Después de dos años de blog está ha sido la primera vez que he dejado sin actualizarlos tanto tiempo (y sin avisar). Pido perdón a los dos lectores que tengo y prometo que no volverá a pasar (sin avisar). Dicho lo cual, vayamos a cosas importantes.
Esta fábula de Pablo d´Ors fue publicada allá por el año 2003 por la editorial de Jorge Herralde, Anagrama. Era la tercera obra de este autor madrileño, tras su ópera prima, El estreno, libro de relatos que me apetece especialmente leer, y Las ideas puras. En esas primeras obras la crítica se volcó con él y recibió numerosos elogios no siempre acompañados de lectores. Diez años después, la obra de Pablo d´Ors está más que consolidada y, desde la salida al mercado de Sendino se muere, en 2012, goza del reconocimiento del público. Su última obra hasta la fecha, El olvido de sí, tiene un gran número de adeptos.
La novela, con una década ya a sus espaldas, narra las aventuras de un joven inocente y cándido cuya aspiración es fundar una imprenta en su pueblo, igual a aquella a la que acude cada tarde después de clase a observar como el impresor se embadurna las manos de tinta. Pero, cuando el joven Zollinger se dispone a abrir su anhelada imprenta se encuentra con que, el mismo impresor del que tanto ha aprendido viéndole trabajar, le amenaza para que no abra la suya propia. Así las cosas, en lugar de luchar, Zollinger desaparece de su pueblo para desempeñar los más diversos trabajos: guardagujas, donde descubrirá el amor; militar, donde encontrará la amistad; ermitaño, donde se encontrará consigo mismo; funcionario y zapatero, donde aprenderá el valor del trabajo y, finalmente, la vuelta a casa.
Pablo d´Ors construye en esta novela una fabula acerca de la condición humana y sus pulsiones. El libro se entronca con la narrativa centroeuropea de principios del siglo XX. En esos episodios variopintos vemos la figura de Kafka, pero también la de Döblin con ecos del misticismo de Herman Hesse, particularmente en el episodio que se desarrolla en los bosques de St Heiden. También algo de las novelas picarescas en ese continuo avanzar para ir formándose como adulto, si bien es cierto que el protagonista de esta novela es mucho más ingenuo que cualquiera de nuestros pícaros. Si avanzamos más en la historia de la literatura, Zollinger podría codearse con los personajes de Bohumil Hrabal, sobre todo con el Milos Hrma de Trenes rigurosamente vigilados, con el que comparte hasta oficio en una parte de la novela.
Con esta novela me reafirmo, una vez más, con que está todo inventado y que lo importante es el cómo no el qué. Esta historia, temáticamente, es muy Coelho y, sin embargo, mientras que la del brasileño no hay por donde cogerla, esta de Pablo d´Ors es una historia deliciosa ideal para leerla una mañana de verano.
Pablo d´Ors construye en esta novela una fabula acerca de la condición humana y sus pulsiones. El libro se entronca con la narrativa centroeuropea de principios del siglo XX. En esos episodios variopintos vemos la figura de Kafka, pero también la de Döblin con ecos del misticismo de Herman Hesse, particularmente en el episodio que se desarrolla en los bosques de St Heiden. También algo de las novelas picarescas en ese continuo avanzar para ir formándose como adulto, si bien es cierto que el protagonista de esta novela es mucho más ingenuo que cualquiera de nuestros pícaros. Si avanzamos más en la historia de la literatura, Zollinger podría codearse con los personajes de Bohumil Hrabal, sobre todo con el Milos Hrma de Trenes rigurosamente vigilados, con el que comparte hasta oficio en una parte de la novela.
Con esta novela me reafirmo, una vez más, con que está todo inventado y que lo importante es el cómo no el qué. Esta historia, temáticamente, es muy Coelho y, sin embargo, mientras que la del brasileño no hay por donde cogerla, esta de Pablo d´Ors es una historia deliciosa ideal para leerla una mañana de verano.
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