Por una vez, y sin que sirva de precedentes, hablemos de números. El propio Echenoz nos da permiso puesto que el título contiene un par de dígitos. Así, 98 páginas, 15 capítulos, cinco jovenes, una muchacha, algún que otro personaje secundario, y dos semanas que se convierten en cuatro años. Y 14, por supuesto, fecha del inicio de la Gran Guerra, la I Guerra Mundial. ¿Se puede construir una novela sólida en tan pocas páginas, con tantos personajes y abarcando tanto tiempo? Se puede. Jean Echenoz, al menos, puede. Y lo hace.
Es cierto que jamás me hubiera planteado leer esta novela si no llega a ser recomendada por una amiga, benditas la recomendaciones de gente con criterio literario y estético. O con criterio, simplemente. Así, dado que estos días me encuentro pasando los calores propios del sur en una caseta con tejado de uralita y tantos focos como para asar pollos a gran escala, y a falta de algo mejor que hacer aparte de hablar con algún que otro cliente interesante y quitar el polvo con el plumero a los libros, rescaté esta nouvelle de entre los cientos de lomos que se muestran de manera impúdica a la vista del paseante. Los mismos lomos que se prostituyen en busca de clientes que compran por tradición ("siempre compro en la feria del libro") más que porque realmente vayan a leer. Los mismos lomos que se pluriemplean de caseta en caseta ya que, no nos engañemos, todos y cada uno de los receptáculos que se esparcen a lo largo y ancho de las calles de Granada, en este caso, pero también en Madrid, Barcelona o cualquier ciudad de España, tienen los mismos títulos si la caseta se corresponde con una librería. En fin, a lo que íbamos, a la guerra
Decía que Echenoz consigue con muy pocas páginas contarnos lo atroz que es la guerra. Se ha hablado mucho de la I Guerra Mundial (se ha hablado mucho de todo) y el mayor riesgo era no volver a contar lo mismo y es el propio autor francés el que en un momento dado se dirige a sus lectores para decirles que él no se va a extender en pormenores, que eso ya lo han hecho otros. Y hace bien. La Gran Guerra consistió en muchas caminatas sin destino marcado, mucha hambre, nuevas tecnologías (el avión), nuevas armas (químicas). Y barbarie. Mucha barbarie. Sin distinguir la clase social o la condición que separa a estos cinco amigos ni, por supuesto, al resto de los combatientes de la guerra.
Con una prosa limpia de cualquier efectismo, casi aséptica, y de manera objetiva Echenoz narra la desgarradora experiencia de millones de jóvenes que se alistaron para un conflicto que presumían que iba a durar quince días y que, después de cuatro años, se convirtió en el cimiento donde se sustentaría el reparto del mundo tal y como hoy lo conocemos.
Decía que Echenoz consigue con muy pocas páginas contarnos lo atroz que es la guerra. Se ha hablado mucho de la I Guerra Mundial (se ha hablado mucho de todo) y el mayor riesgo era no volver a contar lo mismo y es el propio autor francés el que en un momento dado se dirige a sus lectores para decirles que él no se va a extender en pormenores, que eso ya lo han hecho otros. Y hace bien. La Gran Guerra consistió en muchas caminatas sin destino marcado, mucha hambre, nuevas tecnologías (el avión), nuevas armas (químicas). Y barbarie. Mucha barbarie. Sin distinguir la clase social o la condición que separa a estos cinco amigos ni, por supuesto, al resto de los combatientes de la guerra.
Con una prosa limpia de cualquier efectismo, casi aséptica, y de manera objetiva Echenoz narra la desgarradora experiencia de millones de jóvenes que se alistaron para un conflicto que presumían que iba a durar quince días y que, después de cuatro años, se convirtió en el cimiento donde se sustentaría el reparto del mundo tal y como hoy lo conocemos.
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