jueves, 28 de marzo de 2013

De repente llaman a la puerta - Etgar Keret

Tengo un vago recuerdo de cómo llegué a la obra de este escritor israelí. Supongo que sería por alguna comparación con Kafka que, si bien es cierto que tildar a un escritor de kafkiano hoy en día es una práctica muy habitual, siempre he sentido especial inclinación por autores raros, por llamarlos de alguna forma. Así que si aparece el nombre del escritor checo por algún lado procuro echar un ojo al libro en cuestión. En este caso leí Un hombre sin cabeza y no tengo un especial recuerdo de aquello, aunque algo de bueno tendría si cuando salió este libro publicado un resorte en mi cabeza me dijo que tenía que hacerme con él. También a raíz de la publicación de este último título, la editorial DeBolsillo ha editado en un solo volumen La chica sobre la nevera (para muchos, su mejor obra) y Pizzería kamikaze.

En esta nueva incursión en el relato, Keret se desmarca con treinta y ocho historias de breve extensión. Relatos y microrrelatos se dan de la mano en esta colección. Con gran variedad temática, prima la desacralización del arte de escribir, como en el cuento que da título al libro o en Escritura creativa, la falta de solemnidad y el humor de todos los colores: surrealista, alocado, marciano, kafkiano (sí, kafkiano), a lo Woody Allen o a lo Groucho Marx; todos ellos parecidos pero a la vez con diferentes matices. Bajo un hecho nimio y cotidiano, Keret despliega un imaginario que se reinventa en cada cuento para llevarnos a una situación en muchas ocasiones absurdas. Pero bajo esa aparente liviandad, se enmascara una profundidad mayor. Así, en Mentiralandia un hombre se expone a sus mentiras de manera literal; Mañana saludable habla de la soledad del individuo; o ¿Qué llevamos en los bolsillos? muestra una posible historia de amor a través de una enumeración de objetos.

Cuentos ágiles de aparente sencillez pero demostrando ser un profundo conocedor de las preocupaciones  del ser humano.

miércoles, 6 de marzo de 2013

El abrigo de Proust - Lorenza Foschini


Jacques Guérin fue un bibliófilo adinerado que se dedicó a recopilar manuscritos y obras raras de grandes escritores, franceses en su mayoría. Llegó a tener una de las colecciones más importantes de Francia. Sin embargo, su obsesión por la figura de Marcel Proust le llevó a dedicar gran parte de su vida a la recopilación de todo cuanto pudiera conseguir del escritor de En busca del tiempo perdido

Guérin era admirador de la obra de Proust, pero fue por casualidad como llegó a contactar con la familia de este. Robert Proust, hermano de Marcel, era médico y atendió a Jacques en un momento dado; como muestra de agradecimiento, Guérin fue a visitarle a su casa. Robert le condujo a su despacho y Jacques comprobó que el escritorio, así como la biblioteca, era heredada de Marcel. 

Por su parte Marthe, la mujer de Robert, quería quemar todo escrito de su cuñado por considerarlo escandaloso y por la inclinación homosexual de Marcel Proust. Desde ese momento Jacques cominza un periplo lleno de pesquisas y, poco a poco se hace con los manuscritos, los muebles, la cama donde escribió gran parte de su obra, o el abrigo tan característico del francés.

El libro es un apasionado retrato del bibliófilo pero, también, del fetichista obsesionado por recuperar cada objeto personal de una de las figuras capitales de las letras universales. Cualquier amante de los libros no puede dejar de ponerse desde el primer momento de parte de Jacques Guérin. Estamos de acuerdo en que no es un libro para cualquiera ya que el tema es muy concreto, si bien es cierto que, si pensamos en términos generales y abstractos como si de una ficción pura se tratase, la historia es interesante.

domingo, 3 de marzo de 2013

Albatros - José Luis Torres Vitolas

En la tradición de las grandes novelas políticas latinoamericanas, José Luis Torres Vitolas reconstruye en esta brillante obra una época negra reciente de Perú, la del presidente Alberto Fujimori.

En Ginebra, dos antiguos miembros del ejército se reúnen después de más de veinte años y recuerdan los convulsos primeros años de los noventa. Sendero Luminoso, la violencia, los escándalos, el narcotráfico, se dan cita en esta dura novela.

Estructuralmente me recuerda a dos obras maestras del también peruano Mario Vargas LLosa como son La ciudad y los perros o Conversación en la catedral; y, más recientemente, a Bioy del, de nuevo peruano, Diego Trelles Paz, con la que además comparte ciertas líneas temáticas. 

Diálogos que se entrecruzan en el espacio y en el tiempo, personajes que hablan del pasado y del presente, artículos periodísticos y voces populares. Novela que necesita de un lector cómplice, cosa que se agradece enormemente, que se involucre en la historia y que vaya desenmarañando poco a poco la madeja para que, al final, todo cobre sentido. Lectura para leer de manera atenta, para no perderse pasajes y frases pronunciadas por unos y por otros, porque no sabemos quiénes hablan y cuándo lo hacen.

Realmente buena esta novela, de una madurez literaria admirable.