzee. Ed: Mondadori.

7. Sukkwnd Island, de David Vann. Ed: Alfabia.

8. Pampanitos verdes, de Óscar Esquivias. Ed: Ediciones del Viento.

9. Vidas Prometidas, de Guillermo Busutil. Ed: Tropo Editores.

10. Fabulosas narraciones por historias, de Antonio Orejudo. Ed: Tusquets.
11. Hacerse el muerto, de Andrés Neuman. Ed: Páginas de Espuma.

12. Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer, de Maximiliano Barrientos. Ed: Periférica.

13. Lulu, de Mircea Cartarescu. Ed: Impedimenta.

14. Diario del hombre pálido, de Juan Gracía Armendáriz. Ed: Demipage

15. Los pobres desgraciados hijos de perra, de Carlos Marzal. Ed: Tusquets.

16. La novela Luminosa, de Mario Levrero. Ed: Mondadori.

Pues sí, mi lista de diez tiene dieciséis títulos. No puedo cerrar una lista, no creo mucho en ellas, pero ahí está. Haciendo una estadística rápida vemos que la mitad de los títulos corresponden a libros de relatos y que de los dieciséis autores once son de lengua castellana, siete españoles (ocho si incluimos a Andrés Neuman).

viernes, 30 de diciembre de 2011

La magnitud de la tragedia - Quim Monzó

Considero a Quim Monzó como uno de los mejores cuentistas de la península de los últimos quince años. El porqué de las cosas o, mejor aún, la recopilación de Ochenta y seis cuentos, son de lectura obligatoria para todo amante del género. Heredero directo de Pere Calders (dentro de nuestras fronteras), y de los deconstruccionistas norteamericanos (fuera de la frontera) la obra de Quim Monzó destila ironía, sarcasmo y socarronería a partes iguales. Sin embargo, no le conocía como novelista.

Un cuarentón consigue, por fin, ligar con la vedette del teatro donde trabaja como trompetista. Van a cenar y el trompetista bebe más de la cuenta por lo que teme tener un gatillazo cuando estén a solas, que es exactamente lo que ocurre. Sin embargo, a la mañana siguiente se levanta con una erección que mantiene a lo largo de los días. Con esta premisa se inicia La magnitud de la tragedia.

Lo que en principio parece una ventaja, poder mantener relaciones sexuales de manera ininterrumpida, pronto se vuelve en su contra. La propia erección es una enfermedad que acabará con su vida en un plazo breve de tiempo.

Las situaciones grotescas que se dan solo son creíbles porque salen de la pluma de Quim Monzó, capaz de hacer verosímil lo más insospechado. Ahí radica su mayor acierto. Es una novela ágil que se lee de un tirón, con las características propias del estilo de escritura de Monzó, esto es, la mencionada ironía y el humor, o la contención verbal. Sin embargo, donde en los cuentos me parece deslumbrante ese uso del lenguaje, aquí se me hace chirriante y, a veces, incluso pesado.

De alguna manera creo que esta novela es un cuento hinchado que Monzó, que además domina la técnica de la elipsis de manera magistral, podría haber escrito en diez folios. En la contraportada se dice que se habla de amor, de odio, de soledad y del paso inevitable del tiempo y de la inevitabilidad de la muerte. Sí y no. Sí, porque al fin y al cabo todas las novelas hablan de una manera u otra de esos temas. Pero es como decir que no habla de nada. Y no, un poco relacionada con lo anterior, porque no profundiza en esos temas, están ahí porque el ser humano se mueve en esos parámetros, no porque Monzó trate de ellos. Se me ocurren unos cuantos cuentos en los que sí que habla de esos temas y de manera mucho más acertada.

martes, 27 de diciembre de 2011

Los pobres desgraciados hijos de perra - Carlos Marzal

Quien se acerque a estos doce cuentos del poeta Carlos Marzal se percatará de que la prisa no lleva a ningún lado. Lejos del giro en el último párrafo, del comienzo in media res, de sobresaltos varios, estos relatos están narrados con calculada morosidad; las historias avanzan lentamente pero con paso firme, con una prosa cuidada al detalle. Cada cuento necesita su espacio vital para palpitar por sí mismo y Marzal se lo cede.

