viernes, 18 de abril de 2014

Todo lo que hay - James Salter

Philip Bowman, veterano de la Segunda Guerra Mundial vuelve de la contienda para licenciarse en Harvard y obtener un trabajo en una editorial en la que poco a poco irá obteniendo reconocimiento y prestigio. Su vida sentimental, sin embargo, no lleva el mismo camino y Bowman tropieza una y otra vez en sus relaciones sentimentales. 

James Salter, al igual que ocurría en su obra maestra, Años luz, retrata en pequeñas pinceladas acontecimientos en apariencia nimios, triviales, nada trascendentes y que, sin embargo, son los que marcan la vida de uno, lo que hace que elijamos un camino en lugar de otro. La VIDA, ese es el tema, así en general y en mayúsculas, del que trata Salter en la mayoría de sus libros y, desde luego, en este Todo lo que hay, primera novela después de treinta años de silencio en el formato de largo recorrido, no así en relatos ya que publicó La última noche en 2005.

Por medio de elipsis James Salter narra el día a día de un personaje normal y corriente; consigue que nos interesemos por los hechos más banales de su protagonista a lo largo de varias décadas, que suframos sus cuitas y que nos alegremos por sus victorias, nada trascendentales, pequeñas alegrías de la vida, como conseguir una cita con una mujer al compartir un taxi, o saborear la venganza. 

Si hubiera que describir la narrativa de Salter con una palabra esta sería sutileza, le bastan dos trazos lacónicos para construir a un personaje y dotarlo de verosimilitud. Para levantar a su alrededor todo un mundo lleno de matices. Tiene una capacidad excepcional para tratar los temas universales con frases casi perfectas. Posiblemente esta es la última novela de Salter (tiene ochenta y ocho años); toda su obra completa abarcaría poco más de un tomo de papel biblia y, sin embargo, tengo la sensación de que se convertirá en un clásico en pocos años, si es que no lo es ya.

viernes, 11 de abril de 2014

El quinto en discordia - Robertson Davies

Hace ya tres o cuatro años que tengo esta novela en mi poder y hasta ahora no me había puesto con ella. Me la habían recomendado hasta el hartazgo ciertas personas de cuyo criterio me fío. Al final, el otro día entró una mujer en la librería. Estuvimos hablando un rato de libros, claro, de gustos y preferencias. Al ver que éramos bastante compatibles y recomendarme, de nuevo, que leyera la Trilogía de Deptford pero, sobre todo, que leyera El quinto en discordia, y que justo acababa de terminar otro libro, me puse con la novela de Davies.

Ya en la primera página se nos aclara que el quinto en discordia es aquel personaje del teatro que sin ser protagonista ni antagonista, ni héroe ni villano, es imprescindible para que la trama avance. Dunstan Ramsey es ese quinto en discordia, el narrador que nos desgrana su vida desde su infancia en el pueblo canadiense de Deptford hasta ser un profesor jubilado de historia especializado en la vida de los santos y veterano de la I guerra Mundial, donde perdió una pierna.

A través de estas memorias Dunstan se acerca a tres figuras con las que está intimamente relacionado y sobre las que ejerce, sin proponérselo, una gran influencia en el devenir de sus respectivas vidas. Estos tres personajes son su amigo Boy Stauton, la señora Dempster, y el hijo de esta, Paul. Estos cuatro personajes quedan ya unidos desde las primeras páginas cuando una bola de nieve lanzada por Boy y dirigida hacia Dunstan golpea a la embarazada señora Dempster que da a luz de manera prematura. Así, la señora Dempster quedará algo trastornada por el golpe, el joven Paul nacerá con ciertas malformaciones y mientras que Boy jamás reconocerá que él lanzó la bola de nieve, Dunstan se sentirá culpable por haberla esquivado. Así, se siente en deuda con la familia Dempster e iniciará amistad con ellos.

En la segunda parte, Dunstan marcha a filas y es herido en combate, donde pierde la pierna izquierda. Justo antes de caer inconsciente se refugia en una iglesia destruída donde la figura de una santa le recuerda a la señora Dempster. Tras sobrevivir a la muerte decide estudiar historia y especializarse en la hagiografía, por lo que recorre Europa en busca de santos. En una de sus viajes se encuentra con Paul, ahora un ilusionista de cierto prestigio.

