Me encanta la sensación de coger un libro al azar sin apenas saber nada del autor o de su estilo y comenzar a leer. Y ver que te interesa. Que su prosa es desinhibida, fresca, políticamente incorrecta, muy oral. Y que, bajo esa capa de cinismo que pulula por sus páginas, se esconde un agudo observador de esta sociedad cada vez más debilitada y hecha añicos. Porque Patxi Irurzun no deja títere con cabeza y arremete contra los diferentes estratos, desde el alcalde medio cacique hasta la monarquía.
En los cuentos que componen esta colección, podemos hacer una escisión entre los más puramente desenfadados y surrealistas, como son El año de la lengua azul en la ciudad del mundo al revés, donde una enfermedad que afecta a las reses provoca que en los San Fermines de ese año se corra delante de avestruces y, en lugar de corrida vespertina haya un encuentro Madrid-Barça con las camisetas intercambiadas; Reliquias y jorobas, que me ha parecido un cruce entre el Hunter S. Thompson de Miedo y asco en las Vegas y cualquier autor de la generación beat; y, ¿Para que vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias? narrado a modo de Western donde el alcalde y el inmigrante senegalés se baten en duelo por ver quién hará de Baltasar en la cabalgata de reyes.
Por otro lado, tenemos una serie de textos que, sin perder un ápice de frescura y acidez, critican con fiereza la realidad social que nos ha tocado vivir. Así, tenemos un par de relatos como El vértigo de Spiderman o Trigesimoquinta crisis donde el tema a tratar es el paro. En el primero, un antiguo trabajador del banco tiene que malvivir disfrazado de Superman después de que la compañía le echara. En el segundo, una joven pareja se tambalea ante la falta de trabajo de él. Y, por encima de estos dos cuentos, Peaje, el mejor texto de este libro, donde se nos narra la vergüenza que puede llegar a sentir una persona por el hecho de haber perdido su trabajo y, con ello, sus "privilegios" de clase social media.
Otros cuentos, como El mundo es un autobús, muestra una realismo existencial y pesimista solo llevadero por el amor. Si bien es un tanto tópico y el desenlace es un poco tramposo, funciona como relato. O Fray Spray, sobre la corrupción política, los favores entre unos y otros y la especulación inmobiliaria.
Relatos todos ellos apegados a una inmediatez, la del aquí y el ahora, llenos de humor irreverente y desopilante que esconde mucha más rabia de la que cabe esperar. Así que no se dejen engañar por la aparente diversión y agilidad de los textos, pues esconden lanzas afiladas que se clavan con facilidad en las conciencias.
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