domingo, 22 de diciembre de 2013

Mis mejores lecturas del 2013

De nuevo finales de año, momento en el que los suplementos literarios nos atiborran con las listas de los libros imprescindibles que no podemos dejar de leer. Como todos sabemos estas listas no sirve para nada, más allá de que se le vea el plumero al suplemento de turno y ensalce aquella novela que pertenece a su grupo editorial, por aquello de no morder la mano que te da de comer. Mi lista es igual de arbitraria que aquellas puesto que tengo gustos y preferencias personales y no me he leído todo lo que se ha publicado, a Dios gracias. Sin embargo aquí os presento las lecturas, dieciséis, con las que más he disfrutado este año que termina. No es necesario que el libro se editara en 2013, solo que yo lo leyera en esta temporada. La lista, en riguroso orden de lectura.

1. Novelas breves, de Juan Carlos Onetti. Ed. Eterna Cadencia.

2. Polvo en el neón, de Carlos Castán. Ed. Tropo editores.

3. Cuatro por cuatro, de Sara Mesa. Ed. Anagrama.

4. La trama nupcial, de Jeffrey Eugenides. Ed. Anagrama.

5. Leche, de Marina Perezagua. Ed. Libros del lince.

6. Los fantasmas, de César Aira. Ed. Mondadori

7.  Dios nunca reza, de Patxi Irurzun. Ed. Alberdania. 

8. Atrapados en el paraíso, de Patxi Irurzun. Ed. Gobierno de Navarra.

9. Técnicas de iluminación, de Eloy Tizón. Ed. Páginas de espuma.

10. El gato encerrado, de Andrés Trapiello. Ed. Pre-textos.

11. Años luz, James Salter. Ed. Salamandra.

12. Clases de literatura, Julio Cortázar. Ed. Alfaguara.

13. Fuera de aquí, de Enrique Vila-Matas. Ed. Galaxia Gutenberg.

14. Las bellas extranjeras,  de Mircea Cartarescu. Ed. Impedimenta.

15. Las reputaciones, de Juan Gabriel Vásquez. Ed. Alfaguara.

16. Librerías, de Jorge Carrión. Ed. Anagrama.

Repasemos: ocho novelas, tres libros de relatos, dos diarios y tres ensayos. De los dieciséis títulos, trece son de autores que escriben en castellano. Solo dos mujeres, es cierto, pero creo que dos de los escritores nacionales (independientemente del sexo) cuyas trayectorias habrá que seguir muy de cerca en los próximos años. Si no conocéis aún sus obras, os la recomiendo vivamente. 

El año que viene más.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Caballeriza - Rodrigo Rey Rosa

Llegamos a la última novela del volumen, Caballeriza, escrita en 2005; con diferencia, la más floja de las tres, aunque refuerza la tesis de la Guatemala desamparada regida por la ley del más poderoso. Así, por el primer capítulo de esta novela desfilan todos los personajes influyentes en la sociedad guatemalteca: terratenientes, funcionarios del estado, aristocracia; una pequeña oligarquía que controla todo lo que ocurre en el país centroamericano y que Rey Rosa describe en un cuadro perfecto. Están reunidos para celebrar el cumpleaños de un patriarca que vive de los caballos. Bien entrada la fiesta se produce una explosión en las caballerizas y muere un pura sangre. Un abogado que anda también en la fiesta le comenta al narrador, un escritor en busca de tema, que estaría bien que novelara lo que allí había sucedido. 

Pasamos a una segunda parte donde los capítulos son muchos más breves y los acontecimientos se precipitan. Tras la larga introducción la novela se convierte al género negro, donde aparecen crímenes, secuestros y pesquisas policiales.

De nuevo el recurso de Rey Rosa de la economía de estilo, donde solo se cuenta lo justo para provocar mayor desazón, es la mejor baza. 

Cuatro nouvelle muy interesantes de este autor que desconocía por completo y que me lo llevé a casa casi por impulso. Me apunto para futura lectura dos novelas que me han comentado: Lo que soñó Sebastián y La orilla africana.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Piedras encantadas - Rodrigo Rey Rosa

Piedras encantadas, publicada en 2001, es la tercera novela que se recopila en este libro y que gira en torno a Guatemala. El título hace referencia a una banda de niños que pululan por las calles de la ciudad, si bien es cierto que ese grupo solo aparece nombrado en el libro y que apenas sí tienen presencia. Sin embargo, sirve para reforzar ese sentimiento de país desgobernado que reina en esta serie de novelas.

En esta ocasión tenemos apenas una mera anécdota que no impide que en ella se sustente toda la trama: un hombre va a visitar a un amigo con su coche cuando un niño montado a caballo se le cruza en el camino. El niño es atropellado y el hombre, asustado, va a refugiarse a casa del amigo. Este le esconde el coche en su garaje, por lo que se convierte en cómplice. Partiendo de este hecho, Rey Rosa construye una novela negra sui géneris; aparece el detective que quiere encontrar al culpable; diferentes voces que dan cuentan de lo que han visto y que convierte la novela en una obra coral; las historias se entrecruzan y convergen. Y todo ello ocurre, aparentemente, en un solo día, por lo que la narración cobra mayor fuerza.

Por medio del detective descubrimos que el niño es un belga adoptado por una familia adinerada y que, quizás, no se trate de un accidente ya que hay intereses personales que llevarían consigo la muerte del niño. Digo quizás porque no lo sabemos ni lo vamos a saber en esta novela corta, ni tampoco es que nos importe, ni a los lectores ni al escritor. Porque de lo que se trata, una vez más, es de mostrar la cara oscura de una Guatemala que parece  buscar su propia ruina. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

Librerías - Jorge Carrión

Finalista del pasado Premio Anagrama de Ensayo, Jorge Carrión desgrana en este ameno ensayo qué es eso de las librerías y qué importancia histórica y vital han tenido a lo largo de la historia tanto para la colectividad como para el individuo. En los diferentes ensayos sobre libros, siempre han cobrado mayor importancia las bibliotecas que las librerías. Con este ensayo mezcla de narrativa de viajes y pasión por las librerías, Jorge Carrión viene a llenar ese hueco que faltaba para los amantes del papel.

Prescriptores, agitadores culturales del barrio, o simplemente amigos, los libreros han tenido y tienen gran importancia en la sociedad. Desde la mítica Shakespeare and company de Sylvia Beach y la de su compañera La maison des amis des livres, de Adrienne Monnier en la Rive Gauche del Sena, donde se dieron cita Joyce, Hemingway, Prévert, o Scott Fitzgerald; pasando por City lights, regentada por Ferlinghetti en San Francisco, donde se reunía la generación beat; hasta llegar a la actual Pequod llibres de Barcelona, donde Pere y Consuelo llevan ya algunos años poniendo patas arriba el barrio de Gràcia.

De la mano de Carrión deambulamos por librerías de los cinco continentes, desde lo histórico a la anécdota del propio autor con estos establecimientos, como el regateo por conseguir un determinado libro hasta tal punto de ir todos las tardes a preguntar por el precio y ofreciendo un poco más en su contraoferta y acabar llevándoselo el último día por el precio original que impuso desde el primer momento el librero. Que Hitler o Mao fueran amantes de los libros, incluso el dictador chino trabajó en una librería, y que ambos escribieran el suyo propio y bajo su mandato se prohibieran o quemaran cientos de títulos da una muestra del poder real de los libros y de lo indispensable de las librerías, más allá de modas, como con buen juicio señala Carrión en la crítica que hace a esos espacios donde se ha preocupado uno más por la estética que por el contenido. Se ha preferido invertir más en el arquitecto y en el decorador de interior que en el fondo de la librería.

Claro que este es un libro para amante de los libros. Eso es obvio. Pero creo que también es un buen libro de viajes, luego por ahí puede tener algunos lectores más. Además es un libro curioso que puede saciar algún apetito hambriento de nuevos artefactos literarios. Aquí tiene su libro.

lunes, 9 de diciembre de 2013

El cojo bueno - Rodrigo Rey Rosa

Segunda de las novelas reunidas bajo el título genérico de Imitación de Guatemala. Está dividida en dos partes muy diferenciadas en cuanto a extensión entre sí. En la primera, de apenas diez páginas, Juan Luis acaba de estar en casa de la Coneja. Éste, asustado, le comenta lo sucedido a Carlomagno. Ambos creen que Juan Luis busca vengarse por lo que deciden huir. La segunda parte, de unas setenta páginas, comienza con el secuestro de Juan Luis por parte de los dos personajes anteriores, más el Tapir, el Horrible y el Sefardí. Juan Luis conoce a varios de ellos ya que eran antiguos compañeros de colegio. En realidad no se trata de secuestradores profesionales, si no más bien de cinco muertos de hambre que quieren sacar tajada de Juan Luis, cuyo padre posee una inmensa fortuna. Sin embargo, este no parece dispuesto a pagar rescate alguno. Comienza así la etapa de castigos hacia su hijo, que llega a perder la pierna en una brutal amputación ejercida por los cinco secuestradores. El padre finalmente claudica y queda con los secuestradores para realizar el intercambio. Sin embargo, las cosas cambian en el último minuto. 

