FICCIÓN Vs REALIDAD
El asesino es el protagonista de
este libro. Ocho historias, ocho asesinos. Cada uno de ellos con sus
motivaciones y su modus operandi. Desde una madre que ahoga a sus cinco hijos en
la bañera hasta el primer condenado a morir en la silla eléctrica, pasando por
un asesino en serie o los dos muchachos que secuestraron, torturaron y mataron
a un niño de dos años tras llevárselo de un centro comercial en Liverpool y que
conmocionó a la sociedad en los años noventa.
Pepe Cervera toma como punto de
partida casos reales para desplegar su habitual contención y narrar los hechos
de manera casi cinematográfica, sin entrar en valoraciones ni juzgar a sus
protagonistas. Con una prosa aséptica, se introduce en estas truculentas
historias para diseminarlas objetivamente y después retirarse. Es el lector el
que se queda más tiempo asimilando, digiriendo y buscando las (im)posibles
causas que llevan a sus protagonistas a actuar como lo hacen. Un ejemplo claro
de esto que estoy comentando sería el de la página 97; en el cuento titulado Un decorado perfecto para el verdadero
Norman Bates el narrador va avanzando morosamente hacia la casa del
asesino, describiéndonos lo que ve a su alrededor en el itinerario. En un
momento determinado nos dice: “Durante un
momento se gira y mira fijamente, como si hubiera advertido nuestra presencia.
Pero enseguida vuelve a empuñar con su mano derecha un cuchillo de carnicero.”
El narrador no va a entrar en este relato, ni en ninguno de los otros que
componen la colección, en cuestiones morales o éticas, simplemente se va a
limitar a contar lo sucedido, eso sí, con una prosa tan limpia y tan carente de
florituras que te golpea dejándote sin respiración en no pocas ocasiones.
A pesar de que los personajes son
asesinos, los relatos no siempre recogen los crímenes pergeñados por estos,
sino que en ocasiones vemos su día a día, como la pareja que disfruta de una
barbacoa familiar y discute acerca de la posibilidad de tener o no un hijo. Una
escena típica, y casi anodina, norteamericana si no fuera porque en el maletero
se esconde el cadáver de una joven. El asesinato se narra en un par de líneas y
lo que posteriormente le va a suceder al cuerpo solo lo llegamos a intuir puesto
que el cuento acaba cuando se enciende la sierra eléctrica. Sin embargo, si hay
que narrar el asesinato, se narra. Sin recreaciones, sin falsa corrección
política, sin mojigatería. Así ocurre en todo el cuento titulado Los últimos cinco minutos del último día en
la vida de Rosalyn Marshall, donde asistimos justamente a eso, a los últimos estertores de una victima que está
siendo torturada.
En cuanto a la técnica narrativa,
el escritor se vale de diferentes planteamientos y perspectivas para lograr su
objetivo. Si en la sobrecogedora Historia
de un vampiro el texto parece un informe policial, en el cuento que da
título al libro, 29 cadáveres, Pepe
Cervera utiliza el flashback para
narrarnos los diferentes asesinatos cometidos en un determinado periodo de tiempo; o los añadidos, a modo de
collage, de extractos del Código de
Procedimiento Penal de Nueva York en el cuento que cierra el libro, ¡Al fin un mundo mejor!
En definitiva, diferentes
recursos y una misma temática para demostrar aquello de que la realidad muchas
veces supera a la ficción.
Reseña publicada en el número 356-357 de la revista QUIMERA
Una lectura de lo más veraniega, sobre todo por ver cómo ha utilizado ese narrador testigo.
ResponderEliminarUn saludo.
Una gran lectura, en cualquier época José Antonio. Pepe Cervera es un autor muy interesante.
ResponderEliminarSaludos.
Me vendría genial como inspiración para un cuento de temática criminal que debería tener listo para primeros de agosto.
ResponderEliminarSaludos.