Porque sus protagonistas en la mayoría de los casos evocan pasajes de su juventud; aquellos sí eran tiempos rápidos: fiestas con sus respectivos excesos, paseos en moto, una novia nueva cada semana o, incluso, cada día. Sí aquella época se vivió deprisa quizás lo mejor sea rememorarlo con calma, disfrutando de esos tiempos en los que la mayor preocupación era ganar el torneo de fútbol de verano con los amigos.

Hay dos cuentos que, por temática, me recuerdan a Velocidad de los jardines y La vida intermitente de Eloy Tizón. Tienen esa voz lírica y ese tono nostálgico del que cuenta algo sobre el final de la adolescencia. Se trata de Tierras Hondas y El primer tren de la mañana. Son dos de los mejores cuentos de la colección. En el primero el protagonista recuerda su primer amor verdadero, sus primeras veces con María, la chica más deseada de la pandilla. En el segundo, los viejos amigos se reúnen en una comida muchos años después y allí está ella. Solo que en este relato se llama Adriana, pero bien podría ser la María del otro.

A pesar de que son doce cuentos individuales persiste una mirada en todos ellos, un mismo punto de vista: la mirada del poeta.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Cuentos rusos - Francesc Serés

Antología de cuentos rusos de cinco autores nacidos en la antigua Unión Soviética. Con esta recopilación se repasa todo el siglo XX y comienzos del XXI, de una de las cunas de la Literatura del XIX. La traducción corre a cargo de Anastasia Maxímovna y la antología es obra de Francesc Serés. En total veintiún relatos que narran algunos de los episodios más importantes de la reciente historia de este inmenso país aunque, sin embargo, y a pesar de que se haga referencias, en algunos casos, a acontecimientos puntuales, estos cuentos son extrapolables a casi cualquiera de las coordenadas espacio-tiempo porque sus autores tratan temas universales. Como en toda antología, hay mejores cuentistas y peores; mejores relatos y peores.

Y hasta aquí podría llegar la crítica si no fuera porque no existen ninguno de los autores, ni la traductora que realiza el prefacio. El único verdadero es Francesc Serés, aunque no es el antólogo, sino el autor de todas las piezas que componen este libro.

Se trata, por ello, de un gran ejercicio de estilo, sin bien es cierto que no hay tanta diferencia entre estos cinco autores ficticios y llegamos, sí no a ver, sí a intuir que la mano que ha escrito estos cuentos es la misma. 

La prenda, lleno de ternura o El camino ruso, pura socarronería y mala leche, son dos joyas.

Curiosidad: el cuento titulado La campesina y el mecánico es igual en forma y fondo al titulado La vuelta, recogido en La fuerza de la gravedad. ¿Autoplagio?

viernes, 23 de diciembre de 2011

Paseador de perros - Sergio Galarza

El protagonista de esta historia es un inmigrante peruano que abandona Lima con la esperanza de un futuro mejor. Ese futuro mejor le lleva a Madrid ya que "es como una maternidad para los viajeros. Aquí todo empieza". Llega acompañado de su novia, Laura Song. Pronto descubren que sus planes no son como esperaban; ninguno de los dos tiene los papeles de residencia, así que no les contratan en ningún sitio. Al final acaba aceptando el empleo de paseador de perros. La relación entre la pareja va mermando poco a poco hasta extinguirse.

El nuevo paseador de perros recorre todo Madrid de punta a punta, desde el barrio de Malasaña donde vive, en el centro de la ciudad, en un barrio de moda, hasta las ciudades dormitorio feas y poco acogedoras, como es Coslada o Alcorcón, pasando por los barrios residenciales al alcance de unos pocos de Pozuelo o La Moraleja.