Pasa el tiempo y Juan Luis vive junto con su mujer en Tánger. Un día se encuentra por casualidad en un restaurante y descubre que el dueño es uno de sus secuestradores. Necesita averiguar el por qué de su secuestro, o al menos, saldar las cuentas, así que regresan a Guatemala y se produce el encuentro entre la Coneja y Juan Luis que se intuía en las primeras páginas de la novela. En esta última parte es magistral la tensión narrativa que logra crear Rey Rosa porque nos sentimos en todo momento en la piel de la Coneja, que no sabe si Juan Luis le va a matar en su propia casa. Al fin y al cabo, ¿para qué iba a ir si no? Nosotros, lectores, sabemos que no lo va a matar porque al comienzo del relato Juan Luis ya se ha ido de su casa, pero la Coneja en ese instante no lo sabe y logra que hasta lo dudemos nosotros.

Al igual que ocurría con Que me maten si... Rodrigo Rey Rosa no necesita más que un centenar de páginas para plasmar toda la violencia y ciudad sin ley que parece ser la Guatemala que dibuja. Sin embargo, en esta ocasión me quedo con el terror psicológico que logra  impregnar en la Coneja Juan Luis y que te deja meditando al cerrar el libro, porque no sabemos si la venganza se va a consumar o precisamente ya se ha consumado y Juan Luis ha sido más listo y, en lugar de asesinar a la Coneja, le deje que piense que lo va a hacer. De ahí la posible doble lectura del título.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Que me maten si... - Rodrigo Rey Rosa

Alfaguara recupera cuatro novelas breves del escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, que en España ha publicado con la propia Alfaguara, con Mondadori, Seix Barral y Anagrama y que pasa medianamente desapercibido entre el aluvión de novedades semanales. Los cuatro libros que se recogen en este tomo son: Que me maten si... (1996); El cojo bueno (1997); Piedras encantadas (2001); y Caballerizas (2006). En esta primera entrega hablaremos de la primera de ellas: Que me maten si...

Se trata de una novela coral de breves capítulos donde los personajes se van dando réplicas. Nos encontramos por un lado a Ernesto, antiguo militar que quiere cambiar las armas por los libros, y a su amigo Pedro Morán, que quiere continuar siendo miembro del ejército. Los padres de ambos han sido militares, sin embargo, el padre de Ernesto comprende que su hijo quiera abandonar las armas. Son tiempos convulsos, de falsa paz y donde altos cargos están involucrados en diferentes polémicas relacionadas con la extorsión y el tráfico de drogas. Parece que ese es el camino elegido por Pedro. Enrique, por su parte, conoce a Emilia en la universidad. Aquí aparece la otra parte. Emilia que, junto con un antiguo novio y algunos amigos, investigan por su cuenta para denunciar esas corrupciones políticas. Los acompañan un matrimonio inglés mayor; él es un incansable viajero y escritor de narrativa de viajes y novelas que, aduciendo que necesita documentarse, logra que le lleven por donde él quiere para posteriormente filtrar información. Sus últimas pesquisas le llevan a unos posibles abusos a menores

Rodrigo Rey Rosa denuncia con esta novela un país donde todos sus habitantes parecen mirar para otro lado, donde en los periódicos locales existía la censura y era a través de la prensa extranjera donde uno se enteraba de la matanza de civiles, del narcotráfico y de la corrupción. Se trata de una narración muy negra donde todo se halla condenado y no parece posible la salvación. En poco más de cien páginas, Rodrigo Rey Rosa, elabora todo un universo no exento de matices.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Las reputaciones - Juan Gabriel Vásquez

No había leído nada de este autor colombiano hasta que cayó en mis manos la novela por la que ganó el premio Alfagara: El ruido de las cosas al caer me parecía que tenía un corte clásico y un gran control en la trama narrativa. Después de aquel libro, llega ahora Las reputaciones, una novela corta en torno a la integridad y la independencia absoluta personificada en Javier Mallarino, caricaturista en un periódico nacional y azote de la clase política colombiana. Precisamente, esa clase política colombiana le rinde homenaje cuando empieza la novela. Luego ya tenemos el primer interrogante: ¿Es tan independiente como se dice si acepta un agasajo del estado al que denuncia? La novela se construye hacia atrás desde el mismo momento en que aparece Samanta Leal en el cóctel post homenaje, una joven antigua compañera de juegos de la hija de Mallarino y a la que le ocurrió un percance hace treinta años en casa del caricaturista con el congresista Cuéllar. En aquella época, Javier Mallarino era un joven rebelde que, alentado por su esposa Magdalena, se gana una reputación de hombre íntegro. Aún más, el incidente entre Cuéllar y Samanta será caricaturizado por Mallarino, lo que causará, a largo plazo, el final de la carrera política del congresista. Esto nos lleva a un segundo planteaminto: ¿puede un hombre abusar de su poder, de su merecido respeto de persona respetable, para hundir a otra persona? Ahora, treinta años después, tras hablar con Samanta Leal, Javier Mallarino se replantea todo su pasado para intentar vislumbrar su futuro.

Estamos ante una gran nouvelle donde en apenas 140 páginas Vásquez reconstruye toda una vida y plantea varios interrogantes de profundo calado filosófico y moral. Estoy deseando recuperar otros títulos del autor y adentrarme en su obra.

martes, 26 de noviembre de 2013

Las bellas extranjeras - Mircea Cartarescu

Sorpresa es la primera palabra que me acude a la mente cuando termino el último libro publicado en España de Mircea Cartarescu. Luego me doy cuenta de que la excelente traductora Marian Ochoa y el propio autor ya nos lo habían advertido en la nota de la primera y el prólogo del segundo (leo los prólogos al finalizar la lectura por si me destripan más de lo que quiero saber). Este libro no tiene nada que ver con el Cartarescu al que estamos acostumbrados, no con el Cartarescu de Impedimenta, algo más con el que editó Funambulista Por qué nos gustan las mujeres, aunque traducido del alemán. Quizás con El arquitecto, el relato que cerraba Nostalgia, por ese ambiente kafkiano, menos onírico y barroco.

Las bellas extranjeras está compuesto por tres relatos, dos de ellos, de mediana extensión y el que da título al libro que ocupa el cuerpo central y más de la mitad del libro. Todos ellos están escritos en primera persona y protagonizados por Mircea Cartarescu que, como él mismo nos aclara en una breve nota final, narra hechos que ocurrieron en su vida, pero distorsionándolos de alguna manera. Además, los originales aparecieron por entregas en una revista, hecho que se nota de manera especial en los finales y principios de capítulos aunque no por ello desmerece el conjunto. La pregunta sería si esta es una obra menor del escritor rumano. Sí y no. Sí, porque en estas páginas no vas a encontrar su particular estilo, sus imágenes potentes y su toque expresionista. No, porque a cambio vas a descubrir otra faceta de un gran autor. Particularmente prefiero al otro Mircea, pero no por ello este pierde calidad literaria.

El primer cuento se titula Ántrax y asistimos a la paranoia post 11 de septiembre. Mircea recibe una carta de Dinamarca y en un momento dado sospecha que el sobre contiene ántrax. Comienza a sugestionarse de tal forma que va a denunciar a la policía. Comienza así un cúmulo de despropósitos burocráticos que hubiera firmado el mismo Kafka. El relato que cierra el libro, El viaje del hambre, también es un homenaje al Artista del hambre del escritor checo. Aquí, un Cartarescu joven es invitado a hablar de sus libros a otra ciudad, donde es llevado de aquí para allá en una road movie alocada y donde el hambre está muy presente. Por último, Las bellas extranjeras, narra las diversas peripecias de un grupo de escritores rumanos que son invitados por el gobierno francés a hacer un tour por las diferentes regiones galas.

En esta versión de Mircea Cartarescu nos encontramos con un personaje caricaturizado que se ríe de todo, pero sobre todo de sí mismo. Es agradable ver cómo un escritor puede cambiar de registro. Me pregunto cómo aparecerá en sus diarios que en rumano sí que están publicados.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Informe del interior - Paul Auster

Con Informe del interior, Paul Auster cierra el repaso de su vida en esta especie de trilogía que comenzó con A salto de mata, que abarca desde la adolescencia hasta la treintena (y que me dejó muy buen sabor de boca); Diario de invierno, del que solo tengo referencias positivas y que habla de la madurez y la enfermedad, y este Informe del interior. También podríamos incluir La invención de la soledad aunque tiene mayor vocación de ficción que estas tres obras nombradas en primer lugar.

El libro está dividido en cuatro partes, de las cuales solo la primera me parece conseguida. En ella, que se titula como el propio libro, Paul Auster hace recuento de sus recuerdos más lejanos en el tiempo, cuando contaba con cinco, seis o siete años de edad. Lecturas, juegos, castigos, amigos se van apareciendo en pequeños párrafos inconexos unos con otros, pero que dan cuentan de la niñez de Auster.

