Allan Sillitoe perteneció a la generación de los Jóvenes airados: un grupo de escritores británicos de los años 50 que denunciaba la precariedad de las clases bajas y el despotismo y la indiferencia de la clase media y alta.
El protagonista de esta novela es Arthur Seaton, un veinteañero que vive con su familia y trabaja en un puesto monótono en una fábrica de bicicletas. Vive única y exclusivamente para la llegada del fin de semana, donde se gasta gran parte de su sueldo en pintas, se acuesta con una mujer casada y se pelea con todo aquel que esté dispuesto. Arthur está descontento con todo lo que le rodea, no tiene aspiraciones y los fines de semana se siente libre. Podríamos estar hablando de algún chico del 2011, pero la acción transcurre en la Inglaterra de los años cincuenta, en uno de esos humildes barrios obreros que todos tenemos en nuestro imaginario colectivo.
La obra está dividida en dos partes. La primera lleva por título Sábado por la noche, y en ella se nos da a conocer al protagonista, su entorno, su familia, su trabajo en la fábrica, y sus noches en los pubs. Ocupa tres cuartas partes del libro, y es la etapa de la borrachera, de la diversión y de la despreocupación.
A raíz de un hecho que no desvelaré para no estropear nada al lector, entramos en la segunda parte de la novela, Domingo por la mañana. Después de toda borrachera, llega el domingo de resaca, en el que pagas los excesos del día anterior, juras que no vas a volver a beber, y te llenas de buenos propósitos. Más o menos es lo que le ocurre al protagonista en esta última parte: parece que va a sentar la cabeza.
Este autor tiene un libro de cuentos muy conocido (y que aún no he leído) La soledad del corredor de fondo.
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