miércoles, 30 de mayo de 2012

De la máquina - Alberto Lema

¿Qué pasaría si Anonymous consiguiera, a través de la red, organizar una guerrilla para combatir contra los grandes magnates mundiales? ¿Si no solo se cometieran ataques en el ciberespacio, si no que se crearan unas especies de células que actuaran contra el capitalismo más salvaje? ¿Si el movimiento 15M dejara su vertiente dialogante y comunicativa y pasara a la acción más directa y violenta? ¿Y si el cabecilla de todo esto fuese Deep Blue, aquella máquina creada para jugar al ajedrez y que fue capaz de derrotar al campeón del mundo vigente en aquel momento, Gary Kaspárov? ¿Y si Deep Blue no quisiera ser una máquina?

Pues de todo esto va la última novela del gallego Alberto Lema. Diversos personajes aparecen y desaparecen como los ojos del Guadiana. Lois es un treintañero que chatea con Mirta y un día se conocen sin que él sepa que en realidad es la mujer con la que pasa las horas delante de la pantalla del ordenador; Estevo es un licenciado en biología que no tiene ambiciones y que es un experto en cambiar de trabajo cada poco tiempo; Pereira es un policia gallego que investiga a dos mormones americanos; estos, a su vez, están en Santiago de Compostela para investigar a posibles aliados de la máquina. Y entre medias de los personajes, diferentes acciones aparentemente inconexas con la historia, pero que al final forman un todo más o menos homogéneo. Y digo más o menos, porque algunos de los personajes que han aparecido a lo largo del libro dejan de aparecer sin saber muy bien su paradero, aunque sí intuyéndolo. Porque la novela no acaba, si no que al final, empieza.

Entiendo que De la máquina no es una novela que le pueda gustar a todo el mundo, ni falta que le hace. El lector tiene que dejarse llevar y no desesperarse por no saber bien qué está ocurriendo. Estamos, de alguna manera, ante un género policial, así que el suspense tiene que estar presente.

domingo, 27 de mayo de 2012

Algún día este dolor te será útil - Peter Cameron

La principal fuerza de esta novela radica en el lenguaje, en el cuidado del mismo. James, el protagonista, valora el uso correcto del lenguaje tanto como su autor, Peter Cameron. Los diálogos son de una oralidad contundente, algo realmente complicado en la escritura; que una conversación fluya como si la estuviérmaos oyendo es todo un reto para el escritor.

James es un jóven que acaba de terminar el bachillerato y todo el mundo espera que vaya a la universidad, a Brown. Pero sus planes son otros: comprarse una casa de campo y pasarse los días leyendo en solitario. Le aterra relacionarse con otras personas y su visión del mundo es bastante sarcástica y descreída: "las personas pocas veces se dicen cosas interesantes. Siempre hablan de sus vidas, unas vidas que no son muy interesantes, y eso me impacienta. En cierto modo, creo que solo deberías decir algo si es interesante o es absolutamente preciso decirlo". Sí, James tiene algo de Holden Caulfield si este hubiera nacido en los años ochenta. Y sí, es un bildungsroman aunque no al uso porque James sabe bastante más de la vida que muchos adultos.

Una de las claves para que conectara con esta novela ha sido la de identificarme con James cuando yo contaba con su edad. La idea de ir a la universidad no me convencía; frases como: "estoy convencido de que puedo aprender por mí mismo todo lo que desee saber leyendo libros y buscando el conocimiento que me interesa. No veo la utilidad de pasar cuatro años, cuatro años muy caros, aprendiendo un montón de cosas que no me interesan especialmente y que sin duda olvidaré, tan solo porque eso es lo que se debe hacer. Y, además, no soporto la idea de pasar cuatro años en compañía de estudiantes universitarios", las he dicho en más de una ocasión a lo largo de mi juventud.

Un libro, pues, que si bien no os cambiará la vida, os hará disfrutar de buena literatura.

jueves, 24 de mayo de 2012

Una edad difícil - Anna Starobinets

Es curioso pero de repente un nombre como Anna Starobinets pasa de ser totalmente desconocido para mi a convertirse en alguien a la que quiero seguir la pista y su evolución como escritora. Y esto se debe, fundamentalmente, al trabajo encomiable de editoriales independientes que, por encima de todo, son profesionales. Podrán equivocarse con algunos títulos, pero al menos podrán tener la conciencia tranquila ya que habrán apostado por la calidad de la obra, no por el renombre que el autor pueda tener o por los miles de ejemplares que puedan vender. Claro que una editorial es un negocio. La diferencia entre los grandes grupos y las editoriales independientes estriba en un pequeño matiz: estas últimas entienden que NO solo es un negocio. Y arriesgan. Y, a veces, aciertan. Como con Anna Starobinets.

La presente antología recoge ocho relatos de diferente extensión: desde el que da título al libro, de más de setenta páginas, hasta el último relato, Espero, de cuatro páginas, siendo en la media distancia, en torno a las treinta páginas, donde la autora se encuentra más cómoda.

Solamente por el cuento titulado como el libro, Una edad difícil, ya compensa hacerse con este ejemplar. En él se nos cuenta la historia de dos gemelos, Maxim y Vika, que viven con su madre, Marina. Tras una otitis aguda, Maxim comienza a comportarse de manera extraña. Tiene ocho años. La historia va y viene hasta los dieciséis. El comportamiento de Maxim es cada vez más preocupante. Se vuelve cada vez más huraño; no se relaciona con nadie y no tiene amigos en el colegio. Además, cada día está más gordo y no se asea. La atmósfera que crea Starobinets es asfixiante e inquietante, capaz de erizar los vellos de punta.