La segunda nos narra dos películas que le impresionaron mucho en su día: El increíble hombre menguante y Soy un fugitivo. Apenas reflexiona sobre las películas, solo dice que le impactaron mucho y nos las desgrana casi secuencia por secuencia. 

La tercera parte, aunque floja, contiene algunos pasajes buenos. Son los años universitarios de Auster y, por medio de la correspondencia con su pareja de entonces, la escritora Lydia Davis, nos muestra su estado anímico y sus primeros titubeos como escritor.

Por último, la cuarta, es un álbum fotográfico de las otras tres partes totalmente innecesario y superfluo.

Hay ciertos libros que me gustan de Auster, de hecho quiero leer a continuación Diario de invierno y releer A salto de mata. Sin embargo, este es un libro que, creo que hasta para los más incondicionales, estarán de acuerdo en que es un libro muy flojo.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Fuera de aquí - Enrique Vila-Matas

Hace diez, doce años, cuando yo tenía diez, doce años menos, la mayoría de mis amigos y conocidos estaban enfrascados en sus carreras, algunos ya las estaban terminando, a otros les quedaban todavía un par de años pero se les veía bien, contentos con la decisión que habían tomado al salir del instituto. Yo acabada de dejar mi segunda carrera, o estaba a punto de hacerlo, cogía el autobús por las mañanas para ir a la facultad y me bajaba en una parada al azar y comenzaba mi vagabundeo. Muchas veces no tenía muy claro dónde estaba hasta que cruzaba alguna esquina o veía alguna tienda que me sonaba del recorrido del autobús. Caminaba sin rumbo por calles y barrios y me iba orientando para llegar al centro. Cuando abrían las librerías entraba y hojeaba libros durante horas. Siempre tuve la tentación de robar alguno, por el simple placer de hacerlo, pero me daba pudor. Imaginaba que al salir saltaban los chivatos y toda la clientela me miraba con reproche. Me hubiera muerto de la vergüenza. Al final los compraba. Había días que compraba tres o cuatro, uno en cada tienda, FNAC, Casa del Libro, Machado, alguno de segunda mano en alguna librería de lance. Entre los centenares de libros que compré, y leí (aunque no todos), en aquella época, apareció Vila-Matas. No sabría decir cómo llegué a él ni qué título fue el primero (muy probablemente sería Bartleby y compañía), pero recuerdo que me acompañó durante muchos años. Cambió la idea que yo tenía de literatura, de cómo era eso de escribir. Mezclaba narración autobiográfica, ensayo, memorias, ficción, y nombres, muchos nombres. Gracias a Vila-Matas descubrí a Emmanuel Bove, cuyo Mis amigos me acompañó en un viaje de autobús hasta un pueblo de la Mancha donde trabajaba mi novia de entonces como guía turístico y administrativa en un pequeño pueblo de Segovia. Cuando ella se iba, yo me quedaba en aquella casa de dos plantas, de madera, leyendo en la mesa del comedor, levantando la vista de vez en cuando para mirar a través de la ventana el río que pasaba al lado de casa. También me descubrió a otros autores, como Gombrowicz o Larkin, pero sin duda fue el descubrimiento de la figura de Robert Walser lo que más impacto me supuso en aquellos años de desequilibrio emocional. No era tan sencillo encontrar el Jakob von Gunten, y cuando me hice con él lo leí maravillado. Otro autor diferente, tan apegado a la literatura para comprender la vida. Tan ligado a la vida, que tuvo que salir de ella. Ya saben, Herisau, mañana de Navidad, nieve, y el resto. Walser aparece muerto. Después llegó La habitación del poeta, Historias de amor, La rosa. 

Paralelo a los descubrimientos vilamatianos, continué leyendo la obra del inclasificable autor catalán, ¿o era francés? ¿Quizá argentino? Era Vila-Matas y con eso vale para definirlo. Estoy prácticamente convencido que es el autor del que más libros he leído. En mi casa habrá diez o doce libros en cuyas portadas aparece su nombre. Y lo bueno es que aún me queda más de la mitad de su obra por leer. Reconozco que me empaché con su universo y decidí darme un respiro y no leerlo tan seguido, pero Vila-Matas fue una especie de mentor sin él saberlo en aquellos turbulentos años de mi primera juventud. Este Fuera de aquí trascribe las conversaciones mantenidas vía email con su traductor francés André Gabastou. Cada epígrafe del libro se corresponde, en su mayoría, con uno de los títulos de su obra  que Vila-Matas desgrana con su habitual estilo, engañando diciendo la verdad, tomando frases de otros que tampoco las dijeron e inventando su propia biografía. Sería bonito leer cada capítulo a la vez que lees el libro del que están hablando. Sería bonito que le dieran el Nobel.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Leche - Marina Perezagua

LA CONDICIÓN HUMANA

Hace dos años Marina Perezagua publicaba su primer libro de relatos, Criaturas abisales, que tuvo una gran acogida por parte de la crítica y los lectores habituales del género breve. En aquella ocasión, se reunían catorce historias donde ya podíamos apreciar su particular estilo, con ligeros tintes fantásticos y gusto por personajes al borde de la locura. También su querencia por el sexo o, más bien, por la sexualidad.

Con esta nueva colección de, de nuevo, catorce cuentos, Marina Perezagua aprieta un poco más a sus personajes y, dónde en el anterior volumen era maldad, ahora se transforma en crueldad, una crueldad que llega a su máxima expresión en el último relato, el que da título al libro, Leche, donde el lector tiene que detenerse ante la escena que se nos está narrando. Una imagen difícil de borrar de nuestra memoria, y que se basa en un hecho real que ocurrió en la guerra chino-japonesa.

Pero para llegar a este último cuento antes hemos tenido que superar otra serie de escollos no menos desagradables, como la chica que finge su propio funeral para emprender una nueva vida y de paso se entera de lo que pensaban de ella (El alga); una mujer que cuida de un marido desfigurado e irreconocible tras sufrir una explosión (Él); el regreso a casa de una hija para reprochar a su padre su abandono quince años atrás (Aniversario); o el monólogo de un profesor frente a la alumna a la que van a trasplantar el corazón (Transplante). Y, sin embargo, dentro de esas vidas a punto de desmoronarse, de esa inhumanidad y esa dureza casi inherente al ser humano, vislumbramos una especie de halo poético. Así ocurre en Las islas, donde un hombre se echa al mar con una colchoneta hinchable con forma de isla fascinado por una visión lejana a la que, poco a poco, se irá acercando. Como todos los cuentos recogidos en este volumen el final es desgarrador y violento, pero la imagen de una isla de plástico en medio de un océano muestra un fuerte contenido poético y metafórico. O la historia de amor entre una mujer y un minotauro en MioTauro, con un desenlace también estremecedor. Y es que, una de las bazas de estos relatos es la resolución de los mismos; no me refiero a giros inesperados en la última frase, si no más bien a la manera en que Marina Perezagua nos va llevando a un final que sabemos que va a ser duro, pero no tan devastador como para dejarnos sin aliento.

Catorce cuentos, pues, que hablan de la vida y de la muerte, situándose casi siempre a medio camino, en la enfermedad, donde todos somos más vulnerables. Personajes muy humanos llenos de contradicciones donde sacan su peor yo en situaciones de peligro o de anhelo. Al leer los cuentos de Marina Perezagua uno tiene la sensación de que escribir es fácil ya que la escritora teje una serie de historias de difícil factura de una manera tan natural y aparentemente sencilla que te descoloca. Empiecen por el primer cuento, Little Boy, que se sitúa en Hiroshima tras la bomba y lo que cambia la vida de la protagonista, no ya por la bomba en sí, si no por las posibilidades que le ofrece esta barbarie. Lean este primer cuento, como les digo y, si no se sienten atraídos por la manera de narrar de esta sevillana afincada en Estados Unidos, cierren el libro y vuelvan al best seller policíaco. Puede que aún no estén preparados para leer a Perezagua. Si, por el contrario, les gusta y deciden continuar con el libro, tengan cuidado, pueden sentirse identificados con sus personajes.

Reseña publicada en el número 360 noviembre de la revista QUIMERA.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Clases de literatura - Julio Cortázar

Entre los meses de octubre y noviembre de 1980 Julio Cortázar fue invitado por la universidad de Berkeley, California, para impartir un total de ocho clases de literatura. La editorial Alfaguara publica estas clases transcritas de manera casi literal de unas cintas magnetofónicas lo que provoca en el lector una sensación de estar asistiendo a esas clases, sentado en uno de los bancos de madera, escuchando el particular tono del escritor argentino con acento francés.