El narrador habla desde una voz amarga y poco esperanzadora. Las cosas no son como se lo esperaba; trabaja todos los días sin descanso y cuando llega a casa lo único que quiere es tumbarse en una cama bien hecha. Arremete contra los inmigrantes, a pesar de ser él mismo uno de ellos, quizás porque considera que está mejor preparado para hacer esos trabajos que realizan otros inmigrantes. De ahí su enumeración de músicos que a buen seguro, él sabe, no habrán escuchado la mayoría de las personas que atestan cada día el metro y los autobuses urbanos. (Como nota: de los cantantes que señala, recomiendo especialmente a Micah P. Hinson, un cantautor indie con una voz particular muy interesante).

El Madrid que retrata Sergio Galarza es el del día a día, el de personas solitarias rodeadas de la marabunta de la gran ciudad que combaten su soledad hablando con el primero que se cruce; personajes anónimos, como cualquiera de los que solicitan los servicios del protagonista, con sus miserias diarias y sus cuitas particulares.

Esta novela forma parte de una trilogía dedicada a la ciudad de Madrid. La segunda entrega llevará por título JFK, y será la biografía ficcionada del jefe del paseador de perros. Esperaremos a ver.

jueves, 22 de diciembre de 2011

La familia del aire - Miguel Ángel Muñoz


Todo amante del cuento sabe que existe un blog de referencia desde hace más de cinco años. Me estoy refiriendo a El síndrome Chéjov, claro, cuyo autor es Miguel Ángel Muñoz, también cuentista. Pero no es el momento de hablar del Miguel Ángel Muñoz escritor, sino del Miguel Ángel Muñoz blogger. En su bitácora da cuenta de todo lo relacionado con el relato, amén de incursiones en otros campos. Una de las secciones que le granjearon más visitas fue la dedicada a entrevistar a cuentistas españoles, desde los más consagrados como puede ser el caso de José María Merino o Cristina Fernández Cubas, a otros autores más desconocidos como Sara Mesa, pasando por referentes de los últimos años, como son el caso de Eloy Tizón o Ángel Zapata.

Desde que empezaron a publicarse estas entrevistas tuve el deseo de que alguna vez vieran la luz en forma de libro. En más de una ocasión estuve tentado de imprimirlas y encuadernarlas, pero me parecía un poco sacrílego unir todas esas preguntas y respuestas en un canutillo negro, así que prefería ir a su fuente original para releerlas. Ahora, la editorial Páginas de Espuma las reúne como se merecen: con una portada impresionante a cargo de Fernando Vicente; un prólogo muy interesante del propio Miguel Ángel Muñoz; y estructuradas en diversos capítulos, desde los decanos del género hasta los nuevos nadadores, en homenaje a uno de los grandes del género, John Cheever.

De las treinta y seis entrevistas no voy a hablar, es ridículo. De hecho, el propio intento de realizar una reseña de este libro es poco menos que innecesario. Las conversaciones que mantiene Miguel Ángel Muñoz con sus iguales me parece que hablan por sí solas. Muñoz compagina con gran habilidad e inteligencia preguntas relacionadas con el análisis de las obras de los autores entrevistados, con otras de carácter más general como pueden ser sus autores preferidos o un cuento que les sorprendiera en su momento. Los entrevistados se entregan en cada una de las respuestas. Al final, uno tiene la sensación de estar asistiendo a una charla entre dos amigos.

Alguno echará en falta algún nombre clave del cuento actual, y el propio autor reconoce la tara: “sin embargo, acabé por entender que el que pudiera publicarse un libro con ausencias incontestables era también una demostración de la riqueza y el vigor del cuento español de los últimos años”. Podríamos aplicar aquello de que no están todos los que son, pero son todos los que están.

Lo que sí me parece interesante es subrayar la necesidad de leer este libro con un lápiz a mano o, si sois muy puristas, con una libreta y un bolígrafo porque este libro es imprescindible a la hora de conocer por dónde camina el cuento español en estas dos últimas décadas.


