domingo, 28 de julio de 2013

Las vacaciones de Iñigo y Laura - Pelayo Cardelús

Íñigo y Laura, en la segunda mitad de la treintena, ella trabaja en el departamento de riesgos de una entidad financiera; él iba para novelista pero se tiene que conformar con escribir anuncios. Tras seis años como pareja, Laura se ha quedado embarazada. Pasan sus últimas vacaciones como pareja en solitario en Zahara de los Atunes.

Desde el primer momento vemos unos celos latentes por parte de él que ella consiente y no le da demasiada importancia. En ocasiones, hasta le hace gracia. El libro es repetitivo en ese sentido. Cada día el le quita la parte superior del bikini. Cada rato, cada vez que pasa un hombre, se la vuelve a poner. Si pasa una mujer no hay problema. Al rato él vuelve a desabrochar el bikini de ella. Y ella se deja. Y pasa otro hombre. Y él vuelve a decirle a Laura que se vista. Y así durante diez días. A mitad de la estancia, incluso baja parte de la braga de Laura y lo convierte en tanga. Pero siempre sin que haya ninguna mirada masculina alrededor. Incluso si no la hay, él se obsesiona con que igual les han hecho fotos desde las dunas, con un gran teleobjetivo.

Lo que me causa mayor asombro de este comportamiento machista de Íñigo es la permisividad de ella, como si no pasara nada. Se deja vestir y desvestir por él las veces que quiera y solo se cabrea por la obsesión que tiene él con que les hagan fotos. No que la trate como a un objeto.

Los días trascurren en esta especie de ritual posesivo, los desayunos sin prisas, las cañas en los chiringuitos y los largos paseos por la orilla del mar. Lo corriente de unas vacaciones en pareja. Así llegamos al último tercio de la novela donde, en mi opinión, todo se vuelve inverosímil. Sin contar el argumento, diré que hasta el momento la novela me parecía interesante por cómo describía de manera tan fría y aséptica las relaciones de pareja, el pasar monótonos de los días, incluso en vacaciones; hasta intercala un reportaje de periódico, y que aparece siempre en verano, acerca de que el mayor número de separaciones se da después de pasar juntos las vacaciones. Sin embargo ese último tramo final no está del todo conectado con la idea del libro. O al menos yo no he sabido verlo.

Sí que es cierto que guarda cierta continuidad con el resto de la novela, pero creo que llega a unas conclusiones dando un giro rocambolesco a la situación pudiendo haber llegado al mismo destino con el ritmo pausado y casi somnoliento que impregnaba el resto de las páginas.

viernes, 26 de julio de 2013

Intento de escapada - Miguel Ángel Hernández

Hace un par de años leía una novela de Daniel Sánchez Pardo, El cuarteto de Whitechapel, donde se criticaba el arte contemporáneo; el otro día, leía esta noticia: AQUÍ; hace unos días terminé de leer Intento de escapada que también plantea, entre otras cosas, no ya qué es el arte contemporáneo y que es válido y qué no, sino, más bien, hasta qué límites, incluso legales, puede llegar un artista para componer su obra. 

Novela leída de un tirón, hacía tiempo que no me pasaba, solo descansaba para comer e ir al baño. La trama es la que sigue:

Un joven, Marcos, apunto de licenciarse en Bellas Artes en una universidad de provincias acaba un poco por casualidad siendo el ayudante de Jacobo Montes, el artista más valorado y comprometido de los últimos años. Marcos comienza su periplo de aprendizaje de la mano de este extraño artista.

Y es que la novela no deja de ser, en cierta medida, un Bildungsroman, solo que el joven Marcos no solo pasará de la etapa de la primera juventud a la madurez, por medio de encuentros y desencuentros con su profesora, de la que está veladamente enamorado, sino que la figura de Jacobo le hará tambalear toda su estructura vital. Acostumbrado a pasar los exámenes sacando buenas notas sin esforzarse demasiado, de la mano de Montes descubrirá la parte de argucia, postureo y cinismo que tiene realmente el arte contemporáneo o, al menos, cierto arte contemporáneo, lejos de manuales y teorías académicas.