Lejos de academicismos, aparece un docente Cortázar cercano con sus alumnos, creando un vínculo directo con ellos, dándoles voz en la segunda parte de sus clases, permitiéndoles preguntar cualquier tipo de duda o curiosidad que tuvieran. Y es que las horas lectivas funcionaban de esa manera: una primera parte en la que Cortázar exponía un tema a raíz de unos pocos apuntes y mucho de improvisación (como él mismo confiesa), y una segunda, donde se daba un diálogo directo entre estudiantes y profesor.

Lo que tiene de interesante este libro, más allá de la vasta cultura del escritor argentino y la claridad de exposición de los diferentes temas que trata, es que, para dar sus clases, Julio Cortázar se basa en su propia experiencia como escritor para ejemplificar sus teorías. Así, lee a los alumnos unos cuantos relatos, bien completos o bien extractos, de su amplía producción cuentística y los comenta. También nos enteramos de la gestación de su libro emblema, Rayuela, de el por qué las Historias de cronopios y de famas, o se adentra en aspectos más políticos, como es su Libro de Manuel. Además, si un alumno le cuestiona, no tiene ningún reparo en hablar de Cuba u otras cuestiones políticas de la actualidad latinoamericana de los años ochenta, si bien es cierto que habla más de política, siempre relacionada con el escritor y la literatura, en las dos conferencias que cierran el libro y que pronunció en la misma universidad en esos dos meses intensos.

En definitiva un gran libro; lejos de esas otras ediciones póstumas sin mayor interés que el comercial, en estas Clases de literatura podemos ver a un Cortázar nuevo, pero a la vez de sobra conocido por sus textos y entrevistas.

Reseña para la web: Los libreros recomiendan

viernes, 25 de octubre de 2013

Locuras sin fundamento - Andrés Trapiello

Segundo de los tomos de los diarios de Trapiello correspondientes a 1988. Seguimos de la mano de su autor por los mismos escenarios ya conocidos: Las Viñas, su casa de Madrid cerca de Bárbara de Braganza, el Retiro (claro). Aparece un personaje sugerentes que creo que no aparecía en el anterior volumen: un tipo medio loco medio genial (como todos los locos) que está siempre en la panadería del barrio, unas veces tranquilo, medio ido, otras alterado hasta tal punto que tienen que llamar a la policía. En uno de esos estados alterados de este personaje (que no recuerdo su nombre pero qué más da), el propio Trapiello sale en su defensa cuando un tipo, posiblemente con razón, quiere pegarle por manosear a su señora esposa. Al final es el esccritor el que acaba recibiendo. Es solo uno más de esos episodios que le suceden que, de tan reales, no sirven para la ficción. Este loco aparece también, aunque con menos asiduidad (al menos hasta el momento) en el volumen séptimo, Una caña que piensa, que estoy leyendo actualmente junto con otras lecturas. Me pregunto si en los anteriores tomos, inencontrables a día de hoy, estará también presente. Esa es una de las razones de mi interés por leer los dietarios en orden, aunque no puede ser. En cualquier caso volveré a ellos según se vayan reeditando.

Otro lugar común que tienen estos cuadernos es la querencia de Trapiello para la greguería, que salpica las páginas cada cierto tiempo y que sirven también para descongestionar tanta cotidianidad.

Y poco más que añadir, que creo que no es necesario seguir comentando cada volumen que vaya terminando ya que, al fin y al cabo, serán de la misma índole. Y lo digo como algo positivo: me interesa su voz frente a la nada, su mirada frente a lo anodino, y sus anécdotas de corte surrealista.

martes, 8 de octubre de 2013

Años luz - James Salter

Salamandra ha tenido a bien de recuperar esta obra del autor norteamericano que parece que hubiera descubierto Antonio Muñoz Molina. Y digo que parece porque en abril de este año Muñoz Molina no conocía al autor de nada y, de repente,  dejó todo lo que tenía entre manos para dedicarse a la obra del escritor estadounidense, lo recomendó en El país y, al menos en la librería donde trabajo, hubo un pequeño boom de clientes preguntando por La última noche y, en vista de que nos quedamos sin existencias (el libro es de 2006 en su edición española, es decir, hace más de seis años por lo que tan solo teníamos un ejemplar de fondo), cualquier libro del autor. Alguno torcía el gesto, "si es nuevo, ¿cómo es que no lo tenéis?". "No, señor, no es nuevo. Tiene sus añitos ya y la editorial se ha visto superada, ahora mismo está en reimpresión". Algo parecido ocurrió con Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri, un libro que tuvo una nueva oportunidad a raíz de una recomendación de Fernando Trueba. Por un lado me parece perfecto, dos libros de relatos que se empiezan a vender y gozan de segundas vidas. Por otro lado asusta el poder de convocatoria que puede tener una persona. Quiero decir que estos libros eran ya buenos antes de que dos personas reconocidas les dieran su aprobación. Sea como fuere, la editorial Salamandra recuperó el pasado verano Juego y distracción, escrita en 1967. Ahora reedita, la anterior edición pertenecía a El Aleph y era complicada de encontrar, Años luz, escrita en 1975.

Años luz es una novela sensorial, descriptiva, que se fija en los detalles, en alguna charla suelta y en pequeños acontecimientos diarios para atravesar la vida de una pareja a lo largo de los años. Él, Viri, arquitecto; ella, Nedra. Clase acomodada, con una casa en Manhattan y otra de campo, disfrutan de los placeres que da su situación económica junto con sus dos hijas, Franca y Danny. Todo parece trascurrir con sosiego, con una moderada felicidad, no son el prototipo de familia americana, pero se le acerca bastante. 

Salter utiliza el recurso de capítulos breves, sin aparente conexión entre unos y otros más allá de la de que sus protagonistas son siempre la familia. Una cena, una charla con unos amigos, unas compras. Todo trivial, aparentemente. Porque James Salter va salpicando un poco allí y otro poco allá la narración de pequeños flashes que nos ponen en alerta. Un silencio. Un comentario. Un  gesto. Esta pareja no es tan feliz como parece. O lo ha sido, quizás, por qué no, pero el paso del tiempo ha ido haciendo mella y lo que antes eran pequeños roces ahora son enfrentamientos.

Novela que uno empieza a leer y sigue avanzando entre sus páginas, sin descanso. No hay nada especialmente llamativo pero eso no impide que continúes leyendo. Cuando te quieres dar cuenta, estás tan involucrado con los designios de esa familia que llegas al final sobrecogido. Las últimas tres páginas acaban por dejarte derrotado. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

El gato encerrado - Andrés Trapiello

Decía en la anterior entrada que últimamente me ha dado por leer libros cuyo punto en común es la narrativa del yo. Quería seguir con ello, y que menos que conocer estos dietarios de Trapiello que se conocen, de manera conjunta, con el nombre de Salón de Pasos Perdidos o Una novela en marcha. Deiciocho tomos tiene ya la novela, el último, Miseria y compañía salió el año pasado y corresponde a los apuntes de Trapiello durante el año 2003. Este El gato encerrado data del año 1987 cuando el escritor apenas llevaba publicados un par de libros de poesía y preparaba su primera novela.

¿Y que cuenta un escritor en sus diarios? Pues nada especialmente interesante, su día a día, sus viajes a las Viñas o a Venecia; sus paseos por el Retiro en busca de libros ajados y descoloridos; argumentos de novelas que probablemente nunca escriba; anécdotas como la de la vez que fue a una casa a comprar libros de una biblioteca personal y le recibió una caterva de yonkis extranjeros; o reflexiones sobre diferentes lecturas y autores. 

¿Por qué leerlo, entonces? Por la mirada, claro. Una vez más, el propio Trapiello lo dice en sus diarios, todo se ha contado ya, hay que partir de este precepto si uno se quiere poner a escribir. Una vez que hayas asimilado esto, que la literatura consta de cuatro temas y desde Ovidio están todos tratados, puedes ponerte a emborronar cuartillas. Otra cosa es que valgas para ello. Trapiello lo vale (menudo descubrimiento, ¿eh?). Lo que quiero decir es que la mirada de Trapiello, la forma de ver la realidad gris y monótona de nuestra existencia, el punto de vista de los acontecimientos, si se quiere, es lo que me atrae de este libro. Y su punto voyeur, no lo neguemos.