La novela de Davies habla, sobre todo, de nuestro papel en la vida, de si somos o no inocentes de nuestros actos y de si estos te persiguen de alguna manera a lo largo de los años. He leído en diferentes sitios que si bien es cierto que esta primera parte de la trilogía es la más conseguida y que en realidad no es necesario leer las otras dos puesto que funcionan como novelas independientes, al completar las tres nos da una visión mucho más profunda de los hechos narrados. Habrá que apuntarlos, pues, a esa lista que cada día crece más y más.

domingo, 6 de abril de 2014

La otra orilla - Julio Cortázar

Entre los propósitos de año nuevo me impuse una serie de lecturas:

1. Leer En busca del tiempo perdido. Leí el primer tomo los primeros días de enero. Me gustó, con sus peros, y hasta hoy.

2. Leer los diarios de Trapiello. Sigo enganchado en el octavo volumen (del tercero al sexto son inencontrables, así que he leído el primero, el segundo y el séptimo) desde octubre o noviembre del año pasado.

3. Leer los cuentos completos de Cortázar, por eso de que era el centenario. Pero también los de Onetti, Di Benedetto, Cheever, Chejov. A finales de marzo empecé este propósito.

Manejo una edición de quiosco, la que sacó RBA junto con el instituto Cervantes de las obras completas de autores de lengua española. En realidad es la misma edición que la de Galaxia Gutenberg, si exceptuamos que en esta edición de quiosco no está recogido la Historia de cronopios y famas.

Los cuentos completos de Cortázar se inician con La otra orilla, un conjunto de relatos escritos entre los años 1937-1945, si bien su publicación fue póstuma. Dividido en tres bloques, el primero de ellos se titula Plagios y traducciones que consta, a su vez, de cinco cuentos de diversa temática, desde el primero de ellos, El hijo del vampiro, de corte clásico de relato de terror gótico, hasta el más complejo Profunda siesta de Remi donde ya se adelanta ese recurso tan cortazariano de jugar con el tiempo en el mismo párrafo y llevarnos de una acción pasada a otra presente y volver.

Pero también recurre en estos primeros cuentos a la famosa frase final como golpe de efecto, como ocurre en el relato Llama el teléfono, Delia, construído en gran parte con diálogos y donde la frase final altera todo el cuento, si bien es cierto que en su relectura podemos vislumbrar ese final sin esperar a la última sentencia.

También hay hueco en este primer bloque para el relato grotesco, como el de Las manos que crecen donde al protagonista no dejan de crecerle las extremidades superiores después de una pelea a puñetazo limpio con su compañero de trabajo. 

Cierra la primera parte Puzzle, un cuento policiaco. 

El segundo bloque titulado Historias de Gabriel Medrano, está compuesto de cuatro relatos donde aparece el doppelgänger en Retorno de la noche y Distante espejo, y el extrañamiento de Mudanza.

Por último, Prolegómenos a la astronomía está formado por cuatro cuentos. De ellos, todos relacionados con la ciencia ficción, para mi destaca muy por encima Estación de la mano donde un hombre se enamora de una mano derecha que le visita todas las noches.

En la otra orilla nos encontramos con los primeros pasos de uno de los mejores cuentistas de la historia de la literatura. Un Cortázar joven que apenas llegaba a los treinta años pero que ya mostraba su erudición, su deuda con Poe, su querencia hacia lo extraño, lo fuera de lo común dentro del mundo cotidiano y la maestría de saber contar una historia. 

martes, 1 de abril de 2014

Juego y distracción - James Salter

Llego a Salter tras leer y maravillarme con Años luz. Tengo en casa La última noche, de cuando salió haré tres o cuatro años, aunque solo he leído algunos de los relatos que componen el libro. Ahora acaba de sacar nueva novela tras treinta años desde que publicara la última. Así que era buen momento de retomar la obra del autor estadounidense. Saqué de la biblioteca su libro de memorias novelada Quemar los días, y este Juego y distracción.

En las primeras páginas, un americano describe su llegada a Francia con frases cortas, lacónicas, como flashes de una fotografía. Se va a instalar en casa de unos amigos en un pequeño pueblo francés. Pero esta no es su historia, él solo es el narrador, un ser un tanto solitario y enigmático del que apenas sabemos nada. En realidad los protagonistas de la historia son Phillip Dean y Anne-Marie Castallat. Él, un americano adinerado y ella una joven francesa. El narrador, amigo de él, nos da cuenta de la historia de estos dos amantes por lo que le cuenta su amigo y por lo que el propio narrador intuye, como él mismo se encarga de recordarnos alguna que otra vez.

Salter llega donde solo puede haber dos, a las confidencias, las prácticas sexuales y los secretos de alcoba que se dan en una pareja. Y lo hace de una forma tan sutil y sensual que uno solo puede volver al pasaje para releerlo una y otra vez. Esto, unido a los diálogos fluidos y a los adecuados silencios da como resultado una gran novela llena de erotismo.