domingo, 23 de octubre de 2011

La saga de Eirík el Rojo - Anónimo

La saga de Eirík el Rojo es un epopeya en prosa sobre una de las sagas islandesas más importantes. En ella nos encontramos con valientes vikingos, viajes y aventuras, tan propios de este tipo de narraciones. Siempre que leo este tipo de obras interiormente la voz del narrador sale graveTambién fluctuamos, al igual que ocurre en la Biblia, por ejemplo, entre los descendientes de los diferentes personajes del libro. Así, el comienzo es el siguiente:

"Óláf se llamaba un señor de guerra que era apodado Óláf el blanco. Era hijo del rey Ingjald Helgason, y este hijo de Óláf, y este hijo de Gudröd, y este de Háfdan hueso blanco, rey de Uppland"

Con este comienzo uno piensa que no va a entender nada de lo que le digan durante el resto de las páginas; sin embargo esta enumeración de parientes solo se da en determinados capítulos y suelen ir al principio de los mismos. Tampoco pasa nada porque no entendamos todo al pie de la letra. El propio traductor, Enrique Bernández, así nos lo da a entender en una nota al final del libro:

"La historia (...) debe leerse por sí misma y no hace ninguna falta intentar que todo encaje en un sistema estable, definitivo".

Lo mejor es dejarse llevar. Adentrarse en las naves de estos aventureros y llegar hasta Groenlandia. Posteriormente, hasta Vinlandia; esto demuestra que antes que Colón, los vikingos descubrieron América.

Esta vez las ilustraciones corren a cargo de Fernando Vicente. Son sobrias, de carácter impresionista. Muy en la línea del relato. Sin embargo creo que hay un error, que en cualquier caso en nada empaña la labor tanto de editor como de ilustrador: ¿Por qué el dibujo de la página 36 y el de la 57 es el mismo?

2 comentarios:

  1. Con los cuentos de Neuman me has convencido como nadie, con este no, no es mi estilo lector. Saludos.

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  2. Bueno, con Neuman es fácil. Sobre este, yo tenía mucha curiosidad y me apasiona el libro como objeto, como la colección de Nórdica Ilustrados.
    Un saludo.
    Carlos.

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