Quiero seguir con los volúmenes de estos dietarios, de hecho me gustaría leerlos todos y ver la evolución como escritor, cómo le cambia la vida, o no, tras ir siendo reconocido por el público; si cada vez son más narrativos los textos o cómo va abordando diferentes asuntos de la vida o hechos políticos y sociales más cerca en mi memoria. El problema radica en que algunos de esos tomos están agotados, véase el tomo tres y cuatro, por ejemplo, y no hay manera de conseguirlos. En Iberlibro he encontrado alguno al módico precio de ciento y pico los euros. Hombre, tanto, tanto, en principio, no me interesan. Por otra parte, Austral está sacando algunos volúmenes así que espero una posible reedición, aunque lo suyo sería que Pre-textos los volviera a sacar. Este El gato encerrado, sin ir más lejos, es una nueva edición de 2010.

viernes, 27 de septiembre de 2013

La hora violeta - Sergio del Molino

Últimamente me ha dado por leer a autores del yo donde el narrador no es solo el protagonista; además es el propio escritor. Diarios, narrativa de viajes, o misceláneas donde se narra algo relacionado directamente con el escritor que necesita deshacerse de esos fantasmas interiores dejando constancia por escrito de las miserias de la vida laboral, como es el caso de Yo, precario, de Javier López Menacho; o Los versos del hambre, de Sara M. Bernard. En otras ocasiones, son los dietarios los que plasman el tedio del día a día y del poco glamour que tiene ser escritor: Dios nunca reza, de Patxi Irurzun, o el reciente descubrimiento de los diarios de Miguel Sánchez-Ostiz, especialmente de La casa del rojo y Liquidación por derribo que comentaré en el futuro. Por último, en algunos casos, es la pérdida de un ser querido lo que te impulsa a emborronar folios, a buscar alguna respuesta, en cierto modo. Es el caso de Luz de noviembre, por la tarde de Eduardo Laporte, que estuve releyendo hace unos días; la mítica Mortal y rosa, de Umbral, que reseñaré en otra ocasión; o la más reciente, La hora violeta, de Sergio del Molino.

Tiene esta novela la misma premisa que la de Umbral, intentar lograr entender una situación que por la ley de la naturaleza no se debe producir nunca: la muerte de un hijo antes que la del padre. Pero donde en el libro de Umbral la prosa es poética y abigarrada, en La hora violeta es mucho más llana, más pegada a la tierra., más desnuda. Umbral habla del paso del tiempo en su persona y solo va dejando pinceladas sobre la enfermedad de su hijo; no es hasta el último tercio donde se vuelca de manera definitiva con el hijo, aunque ese hijo es Umbral y se vuelve todo más oscuro. Sergio del Molino, por su parte, se presenta de manera mucho más clara y concisa. Narra los últimos meses de vida de Pablo, desde que se le descubre la leucemia hasta que muere pocos meses después sin llegar a cumplir dos años de edad. Gran parte del espacio se centra en el hospital, tanto en Zaragoza como en Barcelona, donde es trasladado para un trasplante de médula. Las enfermeras, las doctoras, las medicinas, los otros niños y padres, un mundo que me es ligeramente conocido ya que mi pareja es pediatra.

Novela dura, supongo que no apta para todos los públicos, que va mucho más allá de lo narrado. 

viernes, 13 de septiembre de 2013

Por si se va la luz - Lara Moreno

Después de unas vacaciones, vuelvo con la famosa palabra francesa, rentrée. Literaria, claro. Nueva temporada y pocas cosas van a cambiar, me temo. Si otros medios apuestan por un lavado de imagen, nuevos contenidos y un sinfín de sorpresas más, en mi caso apuesto por la continuidad que no es otra que seguir leyendo lo que me apetece de manera ecléctica saltando de un autor a otro sin criterio aparente. Como único hilo conductor quizás se pueda vislumbrar una serie de puntos más o menos comunes, los ya consabidos: 

1. Autores españoles o de habla hispana.

2. Relato, cuento. Género breve, en definitiva.

3. Editoriales independientes.

4. Comentar libros que me hayan parecido interesantes, por un motivo u otro. Si no me gustan, prefiero el silencio.

Desde que comencé a escribir el blog he intentado que estos cuatro puntos fueran los pilares fundamentales en los que se basara esta bitácora. Y así continuaremos. Es el único sentido que le veo a seguir escribiendo entradas. 

Para esta vuelta al cole me he decidido por la primera novela de la sevillana Lara Moreno. Novela que llevo oyendo hablar desde junio, lo que, a mi entender, puede jugar en su contra. Soy consciente de que en este mundo editorial, o cualquier otro medio, lo importante es estar en el candelabro, como decía la poeta, pero generar tantas expectativas suele ir en detrimento del resultado final. Con estas palabras no estoy juzgando la calidad literaria de la novela, luego pasaremos a ello, sino al excesivo protagonismo de la publicidad. Lo llevo observando varios años; desembolso mayúsculos en material promocional y olvido por completo de editar el libro en condiciones. Tampoco es el caso. Lumen edita bien. Es solo una llamada de atención.

Hablemos, por fin, del contenido. Nadia y Martin, dos chicos de ciudad, modernos, ella artista melancólica; él, eterno doctorando, deciden abandonar la gran orbe y adentrarse en un pueblo semiabandonado. Para ello han sido ayudados por la organización, un ente del que apenas tendremos más noticias pero del que podemos intuir que, si bien la novela se asienta en el realismo, el macguffin inicial podría ser de naturaleza distópica.

En el pueblo viven tres personas más: Enrique, un hombre ya maduro que regenta el bar del pueblo y dos ancianos, Damián y Elena. Más tarde se unirán Ivana y la pequeña Zhenia. Viven con lo mínimo, apenas hay agua y luz y como único aparato eléctrico tienen la nevera. Utilizan el trueque y se auto abastecen con sus propios huertos y animales de granja. La novela nos plantea el regreso a un estado primigenio, no solo para con lo demás, también contigo mismo. Un desprenderse de todas las capas sociales para que salga a relucir tu auténtico yo. El lenguaje poético que Lara Moreno imprime a los monólogos nos llevan a ese estado de introspección donde los personajes se están continuamente preguntándose sobre sí mismos y sobre el entorno. 

Es una novela donde tres de los personajes (Nadia, Martín y Enrique) intervienen con sus propios soliloquios. El resto de los personajes son introducidos con un narrador omnisciente focalizado unas veces en un personaje, otras, en otro. Pero, además, la tierra, el pueblo, es otro de los personajes de la novela, ya que tiene tanta importancia como el que más.

Gran primera novela de Lara Moreno, intimista en su desarrollo, pero universal en su planteamiento.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Atrapados en el paraíso - Patxi Irurzun

Poco a poco sigo desgranando la producción narrativa del navarro Patxi Irurzun. Tras un libro de cuentos desenfadado pero con un fuerte contenido de denuncia social, como era La tristeza de las tiendas de pelucas, y un dietario donde recogía una etapa importante de su vida, Dios nunca reza, tenía ganas de leer este libro de viajes que surgió de una manera muy curiosa. Patxi Irurzun era un treintañero que aspiraba a escritor. Le habían publicado algunas cosas en diferentes revistas y colaboraciones y creo que tenía algún que otro libro en el mercado. De vez en cuando, caía algún premio literario. Como el que convocaba El País Aguilar: seis mil euros para gastar en un solo viaje. Patxi, en lugar de escoger pasar quince días en el mejor hotel de una ciudad europea cualquiera o vivir a todo trapo en una playa paradisíaca con una pulserita que le abriera todas las puertas de los placeres más vacuos, decide irse, junto con un compañero fotógrafo, a uno de los mayores vertederos del mundo, el de Payatas en Manila. Para finalizar, se conoce que aún le sobraban algunos euros, deciden acercarse a Papúa Nueva Guinea.

Lo curioso del viaje es que decide llevarlo a cabo cuando empieza a conseguir lo que siempre ha anhelado, esto es, alguien que le quiera. Ella es Malen, una chica que ha conocido hace poco y con la que congenia; y dos, vivir, aunque sea malvivir, de la escritura. Justo antes de partir le publican un libro. Sin embargo, la decisión está tomado; van a ser 101 días fuera de su pequeño mundo que a base de esfuerzo va consiguiendo, pero mejor tres meses lejos de su ideal de vida que el resto de la misma lamentándose por haber perdido la oportunidad. Así que hacen las maletas y a la otra punta del mundo que se van Patxi Irurzun, escritor, y Joseba Zabala, fotógrafo.

No sé gran cosa de los libros de viajes, pero sí que me interesa más la visión del reportero del lugar que los datos antropológicos que me pueda facilitar que están bien para un estudio pero no para una crónica. En este sentido, Patxi Irurzun elabora una especie de diario personal, el día a día de dos blanquitos extraños en aquellos parajes. Los impedimentos continuos, la burocracia más kafkiana, las tensiones de la convivencia, se dan cita en estas páginas frescas, llenas de humanidad.

No me gustaría acabar esta breve nota sin una cita que me impresionó por su belleza entre tanto lodazal:

"Hubo, sobre todo, una de las chabolas que me llamó la atención. En realidad, ni siquiera era una chabola, sólo un colchón, o mejor, la espuma amarilla de un colchón tirada a cielo abierto. Sobre el colchón un hombre, sucio, desharrapado y con una nube espesa de moscas revoloteando a su alrededor, dormía plácidamente lo que parecía una gran borrachera, y a su lado una niña de tres o cuatro años, una pequeña princesita de los suburbios, enfundada en un inmaculado vestido rosa, con sus volantes, sus encajes, sus enaguas, saltaba entre carcajadas sobre el colchón, de modo que con cada uno de aquellos saltos la barriga del señor de las moscas se inflara y se desinflara".

miércoles, 14 de agosto de 2013

Museo de la soledad - Carlos Castán

Uno siempre lleva una pequeña libreta donde va apuntando títulos y autores que le gustaría leer. Una lista cada vez más inabarcable y que sabes que nunca vas a completar porque es infinita y caótica. Pero poco importa, sigues añadiendo libros sin cesar. El otro día, en una librería de viejo de Granada, me topé con este libro de Castán, el segundo publicado por el autor y que luego recuperó Tropo Editores. Llevaba años apuntado en mi lista de futuras lecturas, desde que lo descubriera gracias a la ya mítica antología de Páginas de Espuma sobre el cuento en español. Era el momento de saldar cuentas.

