Segunda de las novelas reunidas bajo el título genérico de Imitación de Guatemala. Está dividida en dos partes muy diferenciadas en cuanto a extensión entre sí. En la primera, de apenas diez páginas, Juan Luis acaba de estar en casa de la Coneja. Éste, asustado, le comenta lo sucedido a Carlomagno. Ambos creen que Juan Luis busca vengarse por lo que deciden huir. La segunda parte, de unas setenta páginas, comienza con el secuestro de Juan Luis por parte de los dos personajes anteriores, más el Tapir, el Horrible y el Sefardí. Juan Luis conoce a varios de ellos ya que eran antiguos compañeros de colegio. En realidad no se trata de secuestradores profesionales, si no más bien de cinco muertos de hambre que quieren sacar tajada de Juan Luis, cuyo padre posee una inmensa fortuna. Sin embargo, este no parece dispuesto a pagar rescate alguno. Comienza así la etapa de castigos hacia su hijo, que llega a perder la pierna en una brutal amputación ejercida por los cinco secuestradores. El padre finalmente claudica y queda con los secuestradores para realizar el intercambio. Sin embargo, las cosas cambian en el último minuto.
Pasa el tiempo y Juan Luis vive junto con su mujer en Tánger. Un día se encuentra por casualidad en un restaurante y descubre que el dueño es uno de sus secuestradores. Necesita averiguar el por qué de su secuestro, o al menos, saldar las cuentas, así que regresan a Guatemala y se produce el encuentro entre la Coneja y Juan Luis que se intuía en las primeras páginas de la novela. En esta última parte es magistral la tensión narrativa que logra crear Rey Rosa porque nos sentimos en todo momento en la piel de la Coneja, que no sabe si Juan Luis le va a matar en su propia casa. Al fin y al cabo, ¿para qué iba a ir si no? Nosotros, lectores, sabemos que no lo va a matar porque al comienzo del relato Juan Luis ya se ha ido de su casa, pero la Coneja en ese instante no lo sabe y logra que hasta lo dudemos nosotros.
Al igual que ocurría con Que me maten si... Rodrigo Rey Rosa no necesita más que un centenar de páginas para plasmar toda la violencia y ciudad sin ley que parece ser la Guatemala que dibuja. Sin embargo, en esta ocasión me quedo con el terror psicológico que logra impregnar en la Coneja Juan Luis y que te deja meditando al cerrar el libro, porque no sabemos si la venganza se va a consumar o precisamente ya se ha consumado y Juan Luis ha sido más listo y, en lugar de asesinar a la Coneja, le deje que piense que lo va a hacer. De ahí la posible doble lectura del título.
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