Hace un par de años leía una novela de Daniel Sánchez Pardo, El cuarteto de Whitechapel, donde se criticaba el arte contemporáneo; el otro día, leía esta noticia: AQUÍ; hace unos días terminé de leer Intento de escapada que también plantea, entre otras cosas, no ya qué es el arte contemporáneo y que es válido y qué no, sino, más bien, hasta qué límites, incluso legales, puede llegar un artista para componer su obra.
Novela leída de un tirón, hacía tiempo que no me pasaba, solo descansaba para comer e ir al baño. La trama es la que sigue:
Un joven, Marcos, apunto de licenciarse en Bellas Artes en una universidad de provincias acaba un poco por casualidad siendo el ayudante de Jacobo Montes, el artista más valorado y comprometido de los últimos años. Marcos comienza su periplo de aprendizaje de la mano de este extraño artista.
Y es que la novela no deja de ser, en cierta medida, un Bildungsroman, solo que el joven Marcos no solo pasará de la etapa de la primera juventud a la madurez, por medio de encuentros y desencuentros con su profesora, de la que está veladamente enamorado, sino que la figura de Jacobo le hará tambalear toda su estructura vital. Acostumbrado a pasar los exámenes sacando buenas notas sin esforzarse demasiado, de la mano de Montes descubrirá la parte de argucia, postureo y cinismo que tiene realmente el arte contemporáneo o, al menos, cierto arte contemporáneo, lejos de manuales y teorías académicas.
La novela no es redonda, ni mucho menos, pero tienes la necesidad de seguir continuando más y más hasta que llegas al final y, en ningún momento dejas de plantearte diferentes cuestiones que es, al fin y al cabo, lo que se le pide al arte.
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