Museo de la soledad tiene la misma pátina melancólica y soñadora de Frío de vivir, más cercanos en el tiempo que Polvo en el neón, su obra más reciente hasta la fecha y que, a pesar de que mantiene las mismas señas de identidad de su prosa, está mucho más contenida, más apegada a la realidad. En este libro, al contrario, su mundo se desarrolla mejor en espacios líricos, cualquier vida que podría haber vivido el protagonista es mucho mejor a la que está viviendo, sin duda.

Escenarios algo transitados, pero no por ello menos interesantes o inteligentes por el planteamiento que hace de ellos Castán. El pueblo en verano y la compañía de su hermano, su mejor amigo. Y la chica, aquella que solo ven en la temporada de estío porque luego cada uno vuelve a sus ciudades (Silencio tan de Silvia); aquellas parejas que dejamos atrás por diferentes causas y que pensamos que con ellas las cosas nos hubieran ido mejor, hubiera sido casi idílico (Viaje de regreso. Muchas veces, querida Laura). Pero si tenemos la suerte de haber vivido ese reencuentro vemos que las cosas han cambiado (Las rosas de la noche); o que no han salido como imaginábamos (De la suerte y de las cosas). Personajes, todos, que viven del recuerdo, como la mujer de Casi marino; o el vagabundo de Con sangre entra.

Personajes solitarios, enfermos de melancolía y desganados de realidades. Pura delicia. Deseando leer su primera novela, Mala luz, que saldrá en octubre en Destino.

viernes, 9 de agosto de 2013

Los versos del hambre - Sara M. Bernard

Al igual que ocurrió con Yo, precario, uno que es treintañero con cierto nivel de estudios y un currículum atestado de diferentes puestos de trabajo, cada uno de ellos con una "gran" historia que contar, ¿cómo no identificarse con estos versos del hambre? ¿Cómo no verte en esas entrevistas grupales donde solo habla el entrevistador (alguien le ha explicado lo que significa el término entrevista)? ¿Cómo no sentirte ridículo ante tantas gilipolleces enmascaradas de dinámica de grupo? ¿Cómo no cagarte en su puta madre, en definitiva, cuando a la pregunta de qué salario vas a cobrar te sueltan, por enésima, vez aquello del contrato mercantil, que en el futuro puedes gestionar tu propia oficina, bla, bla, bla?

Sí, de la precariedad laboral habla Sara Bernard, pero donde en la novela de López Menacho se veía un cierto toque irónico de vez en cuando, incluso parecía divertida esa precariedad en ocasiones, o había, cuanto menos una mesura a la hora de plantear su tesis, un cierto tono medio, una clara voluntad de estilo, las ochenta y cuatro páginas de Sara Bernard están escupidas a modo de catarsis, de rabia contenida ante un mundo laboral cada vez más despiadado. Mucho más amargo, en este sentido, este texto. Más contundente, a mi juicio. 

El libro se divide en pequeños capítulos donde se narran año a año los diferentes trabajos por los que ha pasado, con sus correspondientes miserias y abusos: más horas de las normales, tareas que no te corresponden, mal pagadas (cuando pagan), empresas con diferentes nombres que siempre son las mismas y que no se sabe muy bien el porqué son legales o, cuanto menos alegales (sí, yo también he ido a varias entrevistas de trabajo y, cuando he llegado al sitio he recordado que ya había estado allí, pero el nombre de la empresa era distinto, pero el personal el mismo, pero el producto a vender distinto; en fin, un lío). 

Todo trabajador precario pasa por esa etapa en que cree que tiene la culpa de que no le salga trabajo, pero luego se da cuenta de que la culpa no es suya, que está dispuesto a trabajar de lo que sea, que no es un elitista que solo busca trabajo de lo que le correspondería; que lo único que pide es que le paguen. ¿Es eso tanto pedir? Incluso llega al punto de aceptar trabajos con contratos mercantiles, donde no te das de alta como autónomo porque sabes que no vas a durar mucho allí y que los quinientos euros que ganes no los va a investigar hacienda y a ti, en cambio, te viene bien para malvivir otro mes. 

No sé si es un texto necesario o no porque parece que todos sabemos como están las cosas, pero luego me viene a la cabeza un párrafo del libro que habla del mileurista y de que la autora no vio nunca tres ceros en su nómina. En la mía tampoco hay tantos ceros, ni ahora ni hace años cuando no había crisis y, sin embargo, los que acuñaron el término se referían al mileurista para hablar de un sueldo menor. ¿Menor mil euros? Quien los pillara. Entonces igual no somos tan conscientes de lo que está pasando, ¿no?

martes, 6 de agosto de 2013

El alma de Gardel - Mario Levrero

Al final pasó lo inevitable. En vista de que ni Random ni ningún otro grupo editorial en España quiere recuperar la figura de culto que es el autor uruguayo, no me quedó más remedio que hacerme con una serie de títulos vía Internet. Random Argentina, por contra, sigue reeditando la obra, las nouvelles más que los cuentos (acaban de sacar un nuevo título: Diario de un canalla). Así, me lancé a la búsqueda de librerías que distribuyeran los libros que me interesaban con un mínimo de seriedad. Me dacanté por Isadora Libros, una librería uruguaya que tenían todo lo que andaba buscando. En poco más de diez días un mensajero me traía un paquete con cuatro joyas levrerianas en perfecto estado. La primera que he leído es este Alma de Gardel.

Escrito el mismo año que El discurso vacío, 1996, con este libro Levrero se posiciona justo en el centro de lo que fueron sus dos tendencias más visibles a la hora de componer. Una primera mucho más surrealista, kafkiana y expresionista donde el mundo onírico estaba muy presente. Esta primera etapa tiene como obra cumbre su llamada Trilogía involuntaria; y una segunda etapa que se inaugura, precisamente con El discurso vacío, donde el narrador pasa a ser un yo que, podríamos decir, es el propio Levrero. Una narrativa casi autobiográfica que culmina con su mejor obra, La novela luminosa. Así pues, y a falta de leer algunos libros de entre estas dos épocas (algún día será posible, espero), El alma de Gardel sirve de nexo entre ambos ámbitos literarios.

En El alma de Gardel ya nos encontramos a ese yo trasunto del escritor uruguayo escribiendo pequeñas notas, apuntes de lo que podría ser algo mayor. Basado en la memoria, estas notas se dinamitan a raíz de que el narrador se lleve prestado un paraguas de la biblioteca en una tarde de lluvia. Comienza así a rememorar otros tiempos, o a intentarlo. Sabe que por algún rincón de la casa guarda una colección de paraguas, y cree que había uno rojo, pero no logra recordar a quién pertenecía. El narrador vuelve en varias ocasiones sobre sus pasos y nos narra en las breves notas el trayecto que hizo desde la biblioteca con el paraguas hasta su casa, en un viaje en autobús, lo que le sirve de excusa para contar diferentes anécdotas de otros viajes en autobús, de la tipología de los asientos o de las diferentes formas de ligar con los pasajeros. Toda esta parte introspectiva entronca perfectamente con el dietario de La novela luminosa. Sin embargo, el mundo de los sueños y las presencias también se manifiestan en esta novela.

El narrador está en la biblioteca buscando información de Gardel. Allí se cruza con un hombre de aspecto extraño que le insiste para que deje en paz a Gardel, para que deje de estudiarlo puesto que, si no lo olvidan, su alma no podrá descansar. En diferentes sueños y vigilias que el narrador siente como reales, se le aparecerá el mismísimo alma de Gardel, bien como un ente, bien ante una fotografía, o escondido en el cuerpo de una mujer. Y la culpa de todo es de ese señor de la biblioteca, por lo que comenzará una cruzada para acabar con él. Esta parte del libro recuerda por ese tono desenfadado y absurdo a Nick Carter o a La banda del ciempiés.

Una nouvelle deliciosa que se queda corta y que termina de manera un tanto abrupta. Levrero en estado puro.



jueves, 1 de agosto de 2013

Dios nunca reza - Patxi Irurzun

Ya he dicho en más de una ocasión que disfruto de los dietarios de los escritores, supongo que por la parte de voyeur que tenemos todos más o menos desarrollada, de un lado, y la manera en que pasan de lo particular de su día a día a lo universal de la condición del ser humano, por otro. Cheever, Kafka, Julio Ramón Ribeyro; pero también autores más desconocidos como Iñaki Uriarte o Juan Gracia Armendáriz. 