Esta es una de las bazas más fuertes de la escritora rusa: la creación de ambientes desasosegantes dentro de la normalidad cotidiana. Algunos de los cuentos, como La grieta o Las reglas, son cuentos más de espacio que de trama.

La figura de la identidad y del yo está muy presente en cuentos como Vivos o La agencia, este último, a mi entender, muy borgeano, con una trama pseudopolicial/detectivesca que tanto admiraba el escritor argentino.

En La eternidad de Yasha, podemos ver más claramente su influencia patria, concretamente en la figura del genial Gógol. Ese hombre que un buen día se levanta y descubre que no tiene pulsaciones recuerda en gran medida al asesor Kovaliov que perdió su nariz. Pero también el protagonista de La eternidad de Yasha tiene ciertas similitudes con el protagonista de El capote al ser marginado por sus compañeros de trabajo; este por no llevar su prenda de abrigo, aquel por haber perdido el corazón.

Por último, La familia, puede leerse (y debe leerse) bajo la clave de la identidad, pero también, o de manera complementaria, en clave social: la monotonía del matrimonio y la vida conyugal.

Nos encontramos, pues, con un gran libro de relatos emparentados, por un lado, con la mejor literatura de terror y, por otro, con la mejor tradición rusa.


martes, 22 de mayo de 2012

Fante. Un legado de escritura, alcohol y supervivencia - Dan Fante

Uno de los temas recurrentes de la literatura universal es el de Escribir salva. Así, aparece en El guardián entre el centeno o en el Retrato del artista adolescente. Sin embargo, nunca había estado tan claro este tema como en este libro. A Dan Fante, literalmente, escribir le salvó la vida.

En esta autobiografía, que corre paralela junto a la de su padre, el mítico John Fante, Dan vive una auténtica montaña rusa de sensaciones y situaciones límites. Tan pronto amanece meado y vomitado en una habitación barata de motel, como que se encierra en otra durante días para superar su alcoholismo; consigue mucho dinero en diversos negocios, como que se ve arruinado y durmiendo en sofás de amigos; tiene una pareja medianamente estable, o acaba pagando a putas y chaperos de diversa índole para obtener sexo.

Dos son, pues, los pilares en los que se basa el libro: el alcohol y la relación con su padre. Del primero podemos decir que, durante muchos años, fue el mejor amigo de Fante, lo que le llevó a sufrir numerosos blackout (pérdidas de memoria), constantes cambios de humor, irritabilidad, depresiones, autolesiones y no pocos enfrentamientos personales con otras personas.

Del segundo, de su relación con John Fante, hay una dicotomía amor-odio. Desde los primeros años padre e hijo no se llevan bien, aunque finalmente acaban respetándose e, incluso, Dan llega a afirmar que: "John Fante era mi héroe".

En cuanto al estilo, es directo, sin contemplaciones ni florituras. A lo largo del libro aparecen tres frases que definen a la perfección la escritura de Dan Fante. Las dos primeras son de Franz Kafka: "un buen libro nos despierta como un mazazo en el cráneo"; "un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro". La tercera es un consejo que le dio su padre: "nunca pierdas el tiempo con algo en lo que tú no creas".

Las fotografías de la familia Fante completan el libro.

domingo, 6 de mayo de 2012

Al desnudo - Chuck Palahniuk

Chuck Palahniuk siempre se ha caracterizado por ser un tipo macabro y lleno de excesos. Sus narraciones están llenas de violencia, sangre, secreciones y provocación. Sin embargo este libro no tiene nada de eso. Al menos teniendo en cuenta que es un  libro Made in Palahniuk, es bastante light. En esta ocasión se centra sobre todo en la crítica al mundo del Hollywood de los años 40 y 50, la época dorada.

Hazie Coogan es el cerebro de Katherine Kenton. Mientras que la primera administra, aconseja y, sobre todo, aparta de personajes indeseables a su protegida, esta es la famosa actriz venida a menos de la que se intentan aprovechar diferentes hombres. Esa actriz que va recibiendo homenajes y condecoraciones porque actuar ya lo hace más bien poco. Y, entre medias, aparece Webster Carlton Westward III, dispuesto a conquistar a la actriz. Pronto, Hazie descubre que en realidad está escribiendo una biografía de Katherine para publicarla en cuanto muera. Claro, y si muere de manera trágica posiblemente venderá más. Así que pronto sabremos que Webster pretende asesinar a Katherine Kenton.

Además de la trama, más o menos ramplona, Palahniuk intenta criticar la soledad de la estrella rodeada de multitud y, a la vez, tan sola y desquiciada. Sin embargo, esta propuesta, no la consigue.

Un libro flojo, donde Palahniuk se imita a sí mismo sin conseguirlo. Particularmente me gusta más el Palahniuk corrosivo y desopilante. Recuerdo que en un taller narrativo nos preguntaban por nuestra familia literaria. Aquella que se sienta en nuestra mesa cuando leemos o escribimos. Yo colocaba una silla para Palahniuk, por si le daba por pasarse a última hora. Palahniuk es el tío lejano que está un poco loco pero que de vez en cuando, cuando viene, logra que pases un buen rato con sus historias disparatadas. Porque no esperas otras cosas de él, porque cuando viene algo melancólico y se intenta poner algo más profundo, te aburre. Pues eso.