Publicado en Culturamas el 21 de didiembre de 2011

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El precepto roto - Shimazaki Toson

Los eta o Burakumin son la clase social más baja de Japón aunque aparentemente no se distingue del resto de japoneses ya que comparten etnia, raza y lengua. Sin embargo, gracias al koseki, algo así como los estatutos de limpieza de sangre en España, se puede saber si un ciudadano japonés es un descastado. Tradicionalmente, la discriminación se produce debido a la ocupación que desempeñaban sus antepasados, normalmente trabajos relacionados con la muerte de seres vivos: cazadores, carniceros, ganaderos, curtidores o sepultureros. Carlos Rubio señala en el prólogo que estos trabajos eran considerados impuros: "debidos tal vez al fuerte énfasis del sintoísmo en las nociones de purificación, y del budismo, en la prohibición de quitar la vida a cualquier ser vivo".

Ushimatsu Segawa es un joven profesor eta que, sin embargo, y gracias a los esfuerzos de su padre, ha conseguido mantener en secreto su procedencia. El padre era consciente de que en el momento en que descubrieran que su hijo era eta, este sería rechazado así que insistió de manera constante para que, bajo ningún concepto, confesara su origen. Estas palabras las tiene muy presente Ushimatsu, pero por otro lado admira a Rentaro Inoko, escritor de origen eta, que no oculta su condición. Se da así una dicotomía entre la obediencia al padre de carácter confunciano, y la de ser uno mismo; la tradición y la modernidad. De esta manera, el joven Ushimatsu vive atormentado con su secreto y no sabe si contarlo aunque sea al escritor solamente.

Por otro lado, Toson construye una fuerte crítica social de la sociedad japonesa de principios del siglo XX, donde los intereses personales están por encima de cualquier otro valor, incluso por encima de la vida misma.

Buen descubrimiento, en definitiva, de este autor inédito hasta la fecha en una editorial de habla hispana (Sí se da el curioso caso de que la editorial Luna books publica libros en castellano de autores japoneses, pero su sede está precisamente allí, en Japón). Una vez más, una editorial independiente, nos muestra una joya desconocida.

martes, 20 de diciembre de 2011

Diario (1887-1910) - Jules Renard

Conocí a Jules Renard gracias a Vila-Matas. También gracias a Vila-Matas conocí a Emanuelle Bove, a Robert Walser, y a tantos otros. El escritor catalán se hacía eco de una de las sentencias que el francés apuntaba en su diario: "la vida es corta y aún así nos aburrimos". Uno, que es bastante existencialista, enseguida se sintió atraído por esta frase. Apuntó el nombre del escritor en una libreta, sumándose así a los quinientos nombres más que bailaban en sus hojas, y ahí quedó la cosa. Hasta el otro día que, paseando por Madrid, entré en Antonio Machado (la del círculo) y me lo encontré. Era una señal, había llegado el momento de comprarlo.

Gran parte de su diario se compone de aforismos como el mencionado más arriba, aparte de una ironía muy cercana al cinismo; se muestra bastante duro tanto con su obra como con la de otros escritores de su época. Por momentos da la sensación de ser un tipo envidioso con ansias de fama.

También llama la atención el profundo desprecio que sentía por su madre y, en menos medida, por su padre. No obstante, esta fue una de sus grandes obsesiones tanto en su vida como en su obra.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Curso de librería - Fernando San Basilio

Esta fue la primera novela de Fernando San Basilio. Leí hace poco, realmente muy poco, la segunda, Mi gran novela sobre La Vaguada y me pareció bastante interesante, así que decidí buscar su ópera prima.

El protagonista, del que nunca sabemos el nombre, ha sido seleccionado junto con otros parados para hacer un curso del INEM. El curso se llama igual que el título de la novela y, en tres meses, que es su duración, pertenecerán a la primera generación de libreros formados como tales. Pero qué pasa, que una librería, por mucho que tenga su encanto, por mucho romanticismo que haya detrás, es un negocio, y lo que importa es ganar dinero, poder vivir de ello. Por lo tanto las clases están centradas en el marketing, aunque también hacen un recorrido por la historia del libro (¡en cuarenta minutos!), e invitan a conferenciantes a dar diferentes charlas que giran en torno al mundo del libro. Es igual, todo es una gran mentira; lo importante es completar el curso de cuatrocientas horas para que:

A) La academía Diderot, que así es como se llama el centro donde tienen lugar las clases, reciba la subvención del Estado por dar cursos de formación ocupacional.

