Segunda entrega de los diarios de este autor semidesconocido más allá del País Vasco. Si bien es cierto que gracias al Premio Euskadi de Ensayo y al Tigre Juan se ha dado a conocer a un grupo más elevado de lectores, no es menos cierto que pocas librerías se han hecho eco de la noticia llevando algún tipo de iniciativa para hacer más visible el libro. Por contra, he llegado a ver un escaparate entero dedicado al Tigre Juan del 2011, esto es, a Óscar Esquivias y sus Pampanitos verdes, y el primer volumen de los diarios de Uriarte. Así que, tampoco nos podemos poner pesimistas. Pero sí que es una pena que este libro no llegue a más lectores.
Porque esta segunda parte sigue la misma tónica que la primera, esto es, nos encontramos frente a un autor que reflexiona con mucha ironía, pero también con mucho sentido común, sobre política, trabajo, familia o amistad. Que relee constantemente a Montaigne y a los clásicos y que adora a su gato Borges, al que considera bastante más humano que muchas personas.
Es curioso pero al leer a este autor tengo la sensación de estar leyendo a un clásico; si no fuera por las referencias a acontecimientos actuales, parecería que Uriarte es un personaje de finales del XIX y principios del XX. Además es de esos libros agradecidos que abres por la mañana, lees un par de párrafos al azar, y ya tienes para darle vueltas a la idea en tu cabeza durante el resto del día.
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