Hay libros que hay que celebrar cuando se editan. Por ser diferentes, por mantenerse al margen de mercados y modas, por tener una alta calidad literaria, por aportar algo más que unas cientos de páginas escritas. El idioma materno, de Fabio Morábito es uno de estos libros.
Son ochenta y cuatro textos cuya extensión no supera la página a doble cara los que componen este libro inclasificable del escritor de nacionalidad egipcia pero de pasado italiano y cuya lengua de comunicación es el español. De ahí el título, de ahí los diferentes textos dedicados a la traducción, al lenguaje, al modo de expresarnos. Ochenta y cuatro textos que nacieron en el diario argentino Clarín, cuando le propusieron escribir una columna de temática libre de no más de dos mil caracteres. Desde un primer momento, Morábito tenía claro de lo que quería hablar: del libro y de todo lo que conlleva, desde la escritura a la vocación literaria, pasando por la palabra escrita frente a la oralidad, sobre la poesía y la relación que uno tiene con los textos.
Morábito articula estos pequeños ensayos en hechos concretos de su vida; así, descubrió que quería ser escritor cuando se enamoró de un niño a los siete años y lo traicionó, porque un escritor es el que traiciona de algún modo a los que le rodean, porque se aleja un poco de eso que se llama vida para poder reflexionar sobre ella. Que se levanta temprano, muy temprano, a las cinco y media de la mañana, para velar y a la vez robar los sueños ajenos. También habla sobre libros leídos, sobre sus influencias o libros que leerá, como Anna Karenina que se leyó en tres semanas en constante visitas a su dentista pero que, en realidad, solo era un ensayo para poder leerlo en el futuro.
Al primar la brevedad, Fabio Morábito tiene que ser muy conciso, pero sin dejar de ser preciso, recurre a la analogía, a metáforas, a silencios significativos, dotando a estos textos de algo muy parecido a la prosa poética. Un libro para tener en la mesilla de noche, para cogerlo en cualquier momento del día y leer uno de los capítulos. Para releerlos una y mil veces, para disfrutar de la Literatura de verdad.
Son ochenta y cuatro textos cuya extensión no supera la página a doble cara los que componen este libro inclasificable del escritor de nacionalidad egipcia pero de pasado italiano y cuya lengua de comunicación es el español. De ahí el título, de ahí los diferentes textos dedicados a la traducción, al lenguaje, al modo de expresarnos. Ochenta y cuatro textos que nacieron en el diario argentino Clarín, cuando le propusieron escribir una columna de temática libre de no más de dos mil caracteres. Desde un primer momento, Morábito tenía claro de lo que quería hablar: del libro y de todo lo que conlleva, desde la escritura a la vocación literaria, pasando por la palabra escrita frente a la oralidad, sobre la poesía y la relación que uno tiene con los textos.
Morábito articula estos pequeños ensayos en hechos concretos de su vida; así, descubrió que quería ser escritor cuando se enamoró de un niño a los siete años y lo traicionó, porque un escritor es el que traiciona de algún modo a los que le rodean, porque se aleja un poco de eso que se llama vida para poder reflexionar sobre ella. Que se levanta temprano, muy temprano, a las cinco y media de la mañana, para velar y a la vez robar los sueños ajenos. También habla sobre libros leídos, sobre sus influencias o libros que leerá, como Anna Karenina que se leyó en tres semanas en constante visitas a su dentista pero que, en realidad, solo era un ensayo para poder leerlo en el futuro.
Al primar la brevedad, Fabio Morábito tiene que ser muy conciso, pero sin dejar de ser preciso, recurre a la analogía, a metáforas, a silencios significativos, dotando a estos textos de algo muy parecido a la prosa poética. Un libro para tener en la mesilla de noche, para cogerlo en cualquier momento del día y leer uno de los capítulos. Para releerlos una y mil veces, para disfrutar de la Literatura de verdad.
Una pinta buenísima. Tu crítica da muchas ganas de leerlo. Me encantan los libros que piden a gritos ser releídos según los lees.
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