B) El Estado tenga la conciencia tranquila porque está haciendo todo lo posible por el pleno empleo.

C) Los alumnos se olviden por unas horas al día de lo miserables que son sus vidas.

Porque, al fin y al cabo, la novela va de eso, de perdedores. Pero no solo los alumnos son los perdedores, los profesores también acompañan a sus discípulos en la mediocridad.

Es cierto que hay una cierta crítica a las librerías, pero no me parece tan importante como el hecho de la situación que nos plantea a través de sus personajes: el cansancio de (sobre)vivir en la rutina y la falta de expectativas futuras.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Tania con i - Enrique Rubio

Con esta, su segunda novela, el escritor murciano consiguió el Premio Francisco Casavella en la edición de 2011.

El escritor Guillermo Ruano es un joven novelista encargado de realizar la biografía de Tania con i, una pueblerina que sin demasiadas luces ha conseguido tener el mundo a sus pies. Sin embargo, lejos de escribir una biografía al uso, Ruano intercala la vida de Tania con la suya propia, con mails que intercambia con sus editores, con su agente literario, etc. Para construir la biografía, el joven escritor se vale de dos decálogos dicotómicos: el de Robert Mackee, de corte clásico; y el de Vicente Verdú, de caracter postmodernista. Enrique Rubio juega con esa dualidad y construye su novela entremezclando aspectos clásicos con otros puramente vanguardistas.

Toda la novela constituye una crítica brutal y afilada hacia las modas, la imagen, la falta de personalidad, las tribus urbanas, supuestamente al margen del sistema capitalista y, sin embargo, absorbidas por el propio sistema. ¿Quién no se ha planteado alguna vez que pensaría el Che Guevara si se viese en cualquier objeto que se le pudiera ocurrir con su estampa inmortalizada por Korda? Sin ir más lejos, hace algunos años, se puso de moda, entre la gente más pija, los palestinos, esos pañuelos que llevaban no hace tanto un grupo mucho más reducido. Lo que antes se compraba en mercadillos y alguna tienda alternativa, de repente era uno de los complementos estrellas en Zara, Bershka o Springfield. Además disponían de una amplia gama de colores, que antes solo eran grises.

Además, Rubio arremete contra la generación nocilla, que también es muy contracultural, tanto tanto, que publican en grandes grupos y aparecen en todos los medios. Eso sí que es estar al margen.

Al igual que en la anterior novela (Tengo una pistola) Tania con i me recuerda a las novelas de Chuck Palahniuk en ese estilo provocativo, políticamente incorrecto y repetitivo. Por eso o te gusta o lo rechazas de plano.

Lo que es incuestionable es la capacidad de Rubio para construir algo diferente.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Tanta pasión para nada - Julio Llamazares


Inciso: no suelo hacer reseñas negativas; no al menos desde hace un tiempo. Puedo valorar aspectos positivos y aspectos negativos (como es lógico), pero si los segundos superan a los primeros prefiero no hacer ningún tipo de reseña. En este caso, sin embargo, al querer dar cuenta de los diez finalistas de los Premio Setenil veo consecuente comentar cualquier tipo de opinión que me merezca el libro. Dicho lo cual, comenzamos.

Su verdadero problema era que no estaba dotado para el relato (...) Por eso él no escribía cuentos: porque no era su distancia.


Así define el narrador al protagonista de Un cuento por encargo, un escritor al que le solicitan que escriba un relato para llenar el vacío de noticias que se produce en el periódico en la temporada estival. Lo curioso es que, como el propio autor señala en el prólogo, este cuento lo escribió para un periódico, por entregas. Esto nos hace pensar que, muy probablemente, Llamazares se enfrentara con el mismo problema que el protagonista del cuento, esto es, que pasaran los días y no supiera qué escribir, cómo abordar un cuento. Finalmente optaría por la metaficción para salir airoso. En ese sentido, honra al autor el sincerarse con sus lectores y poner en boca del narrador las palabras arriba señaladas.

