Dice Carlos Pardo en la introducción: "Lulu es una experiencia límite". Y tiene toda la razón. Vaya eso por delante. Pero, además, no es una lectura fácil. Ni mucho menos cómoda. Y puede que precisamente por eso la novela tenga tanta fuerza.
Desde el principio avanzamos a tientas, dejándonos arrastrar por las imágenes que va describiendo Cartarescu. Imágenes oníricas, poéticas, con tintes expresionistas. Por sus páginas aparecen una araña gigante, retretes infectos o fluidos viscosos. No sabemos muy bien dónde nos lleva el narrador en su descenso a los infiernos particular. Pero tampoco nos importa. Seguimos leyendo, nos vamos dejando atrapar por la tela de araña y finalmente nos encontramos, todo cobra sentido.
Victor, narrador y narratario de esta novela, tiene treinta y cuatro años. Es un escritor de cierto prestigio y se encuentra encerrado en una casa por voluntad propia, escribiendo sin parar, intentando averiguar por qué, con diecisiete años, en un campamento juvenil, se sintió tan perturbado con la aparición de Lulu, un compañero travestido. Lleva la mitad de su vida preguntándose la razón y ha decidido escribir sobre ello.
La editorial Impedimenta anuncia en la biografía del autor que van a publicar los dos libros de relatos escritos por este autor rumano: Nostalgia donde se recoge el cuento El ruletista, ya publicado por la editorial, y La bella extranjera. Además, señala Pardo en la introducción que también está pendiente la traducción de la trilogía Orbitor, según parece una obra bastante complicada (recordemos que la traducción de la primera parte ya está publicada por Funambulista). Esperaremos impacientemente.
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