Tras el buen sabor de boca que me dejaron sus cuentos, La tristeza de las tiendas de pelucas, y sabiendo que tenía publicado un diario, decidí continuar por ahí con la obra de este autor navarro.

Irurzun apunta en las diferentes entradas de su diario los acontecimientos que le ocurren durante el verano del 2008. El cambio de residencia a Sarrigurren, ciudad dormitorio próxima a Pamplona donde solo hay casas y muy poca vida; el nacimiento de un miembro más de la familia, June, una hermana para el pequeño Urko que, en ocasiones, se siente ya un príncipe destronado; el trabajo que le asquea y le quita tiempo para escribir; la presión por parte de su mujer, Malen,  para que pida un aumento de sueldo ahora que la familia va a crecer; alguna pequeña alegría relacionada con un libro en homenaje a Bukowski, del que fue el encargado de la edición; etcétera.

Se da una cosa curiosa con los diarios ya que, aparte de la sensación de estar espiando una vida ajena, al mismo tiempo se produce una empatía con el autor. Cómo no sentirse extraño y enrabietado con ese sistema, con ese monstruo como lo llama Patxi, que nos controla y del que formamos parte, casi sin querer. La voluntad de hacer el mal no es nuestra, es del sistema mucho más fuerte y superior que nosotros, pobres humanos. Cómo no sentirse aprisionado en un trabajo que no te llena, que no te hace feliz, pero que te sirve para malvivir, cuando en realidad lo que querías eras estar haciendo otras cosas que hicieran que tu vida valiera la pena.

Sin levantar la voz, sin berrinches, Patxi Irurzun pone las cartas sobre las mesas desde la subjetividad personal pero trascendiendo el yo. Estoy deseando leer ya Atrapados en el paraíso, sobre su experiencia en el mayor vertedero de Manila.

domingo, 28 de julio de 2013

Las vacaciones de Iñigo y Laura - Pelayo Cardelús

Íñigo y Laura, en la segunda mitad de la treintena, ella trabaja en el departamento de riesgos de una entidad financiera; él iba para novelista pero se tiene que conformar con escribir anuncios. Tras seis años como pareja, Laura se ha quedado embarazada. Pasan sus últimas vacaciones como pareja en solitario en Zahara de los Atunes.

Desde el primer momento vemos unos celos latentes por parte de él que ella consiente y no le da demasiada importancia. En ocasiones, hasta le hace gracia. El libro es repetitivo en ese sentido. Cada día el le quita la parte superior del bikini. Cada rato, cada vez que pasa un hombre, se la vuelve a poner. Si pasa una mujer no hay problema. Al rato él vuelve a desabrochar el bikini de ella. Y ella se deja. Y pasa otro hombre. Y él vuelve a decirle a Laura que se vista. Y así durante diez días. A mitad de la estancia, incluso baja parte de la braga de Laura y lo convierte en tanga. Pero siempre sin que haya ninguna mirada masculina alrededor. Incluso si no la hay, él se obsesiona con que igual les han hecho fotos desde las dunas, con un gran teleobjetivo.

Lo que me causa mayor asombro de este comportamiento machista de Íñigo es la permisividad de ella, como si no pasara nada. Se deja vestir y desvestir por él las veces que quiera y solo se cabrea por la obsesión que tiene él con que les hagan fotos. No que la trate como a un objeto.

Los días trascurren en esta especie de ritual posesivo, los desayunos sin prisas, las cañas en los chiringuitos y los largos paseos por la orilla del mar. Lo corriente de unas vacaciones en pareja. Así llegamos al último tercio de la novela donde, en mi opinión, todo se vuelve inverosímil. Sin contar el argumento, diré que hasta el momento la novela me parecía interesante por cómo describía de manera tan fría y aséptica las relaciones de pareja, el pasar monótonos de los días, incluso en vacaciones; hasta intercala un reportaje de periódico, y que aparece siempre en verano, acerca de que el mayor número de separaciones se da después de pasar juntos las vacaciones. Sin embargo ese último tramo final no está del todo conectado con la idea del libro. O al menos yo no he sabido verlo.

Sí que es cierto que guarda cierta continuidad con el resto de la novela, pero creo que llega a unas conclusiones dando un giro rocambolesco a la situación pudiendo haber llegado al mismo destino con el ritmo pausado y casi somnoliento que impregnaba el resto de las páginas.

viernes, 26 de julio de 2013

Intento de escapada - Miguel Ángel Hernández

Hace un par de años leía una novela de Daniel Sánchez Pardo, El cuarteto de Whitechapel, donde se criticaba el arte contemporáneo; el otro día, leía esta noticia: AQUÍ; hace unos días terminé de leer Intento de escapada que también plantea, entre otras cosas, no ya qué es el arte contemporáneo y que es válido y qué no, sino, más bien, hasta qué límites, incluso legales, puede llegar un artista para componer su obra. 

Novela leída de un tirón, hacía tiempo que no me pasaba, solo descansaba para comer e ir al baño. La trama es la que sigue:

Un joven, Marcos, apunto de licenciarse en Bellas Artes en una universidad de provincias acaba un poco por casualidad siendo el ayudante de Jacobo Montes, el artista más valorado y comprometido de los últimos años. Marcos comienza su periplo de aprendizaje de la mano de este extraño artista.

Y es que la novela no deja de ser, en cierta medida, un Bildungsroman, solo que el joven Marcos no solo pasará de la etapa de la primera juventud a la madurez, por medio de encuentros y desencuentros con su profesora, de la que está veladamente enamorado, sino que la figura de Jacobo le hará tambalear toda su estructura vital. Acostumbrado a pasar los exámenes sacando buenas notas sin esforzarse demasiado, de la mano de Montes descubrirá la parte de argucia, postureo y cinismo que tiene realmente el arte contemporáneo o, al menos, cierto arte contemporáneo, lejos de manuales y teorías académicas.

La novela no es redonda, ni mucho menos, pero tienes la necesidad de seguir continuando más y más hasta que llegas al final y, en ningún momento dejas de plantearte diferentes cuestiones que es, al fin y al cabo, lo que se le pide al arte.

lunes, 22 de julio de 2013

Marina Perezagua - Criaturas abisales

Leyendo el primer cuento ya nos percatamos de la peculiar visión que tiene de la literatura Marina Perezagua. Lengua foránea narra el viaje en avión de una mujer y su compañero de asiento, algo desagradable. Mirando por la ventana, la protagonista descubre una lengua humana merodeando por el exterior y se produce el encuentro entre ambos, músculo y mujer. Claro, depende del tratamiento que le demos al texto puede quedar una cosa horrorosa o un cuento con aroma de clásico. Perezagua consigue esto último. Leemos las páginas de estos cuentos y, no ya es que nos parezca verosímil lo que nos está contando, sino que casi le damos la vitola de real. En la línea de Cortázar con voz y mirada femenina, Marina Perezagua nos demuestra lo fantástico cotidiano, esos resquicios donde se esconde lo anormal dentro de algo tan anodino como un vuelo transatlántico.


En otro relato, con un comienzo memorable, se da una quema masiva de muñecas; en otras ocasiones, se propone un mundo totalmente diferente, como en Nuevo Reino donde el mundo acuático se ha impuesto al mundo terrenal.

Los temas a tratar son universales, solo que Marina Perezagua los reviste de un velo único. Así, en Iluminaria, una pareja ahorra energía teniendo sexo en una alfombra con un generador especial; El rendido, donde una mujer es capaz de llegar hasta las últimas consecuencias con tal de proteger a su amor; o Jana y Juno, un relato de amor tan bello, poético y siniestro, que pone el broche final a un gran libro de relatos.

Otros temas recurrentes en la narrativa de Perezagua (una vez leídos también los cuentos reunidos en Leche, su segundo trabajo) es el sexo, también, como es lógico, bajo la mirada extraña de la autora. Así, en el sexo de unos octogenarios en Bodas de oro o el sexo canibal de De la mar el tiburón, y de la tierra el barón. Por último, la familia, es el tercer tema utilizado en este libro: Desraízame, por favorEl testamento; o La impenetrable  son claros ejemplos.

Llegamos, casi al final de la colección, a un relato que será la espina dorsal del siguiente libro. En La loba, un hombre avanza sin descanso en un futuro apocalíptico y amamanta con su propios pechos a niños hambrientos. Esa Leche, título del segundo libro, estará muy presente en el relato que cierra ese segundo libro, también titulado Leche, y que sirve, a su vez, de hilo de unión del primer relato y de toda la poética de Marina Perezagua, donde se conjuga familia, amor, sexo, deseo, imaginación, y una mirada personalísima en un cóctel explosivo muy recomendable.

jueves, 11 de julio de 2013

Los fantasmas - César Aira

La primera vez que oí hablar de César Aira fue en la facultad. En una asignatura titulada "La novela hispanoamericana en el siglo XX" teníamos una serie de lecturas obligatorias más o menos académicas, clásicas, tópicas. Además, para complementar, nos facilitó un listado con otro tipo de novelas más experimentales. Recuerdo La ciudad, de Levrero; Basura, de Héctor Abad Faciolince; y Varamo, de César Aira. Estoy seguro de que había otros títulos, pero solo recuerdo los que leí. Tengo que buscar ese listado, a ver si descubro a algún otro autor interesante porque, al menos estas tres novelas, me sorprendieron. A tal punto, que Mario Levrero se ha convertido en un escritor básico en mi canon personal. 