Por otro lado, creo que casi todo cuentista entrevistado al que se le pregunta por qué cree él que el cuento no goza de muy buena salud y el público mayoritario sigue decantándose por la novela, un amplio porcentaje señala, entre otras cosas, que uno de los principales problemas son los cuentos escritos por encargo, normalmente pedidos a novelistas que no suelen dedicarse al relato corto, para rellenar huecos en los diarios. El resultado de estos compromisos suelen hacer un flaco favor al género breve. Aun en el supuesto de que miremos para otro lado cuando se dan estas circunstancias, lo que ya no logro comprender es por qué, no contentos con eso, le ofrecen la posibilidad al autor de, con unos cuantos relatos más, hacer un libro. Una vez más, Un cuento por encargo, nos da la respuesta: Aparte de pagar bien, cosa que ya sabía por experiencia, el periódico le brindaba una oportunidad de oro de contactar de nuevo con sus lectores. Llevaba tres años sin publicar un libro.

Desde El cielo de Madrid, en 2005, Julio Llamazares no publicaba una obra de ficción. Parece posible que desde la editorial recomendaran a Llamazares  llevar algunos textos a imprenta para saciar a sus lectores.

El resultado de este despropósito son tres cuentos por encargo, uno en una antología y los otros dos para un periódico, y un puñado más, hasta doce, que se parecen más a apuntes para una narración futura que relatos trabajados. Cierra la colección un microrrelato que me parece una de las piezas más destacables del conjunto.

Lo que verdaderamente me da rabia de todo este asunto, es que considero a Julio Llamazares un gran escritor, por eso me pregunto si era necesario este libro.

Reseña publicada en Culturamas el 13 de diciembre de 2011.

martes, 13 de diciembre de 2011

Ensimismada correspondencia - Pablo Gutiérrez

Antes que nada quiero dejar claro que esto no es una reseña (si es que alguna vez he hecho una reseña en este blog). Solamente es una nota marginal con unas sencillas pautas:

1. Un autor: Pablo Gutiérrez.
2. Un libro: Ensimismada correspondencia.
3. Una petición orden: Leedlo.

Finalista del II Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero, cuyo ganador fue Marcos Giralt Torrente con la obra El final del amor, Pablo Gutiérrez nos entrega nueve cuentos, más el que escribió para la revista Granta, que llevan su inconfundible factura. Y es que la prosa de Gutiérrez es fácilmente reconocible. Lo que es más complicado es tratar de averiguar sus influencias. Yo no se las encuentro, y creo que tengo algunas lecturas a cuestas. Su estilo me parece muy personal. Y por eso me resulta complicado hablar de esta lectura.  

Los relatos que componen la antología son duros, como la vida, pero hay poesía, también como en la vida. Porque lo importante es la mirada con la que se digan las cosas y la de Pablo Gutiérrez está llena de lirismo dentro de la cruda y monótona realidad.

Fin de la nota.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Diario del hombre pálido - Juan Gracia Armendáriz

Una vez más, no sé muy bien cómo, voy rebotando de título en título hasta acabar con Diario de un hombre pálido entre mis manos. Todo un descubrimiento. Es la magia de la literatura.

Juan Gracia Armendáriz sufre problemas renales desde hace años. A los veinte años le trasplantaron un riñón y ahora, veinte años después, espera un nuevo donante. A lo largo de los ciento sesenta y nueve días el autor nos narra ese periplo. La rutina de la diálisis, tres veces por semana; cuatro horas cada vez pegado a un riñón artificial que filtra la sangre por él. Nos habla de sus compañeros en la sala del hospital, de cómo sobrelleva cada uno la enfermedad, de las enfermedades que se generan a raíz de la insuficiencia renal, de la muerte de algunos de los pacientes, del trato de médicos y enfermeras un tanto indiferentes.

Podría parecer este un libro duro, y lo es en algunos aspectos y en la descripción de algunos pasajes desagradables, especialmente cuando habla del resto de pacientes con nefritis, pero Armendáriz no se muestra autocompasivo: señala las consecuencias de su enfermedad pero, más bien al contrario, se muestra lleno de vida, acude a un gimnasio donde quema las partículas malas de su cuerpo,  hace planes, y se vuelca en su hija Alejandra, un pilar fundamental por lo que se desprende del libro. En estas páginas hay sitio hasta para el humor más disparatado: véase la descripción que hace de los distintos tipos de orina como si de un enólogo se tratara.

