En La vida cotidiana reúne el escritor zaragozano Daniel Gascón catorce relatos que pueden funcionar como pequeños fragmentos de un todo que dan sentido al libro, pero también como piezas independientes que funcionan solas.
Todos los relatos están contados en primera persona y el protagonista es Daniel Gascón, alter ego del propio autor. Al igual que el escritor, el protagonista es filólogo, traductor, guionista, dependiendo de cada relato. Vive siempre en Zaragoza, o diversos países ingleses o franceses donde ha ido a seguir estudiando. Esto nos muestra una cercanía con las historias que nos cuenta. Pero la misma cercanía nos llega a producir apatía. Es cierto que Gascón logra hacer literatura con los hechos más nímios y menos "literaturizables", pero no es menos cierto que no siempre llegan a tener interés para el lector común. Son casi meras anécdotas que te contaría un amigo con el que hubieras quedado para tomar unas cervezas. Sus relaciones con las chicas, su promiscuidad, sus problemas con el trabajo, etc. A tu amigo lo escuchas, le das unos consejos y pasáis a hablar de otras cosas. Aquí, los catorce relatos son demasiados parecidos entre sí como para lograr volver a reengancharte bajo el nuevo epígrafe. Son casi entradas en un diario personal, ideas para futruros cuentos. Además, los finales resultan en ocasiones abruptos.
Sin embargo, y a pesar de los fallos señalados, Daniel Gascón me parece un buen narrador, con una escritura fresca y ágil. Puede simplemente que este no fuera el libro con el que me tenía que iniciar a leer su obra por ser demasiado personal. No puedo opinar más allá de este conjunto de relatos porque no he leído nada más suyo. Veremos.
Totalmente de acuerdo con lo que comentas en tu reseña, Carlos. Lo leí el verano pasado y al final de alguno de los relatos me surgió esa inquietante pregunta de "bueno, ¿y ahora qué?". Reconozco que otros finales están mejor trabajados y al igual que tú, es mi primera aproximación a la prosa de Gascón, así que habrá que profundizar más.
ResponderEliminarVaya, por fin un escritor que he leído, y la sensación ha sido parecida a la que describes. Sus cuentos me parecieron calcamonías de la realidad, de su realidad; vamos, que ser amigo del tipo este puede ser peligroso. Me lo imagino como Ruiz Mateos: que te hago un cuento, leche. Eso sí, muy bien escritos.
ResponderEliminarUn saludo.