La novela no es redonda, ni mucho menos, pero tienes la necesidad de seguir continuando más y más hasta que llegas al final y, en ningún momento dejas de plantearte diferentes cuestiones que es, al fin y al cabo, lo que se le pide al arte.

lunes, 22 de julio de 2013

Marina Perezagua - Criaturas abisales

Leyendo el primer cuento ya nos percatamos de la peculiar visión que tiene de la literatura Marina Perezagua. Lengua foránea narra el viaje en avión de una mujer y su compañero de asiento, algo desagradable. Mirando por la ventana, la protagonista descubre una lengua humana merodeando por el exterior y se produce el encuentro entre ambos, músculo y mujer. Claro, depende del tratamiento que le demos al texto puede quedar una cosa horrorosa o un cuento con aroma de clásico. Perezagua consigue esto último. Leemos las páginas de estos cuentos y, no ya es que nos parezca verosímil lo que nos está contando, sino que casi le damos la vitola de real. En la línea de Cortázar con voz y mirada femenina, Marina Perezagua nos demuestra lo fantástico cotidiano, esos resquicios donde se esconde lo anormal dentro de algo tan anodino como un vuelo transatlántico.


En otro relato, con un comienzo memorable, se da una quema masiva de muñecas; en otras ocasiones, se propone un mundo totalmente diferente, como en Nuevo Reino donde el mundo acuático se ha impuesto al mundo terrenal.

Los temas a tratar son universales, solo que Marina Perezagua los reviste de un velo único. Así, en Iluminaria, una pareja ahorra energía teniendo sexo en una alfombra con un generador especial; El rendido, donde una mujer es capaz de llegar hasta las últimas consecuencias con tal de proteger a su amor; o Jana y Juno, un relato de amor tan bello, poético y siniestro, que pone el broche final a un gran libro de relatos.

Otros temas recurrentes en la narrativa de Perezagua (una vez leídos también los cuentos reunidos en Leche, su segundo trabajo) es el sexo, también, como es lógico, bajo la mirada extraña de la autora. Así, en el sexo de unos octogenarios en Bodas de oro o el sexo canibal de De la mar el tiburón, y de la tierra el barón. Por último, la familia, es el tercer tema utilizado en este libro: Desraízame, por favorEl testamento; o La impenetrable  son claros ejemplos.

Llegamos, casi al final de la colección, a un relato que será la espina dorsal del siguiente libro. En La loba, un hombre avanza sin descanso en un futuro apocalíptico y amamanta con su propios pechos a niños hambrientos. Esa Leche, título del segundo libro, estará muy presente en el relato que cierra ese segundo libro, también titulado Leche, y que sirve, a su vez, de hilo de unión del primer relato y de toda la poética de Marina Perezagua, donde se conjuga familia, amor, sexo, deseo, imaginación, y una mirada personalísima en un cóctel explosivo muy recomendable.

jueves, 11 de julio de 2013

Los fantasmas - César Aira

La primera vez que oí hablar de César Aira fue en la facultad. En una asignatura titulada "La novela hispanoamericana en el siglo XX" teníamos una serie de lecturas obligatorias más o menos académicas, clásicas, tópicas. Además, para complementar, nos facilitó un listado con otro tipo de novelas más experimentales. Recuerdo La ciudad, de Levrero; Basura, de Héctor Abad Faciolince; y Varamo, de César Aira. Estoy seguro de que había otros títulos, pero solo recuerdo los que leí. Tengo que buscar ese listado, a ver si descubro a algún otro autor interesante porque, al menos estas tres novelas, me sorprendieron. A tal punto, que Mario Levrero se ha convertido en un escritor básico en mi canon personal. 

De Varamo recuerdo vagamente el argumento, pero sí que toda la trama era un continuo avanzar por el libro, como si el autor no releyera lo que ha escrito, como si el fin mismo del libro fuera llegar a la meta. Más tarde comprendí que, en líneas generales, ese es el planteamiento del escritor argentino. Su particular manera de entender la literatura le permite publicar cuatro o cinco novelas cortas todos los años. Así, considera de mayor importancia la creación de toda producción literaria de un autor, con sus aciertos y sus fallos, más que una obra en concreto.

Los fantasmas comienza el treinta y uno de diciembre en un edificio en construcción donde los futuros inquilinos van a comprobar cómo avanzan las obras. En principio ya tenían que estar entregadas las llaves, pero hoy es un día de celebración y nadie quiere acabar mal el año, por lo que la visita se limita a vislumbrar cómo serán sus futuras estancias y a medir paredes y suelos. César Aira nos describe minuciosamente el espacio por el que los personajes, en realidad es un solo personaje global, van pasando. Así, Aira se demora especialmente en la luz y el calor del verano argentino. Finalmente los inquilinos se van y los obreros almuerzan. Al ser el último día del año, solo trabajan media jornada, por lo que, tras la comida, todos marcharán a casa, excepto uno, un chileno que vive junto a su mujer, sus tres hijos y su hijastra en la planta superior, vigilando la obra. A partir de este punto la narración se centra en esta familia chilena y en la preparación del fin de año. Los fantasmas a los que alude el título, y que suponemos que son antiguos propietarios del edificio que habría allí en otra época, pululan desnudos por el esqueleto del edificio. Nadie ve extraño el hecho de que haya fantasmas, en todo caso son algo fastidiosos. La novela finaliza justo cuando el reloj da las doce de la noche.

Creo que hay textos que hay que leer, que poco o nada puede aportar una crítica, y menos una hecha por un servidor que, dicho sea de paso, no hace críticas, sino que se limita a comentar a vuelapluma algunos libros que lee. Este libro es uno de esos textos que difícilmente puedo desgranar. Se puede hacer una nota de la sinopsis pero con el mero argumento no llega a ningún lector. Obvio. Pero tampoco puedo desarrollar más la idea. César Aira no se parece a nadie. La imaginación desbordante o la forma de dejarse llevar en la narración puede tener ecos de unos y de otros, pero nada como ir a la fuente, esto es, leer a César Aira.

viernes, 5 de julio de 2013

La tristeza de las tiendas de pelucas - Patxi Irurzun

Me encanta la sensación de coger un libro al azar sin apenas saber nada del autor o de su estilo y comenzar a leer. Y ver que te interesa. Que su prosa es desinhibida, fresca, políticamente incorrecta, muy oral. Y que, bajo esa capa de cinismo que pulula por sus páginas, se esconde un agudo observador de esta sociedad cada vez más debilitada y hecha añicos. Porque Patxi Irurzun no deja títere con cabeza y arremete contra los diferentes estratos, desde el alcalde medio cacique hasta la monarquía.

En los cuentos que componen esta colección, podemos hacer una escisión entre los más puramente desenfadados y surrealistas, como son El año de la lengua azul en la ciudad del mundo al revés, donde una enfermedad que afecta a las reses provoca que en los San Fermines de ese año se corra delante de avestruces y, en lugar de corrida vespertina haya un encuentro Madrid-Barça con las camisetas intercambiadas; Reliquias y jorobas, que me ha parecido un cruce entre el Hunter S. Thompson de Miedo y asco en las Vegas y cualquier autor de la generación beat; y, ¿Para que vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias? narrado a modo de Western donde el alcalde y el inmigrante senegalés se baten en duelo por ver quién hará de Baltasar en la cabalgata de reyes. 

Por otro lado, tenemos una serie de textos que, sin perder un ápice de frescura y acidez, critican con fiereza la realidad social que nos ha tocado vivir. Así, tenemos un par de relatos como El vértigo de Spiderman o Trigesimoquinta crisis donde el tema a tratar es el paro. En el primero, un antiguo trabajador del banco tiene que malvivir disfrazado de Superman después de que la compañía le echara. En el segundo, una joven pareja se tambalea ante la falta de trabajo de él. Y, por encima de estos dos cuentos, Peaje, el mejor texto de este libro, donde se nos narra la vergüenza que puede llegar a sentir una persona por el hecho de haber perdido su trabajo y, con ello, sus "privilegios" de clase social media.