Este es un gran libro y Armendáriz, al menos en este diario, da muestras de ser un gran narrador.

martes, 6 de diciembre de 2011

Los muertos, los vivos - Beatriz Olivenza


Con este libro de relatos la escritora madrileña Beatriz Olivenza se convirtió en la única mujer finalista de la VIII edición de los Premios Setenil, que otorga el ayuntamiento de la ciudad murciana de Molina de Segura al mejor libro de relatos publicado en el año. En esta categoría, Olivenza ha obtenido algunos de los premios más importantes a nivel nacional, como el Gabriel Miró o el Ana María Matute  de Narrativa de Mujeres. Además, tiene tres novelas publicadas.

El título de esta colección de relatos lo toma prestado del último verso del poema Vida Urbana, de Jorge Guillén. Tras un paseo por la solemnidad del cementerio, entre lápidas y silencio, el poeta se da cuenta de que fuera está el murmullo constante de la ciudad que no se detiene. Las dos últimas estrofas dicen así:

Hervor de ciudad
En torno a las tumbas.
Una misma paz
Se cierne difusa.

Juntos, a través
Ya de un solo olvido,
Quedan en tropel
Los muertos, los vivos.




Y así, en tropel, es como conviven los muertos con los vivos en este libro. Podríamos decir que es un libro de fantasmas, y no mentiríamos, pero nos quedaríamos en la superficie. En los nueve cuentos que componen la colección aparecen muertos, pero no dan ningún miedo, más bien al contrario. Nos dedican su tiempo infinito, del que disponen, para acompañarnos en la transición hasta la muerte, como ocurre en Acompañantes. En otras ocasiones vienen a la cena de Navidad; tras muchos años, vuelven a ocupar sus sillas. Así sucede en Reunidos. O puede que solo quieran mimar a su madre, enferma de cáncer, como en Olvido tras el cristal. Solamente hay un cuento en el que el fantasma dé miedo, es el que lleva por título Sueños simétricos. Aquí sí hay un elemento perturbador.

La poética de la autora para este libro la encontramos en la voz del narrador de Ángulo muerto. Tres amigos van al entierro de un cuarto. El narrador recuerda que no hace mucho se reunieron en la casa del difunto y en un momento de sinceridad se confesaron sus miedos más inexplicables, esos que nos acompañan desde hace tiempo como un castigo y que no nos atrevemos a contar.  Cuando le toca el turno al narrador dice: No sé que edad tenía cuando descubrí que a la gente que quiero se la tiene que tragar la tierra (…) ese día empezó mi condena.

Para que de alguna manera esos seres queridos no se vayan, Beatriz Olivenza los invoca y, lejos de ser almas errantes que siembran el pánico allá por donde pasan son, más o menos, como han sido mientras han vivido. Al fin y al cabo, ¿por qué iban a cambiar?

Reseña publicada en Culturamas el 5 de diciembre de 2011

lunes, 5 de diciembre de 2011

Los incógnitos - Carlos Ardohain

Dos publicistas no muy buenos, intento de escritores (han ganado algún concurso literario), y amantes de las novelas negras, deciden montar una agencia de detectives. Qué mejor que paliar la monotonía diaria con un poco de literatura. Porque al montar su agencia, Equis e Igriega, los protagonistas, van a ver colmadas sus ansías de aventura, de espionaje, de encuentros con seres desagradables o misteriosos.

Ópera prima del escritor argentino Carlos Ardohain, es una obra muy inteligente, que juega con la literatura de género pero con dos personajes que poco o nada tienen de detectives. Con fina ironía, Ardohain va construyendo la novela a base de pequeños capítulos que va focalizando en los diferentes personajes que pueblan sus páginas: Equis e Igriega, pero también la tarotista Tamara, el músico Fausto que vivió un pasado más glorioso, o la asistenta de este, Margarita. Además, se está escribiendo la novela de lo que está pasando. Cuando la realidad tome tintes de novela negra, la Literatura tendrá que tomar tintes de realidad.

