Llego a Salter tras leer y maravillarme con Años luz. Tengo en casa La última noche, de cuando salió haré tres o cuatro años, aunque solo he leído algunos de los relatos que componen el libro. Ahora acaba de sacar nueva novela tras treinta años desde que publicara la última. Así que era buen momento de retomar la obra del autor estadounidense. Saqué de la biblioteca su libro de memorias novelada Quemar los días, y este Juego y distracción.
En las primeras páginas, un americano describe su llegada a Francia con frases cortas, lacónicas, como flashes de una fotografía. Se va a instalar en casa de unos amigos en un pequeño pueblo francés. Pero esta no es su historia, él solo es el narrador, un ser un tanto solitario y enigmático del que apenas sabemos nada. En realidad los protagonistas de la historia son Phillip Dean y Anne-Marie Castallat. Él, un americano adinerado y ella una joven francesa. El narrador, amigo de él, nos da cuenta de la historia de estos dos amantes por lo que le cuenta su amigo y por lo que el propio narrador intuye, como él mismo se encarga de recordarnos alguna que otra vez.
Salter llega donde solo puede haber dos, a las confidencias, las prácticas sexuales y los secretos de alcoba que se dan en una pareja. Y lo hace de una forma tan sutil y sensual que uno solo puede volver al pasaje para releerlo una y otra vez. Esto, unido a los diálogos fluidos y a los adecuados silencios da como resultado una gran novela llena de erotismo.
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