Dos publicistas no muy buenos, intento de escritores (han ganado algún concurso literario), y amantes de las novelas negras, deciden montar una agencia de detectives. Qué mejor que paliar la monotonía diaria con un poco de literatura. Porque al montar su agencia, Equis e Igriega, los protagonistas, van a ver colmadas sus ansías de aventura, de espionaje, de encuentros con seres desagradables o misteriosos.
Ópera prima del escritor argentino Carlos Ardohain, es una obra muy inteligente, que juega con la literatura de género pero con dos personajes que poco o nada tienen de detectives. Con fina ironía, Ardohain va construyendo la novela a base de pequeños capítulos que va focalizando en los diferentes personajes que pueblan sus páginas: Equis e Igriega, pero también la tarotista Tamara, el músico Fausto que vivió un pasado más glorioso, o la asistenta de este, Margarita. Además, se está escribiendo la novela de lo que está pasando. Cuando la realidad tome tintes de novela negra, la Literatura tendrá que tomar tintes de realidad.
Un punto a destacar son los diálogos donde, bajo su aparente simpleza esconden un lenguaje ágil y cargado de profundidad, que matiza a los personajes.
Es un libro para celebrar, que poco tiene que ver con las novelas postmodernas que andan de boca en boca para bien o para mal (eso es lo de menos, lo importante es que hablen de ellas). Y sin embargo, en esta novela también se habla de la novela dentro de la novela, se teoriza sobre la construcción de la misma, tiene algo de pastiche. ¿La diferencia? Supongo que la calidad y la invisibilidad del autor, tanto fuera como dentro de la novela.
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