Un punto a destacar son los diálogos donde, bajo su aparente simpleza esconden un lenguaje ágil y cargado de profundidad, que matiza a los personajes.

Es un libro para celebrar, que poco tiene que ver con las novelas postmodernas que andan de boca en boca para bien o para mal (eso es lo de menos, lo importante es que hablen de ellas). Y sin embargo, en esta novela también se habla de la novela dentro de la novela, se teoriza sobre la construcción de la misma, tiene algo de pastiche. ¿La diferencia? Supongo que la calidad y la invisibilidad del autor, tanto fuera como dentro de la novela.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Tengo una pistola - Enrique Rubio

Cascaradenuez, nuestro protagonista, es una especie de Hikikomori que lleva diez años sin salir de su casa. Su única relación es a través de Internet y con un psicólogo que viene a su casa de vez en cuando. Cuando esto ocurre, Cascaradenuez se pone un casco en la cabeza, por lo que el psicólogo realmente no sabe quién es. Además, quien suele hablar es el psicólogo, de modo que más bien parece que es el médico el que necesita tratamiento. No es casual que sea este, y no el paciente, el que se sienta en el diván. De esta manera, también se justifica que, después de un episodio desagradable que tiene lugar a mitad del libro, el psicólogo quiera seguir yendo a casa del Hikikomori.


La novela está estructurada en dos partes. La primera es la más brillante y te lleva hasta el límite. La segunda, en principio, parece que te decepciona, sobre todo al comienzo; sin embargo, es difícil mantener el ritmo de la primera parte donde Enrique Rubio ha tensado tanto las cuerdas que corre el riesgo de que se rompan. Por lo tanto, el cambio de actitud que toma el protagonista es una decisión muy inteligente por parte del autor.

Paralelamente a las idas y venidas de Cascaradenuez, el protagonista sueña por las noches que es el héroe de un videojuego, una especie de Resident Evil, en una Manhattan infestada de zombies. Esta historia del videojuego corre en paralelo con la principal. Si en el sueño es un héroe, en la vida real Cascaradenuez es un antihéroe, que se cree héroe y Elegido para desenmascarar la realidad.

El estilo se asemeja bastante a Chuck Palahniuk, sobre todo en la enumeración de datos estadísticos o la repetición de frases a modo de mantras: "Quien pillara unas vacaciones de pescador en los mares de Noruega a la intemperie, en medio de un ciclón."; "Quien pillara un atentado terrorista. Quien supiera dónde van a colocar la próxima bomba." También en esa especie de "Simón dice" que utiliza el escritor norteamericano: "AEnima dice que el Elegido debe renunciar a su cara"; "AEnima dice que CELOS es un parche para evitar criar los hijos de otro sin saberlo". Además el último tercio de la novela me recuerda bastante a El club de la lucha, sobre todo en la creación de la secta y en el amor como redentor, esto último también se encuentra en Pigmeo, aunque esta novela es posterior (al menos la traducción al castellano). Por último, el lenguaje, también se me asemeja a Palahniuk, cargado de sentencias tan políticamente incorrectas como no por ello menos verdaderas en muchos casos. Es por ello un libro incómodo de leer, excesivo en ocasiones y, sin embargo, consigue que queramos a Cascaradenuez, que le entendamos.

Poniéndonos tiquismiquis, no me creo las palabrotas que utiliza la Cajera: leche y coñe. Cada vez que las leía pensaba en Doña Rogelia. Tampoco me convenció el hecho de que Cascaradenuez y otro personaje de la novela sufrieran abusos escolares en su infancia. Me ocurrió igual con la película de Gus Van Sant, Elephant. En una escena salen los compañeros de clase tirando bolas de papel a los futuros asesinos. No creo que el autor justifique sus actos por el hecho de haber sufridos de pequeños, pero parece que de alguna manera se les legitima.

En cualquier caso, se trata de una muy buena primera novela escrita con pulso firme. En breve leeré su segunda novela: Tania con i, 56ª edición.