Se aprecia en estos nueve cuentos la capacidad de fabular de Molero, a veces en su propio perjuicio, como en el último cuento nombrado más arriba, donde la historia se va diluyendo y va atravesando meandros, si bien es cierto que su larga extensión le permite este tipo de narración.
Tienen además, estos cuentos, mucho de homenaje al cine, desde el propio macguffin, hasta clásicos como El padrino o Uno de los nuestros en el relato que da título al volumen; El gabinete del Doctor Caligari en La tesis y el Dr. Melgari, no solo en el guiño del título, sino que toda la historia es una revisión de la cinta de Robert Wiene. También el Museo de espejos tiene algo de expresionismo alemán: "Una atmósfera de misterio lo envolvía todo. Tres tristes focos que proyectaban sendos arcos de luz sobre la pared iluminaban apenas el vestíbulo. A la derecha, detrás de un mostrador de más de dos metros de altura, un hombre sentado a una silla de vértigo, con un ridículo sombrerito y ridículos quevedos, le pidió que se acercara". Luego el propio protagonista señala: "acababa de entrar en un universo extraño y denso, a lo David Lynch". Y, en efecto, ese juego de espejos y ese mundo onírico hace pensar en el autor de Terciopelo azul.
Gusto por narrar y pasión por el cine caracterizan, pues, este conjunto de relatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario