¿Qué pasaría si Anonymous consiguiera, a través de la red, organizar una guerrilla para combatir contra los grandes magnates mundiales? ¿Si no solo se cometieran ataques en el ciberespacio, si no que se crearan unas especies de células que actuaran contra el capitalismo más salvaje? ¿Si el movimiento 15M dejara su vertiente dialogante y comunicativa y pasara a la acción más directa y violenta? ¿Y si el cabecilla de todo esto fuese Deep Blue, aquella máquina creada para jugar al ajedrez y que fue capaz de derrotar al campeón del mundo vigente en aquel momento, Gary Kaspárov? ¿Y si Deep Blue no quisiera ser una máquina?
Pues de todo esto va la última novela del gallego Alberto Lema. Diversos personajes aparecen y desaparecen como los ojos del Guadiana. Lois es un treintañero que chatea con Mirta y un día se conocen sin que él sepa que en realidad es la mujer con la que pasa las horas delante de la pantalla del ordenador; Estevo es un licenciado en biología que no tiene ambiciones y que es un experto en cambiar de trabajo cada poco tiempo; Pereira es un policia gallego que investiga a dos mormones americanos; estos, a su vez, están en Santiago de Compostela para investigar a posibles aliados de la máquina. Y entre medias de los personajes, diferentes acciones aparentemente inconexas con la historia, pero que al final forman un todo más o menos homogéneo. Y digo más o menos, porque algunos de los personajes que han aparecido a lo largo del libro dejan de aparecer sin saber muy bien su paradero, aunque sí intuyéndolo. Porque la novela no acaba, si no que al final, empieza.
Entiendo que De la máquina no es una novela que le pueda gustar a todo el mundo, ni falta que le hace. El lector tiene que dejarse llevar y no desesperarse por no saber bien qué está ocurriendo. Estamos, de alguna manera, ante un género policial, así que el suspense tiene que estar presente.
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