Otros cuentos, como El mundo es un autobús, muestra una realismo existencial y pesimista solo llevadero por el amor. Si bien es un tanto tópico y el desenlace es un poco tramposo, funciona como relato. O Fray Spray, sobre la corrupción política, los favores entre unos y otros y la especulación inmobiliaria.

Relatos todos ellos apegados a una inmediatez, la del aquí y el ahora, llenos de humor irreverente y desopilante que esconde mucha más rabia de la que cabe esperar. Así que no se dejen engañar por la aparente diversión y agilidad de los textos, pues esconden lanzas afiladas que se clavan con facilidad en las conciencias.

miércoles, 3 de julio de 2013

29 cadáveres - Pepe Cervera

FICCIÓN Vs REALIDAD

El asesino es el protagonista de este libro. Ocho historias, ocho asesinos. Cada uno de ellos con sus motivaciones y su modus operandi.  Desde una madre que ahoga a sus cinco hijos en la bañera hasta el primer condenado a morir en la silla eléctrica, pasando por un asesino en serie o los dos muchachos que secuestraron, torturaron y mataron a un niño de dos años tras llevárselo de un centro comercial en Liverpool y que conmocionó a la sociedad en los años noventa.

Pepe Cervera toma como punto de partida casos reales para desplegar su habitual contención y narrar los hechos de manera casi cinematográfica, sin entrar en valoraciones ni juzgar a sus protagonistas. Con una prosa aséptica, se introduce en estas truculentas historias para diseminarlas objetivamente y después retirarse. Es el lector el que se queda más tiempo asimilando, digiriendo y buscando las (im)posibles causas que llevan a sus protagonistas a actuar como lo hacen. Un ejemplo claro de esto que estoy comentando sería el de la página 97; en el cuento titulado Un decorado perfecto para el verdadero Norman Bates el narrador va avanzando morosamente hacia la casa del asesino, describiéndonos lo que ve a su alrededor en el itinerario. En un momento determinado  nos dice: “Durante un momento se gira y mira fijamente, como si hubiera advertido nuestra presencia. Pero enseguida vuelve a empuñar con su mano derecha un cuchillo de carnicero.” El narrador no va a entrar en este relato, ni en ninguno de los otros que componen la colección, en cuestiones morales o éticas, simplemente se va a limitar a contar lo sucedido, eso sí, con una prosa tan limpia y tan carente de florituras que te golpea dejándote sin respiración en no pocas ocasiones.

A pesar de que los personajes son asesinos, los relatos no siempre recogen los crímenes pergeñados por estos, sino que en ocasiones vemos su día a día, como la pareja que disfruta de una barbacoa familiar y discute acerca de la posibilidad de tener o no un hijo. Una escena típica, y casi anodina, norteamericana si no fuera porque en el maletero se esconde el cadáver de una joven. El asesinato se narra en un par de líneas y lo que posteriormente le va a suceder al cuerpo solo lo llegamos a intuir puesto que el cuento acaba cuando se enciende la sierra eléctrica. Sin embargo, si hay que narrar el asesinato, se narra. Sin recreaciones, sin falsa corrección política, sin mojigatería. Así ocurre en todo el cuento titulado Los últimos cinco minutos del último día en la vida de Rosalyn Marshall, donde asistimos justamente a eso, a los últimos estertores de una victima que está siendo torturada.

En cuanto a la técnica narrativa, el escritor se vale de diferentes planteamientos y perspectivas para lograr su objetivo. Si en la sobrecogedora Historia de un vampiro el texto parece un informe policial, en el cuento que da título al libro, 29 cadáveres, Pepe Cervera utiliza el flashback  para narrarnos los diferentes asesinatos cometidos en un determinado  periodo de tiempo; o los añadidos, a modo de collage, de extractos del Código de  Procedimiento Penal de Nueva York en el cuento que cierra el libro, ¡Al fin un mundo mejor!

En definitiva, diferentes recursos y una misma temática para demostrar aquello de que la realidad muchas veces supera a la ficción.


Reseña publicada en el número 356-357 de la revista QUIMERA