De Varamo recuerdo vagamente el argumento, pero sí que toda la trama era un continuo avanzar por el libro, como si el autor no releyera lo que ha escrito, como si el fin mismo del libro fuera llegar a la meta. Más tarde comprendí que, en líneas generales, ese es el planteamiento del escritor argentino. Su particular manera de entender la literatura le permite publicar cuatro o cinco novelas cortas todos los años. Así, considera de mayor importancia la creación de toda producción literaria de un autor, con sus aciertos y sus fallos, más que una obra en concreto.

Los fantasmas comienza el treinta y uno de diciembre en un edificio en construcción donde los futuros inquilinos van a comprobar cómo avanzan las obras. En principio ya tenían que estar entregadas las llaves, pero hoy es un día de celebración y nadie quiere acabar mal el año, por lo que la visita se limita a vislumbrar cómo serán sus futuras estancias y a medir paredes y suelos. César Aira nos describe minuciosamente el espacio por el que los personajes, en realidad es un solo personaje global, van pasando. Así, Aira se demora especialmente en la luz y el calor del verano argentino. Finalmente los inquilinos se van y los obreros almuerzan. Al ser el último día del año, solo trabajan media jornada, por lo que, tras la comida, todos marcharán a casa, excepto uno, un chileno que vive junto a su mujer, sus tres hijos y su hijastra en la planta superior, vigilando la obra. A partir de este punto la narración se centra en esta familia chilena y en la preparación del fin de año. Los fantasmas a los que alude el título, y que suponemos que son antiguos propietarios del edificio que habría allí en otra época, pululan desnudos por el esqueleto del edificio. Nadie ve extraño el hecho de que haya fantasmas, en todo caso son algo fastidiosos. La novela finaliza justo cuando el reloj da las doce de la noche.

Creo que hay textos que hay que leer, que poco o nada puede aportar una crítica, y menos una hecha por un servidor que, dicho sea de paso, no hace críticas, sino que se limita a comentar a vuelapluma algunos libros que lee. Este libro es uno de esos textos que difícilmente puedo desgranar. Se puede hacer una nota de la sinopsis pero con el mero argumento no llega a ningún lector. Obvio. Pero tampoco puedo desarrollar más la idea. César Aira no se parece a nadie. La imaginación desbordante o la forma de dejarse llevar en la narración puede tener ecos de unos y de otros, pero nada como ir a la fuente, esto es, leer a César Aira.

viernes, 5 de julio de 2013

La tristeza de las tiendas de pelucas - Patxi Irurzun

Me encanta la sensación de coger un libro al azar sin apenas saber nada del autor o de su estilo y comenzar a leer. Y ver que te interesa. Que su prosa es desinhibida, fresca, políticamente incorrecta, muy oral. Y que, bajo esa capa de cinismo que pulula por sus páginas, se esconde un agudo observador de esta sociedad cada vez más debilitada y hecha añicos. Porque Patxi Irurzun no deja títere con cabeza y arremete contra los diferentes estratos, desde el alcalde medio cacique hasta la monarquía.

En los cuentos que componen esta colección, podemos hacer una escisión entre los más puramente desenfadados y surrealistas, como son El año de la lengua azul en la ciudad del mundo al revés, donde una enfermedad que afecta a las reses provoca que en los San Fermines de ese año se corra delante de avestruces y, en lugar de corrida vespertina haya un encuentro Madrid-Barça con las camisetas intercambiadas; Reliquias y jorobas, que me ha parecido un cruce entre el Hunter S. Thompson de Miedo y asco en las Vegas y cualquier autor de la generación beat; y, ¿Para que vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias? narrado a modo de Western donde el alcalde y el inmigrante senegalés se baten en duelo por ver quién hará de Baltasar en la cabalgata de reyes. 

Por otro lado, tenemos una serie de textos que, sin perder un ápice de frescura y acidez, critican con fiereza la realidad social que nos ha tocado vivir. Así, tenemos un par de relatos como El vértigo de Spiderman o Trigesimoquinta crisis donde el tema a tratar es el paro. En el primero, un antiguo trabajador del banco tiene que malvivir disfrazado de Superman después de que la compañía le echara. En el segundo, una joven pareja se tambalea ante la falta de trabajo de él. Y, por encima de estos dos cuentos, Peaje, el mejor texto de este libro, donde se nos narra la vergüenza que puede llegar a sentir una persona por el hecho de haber perdido su trabajo y, con ello, sus "privilegios" de clase social media.

Otros cuentos, como El mundo es un autobús, muestra una realismo existencial y pesimista solo llevadero por el amor. Si bien es un tanto tópico y el desenlace es un poco tramposo, funciona como relato. O Fray Spray, sobre la corrupción política, los favores entre unos y otros y la especulación inmobiliaria.

Relatos todos ellos apegados a una inmediatez, la del aquí y el ahora, llenos de humor irreverente y desopilante que esconde mucha más rabia de la que cabe esperar. Así que no se dejen engañar por la aparente diversión y agilidad de los textos, pues esconden lanzas afiladas que se clavan con facilidad en las conciencias.

miércoles, 3 de julio de 2013

29 cadáveres - Pepe Cervera

FICCIÓN Vs REALIDAD

El asesino es el protagonista de este libro. Ocho historias, ocho asesinos. Cada uno de ellos con sus motivaciones y su modus operandi.  Desde una madre que ahoga a sus cinco hijos en la bañera hasta el primer condenado a morir en la silla eléctrica, pasando por un asesino en serie o los dos muchachos que secuestraron, torturaron y mataron a un niño de dos años tras llevárselo de un centro comercial en Liverpool y que conmocionó a la sociedad en los años noventa.

Pepe Cervera toma como punto de partida casos reales para desplegar su habitual contención y narrar los hechos de manera casi cinematográfica, sin entrar en valoraciones ni juzgar a sus protagonistas. Con una prosa aséptica, se introduce en estas truculentas historias para diseminarlas objetivamente y después retirarse. Es el lector el que se queda más tiempo asimilando, digiriendo y buscando las (im)posibles causas que llevan a sus protagonistas a actuar como lo hacen. Un ejemplo claro de esto que estoy comentando sería el de la página 97; en el cuento titulado Un decorado perfecto para el verdadero Norman Bates el narrador va avanzando morosamente hacia la casa del asesino, describiéndonos lo que ve a su alrededor en el itinerario. En un momento determinado  nos dice: “Durante un momento se gira y mira fijamente, como si hubiera advertido nuestra presencia. Pero enseguida vuelve a empuñar con su mano derecha un cuchillo de carnicero.” El narrador no va a entrar en este relato, ni en ninguno de los otros que componen la colección, en cuestiones morales o éticas, simplemente se va a limitar a contar lo sucedido, eso sí, con una prosa tan limpia y tan carente de florituras que te golpea dejándote sin respiración en no pocas ocasiones.

A pesar de que los personajes son asesinos, los relatos no siempre recogen los crímenes pergeñados por estos, sino que en ocasiones vemos su día a día, como la pareja que disfruta de una barbacoa familiar y discute acerca de la posibilidad de tener o no un hijo. Una escena típica, y casi anodina, norteamericana si no fuera porque en el maletero se esconde el cadáver de una joven. El asesinato se narra en un par de líneas y lo que posteriormente le va a suceder al cuerpo solo lo llegamos a intuir puesto que el cuento acaba cuando se enciende la sierra eléctrica. Sin embargo, si hay que narrar el asesinato, se narra. Sin recreaciones, sin falsa corrección política, sin mojigatería. Así ocurre en todo el cuento titulado Los últimos cinco minutos del último día en la vida de Rosalyn Marshall, donde asistimos justamente a eso, a los últimos estertores de una victima que está siendo torturada.

En cuanto a la técnica narrativa, el escritor se vale de diferentes planteamientos y perspectivas para lograr su objetivo. Si en la sobrecogedora Historia de un vampiro el texto parece un informe policial, en el cuento que da título al libro, 29 cadáveres, Pepe Cervera utiliza el flashback  para narrarnos los diferentes asesinatos cometidos en un determinado  periodo de tiempo; o los añadidos, a modo de collage, de extractos del Código de  Procedimiento Penal de Nueva York en el cuento que cierra el libro, ¡Al fin un mundo mejor!

En definitiva, diferentes recursos y una misma temática para demostrar aquello de que la realidad muchas veces supera a la ficción.


Reseña publicada en el número 356-357 de la revista QUIMERA