Probablemente si esta novela se hubiera publicado en Alfaguara, Random o Planeta, y este autor se llamara X, conocido mundialmente, estaríamos ante un best-seller en cuanto a ventas, no en cuanto a calidad, ya que esta novela sí tiene lo que aquellas adolecen.
Y es que esta novela con tintes de género negro, no por casualidad uno de los personajes secundarios es un apasionado de Conan Doyle y la obra se desarrolla en torno a la figura de Jack el Destripador, contiene todos los ingredientes para enganchar a esos lectores reacios a la lectura o, digámoslo de otro modo, consumidores de libros de usar y tirar. Esto es: una trama que poco a poco va apoderándose de ti para no soltarte hasta la última página, suicidios en cadena, asesinatos, algún sospechoso...
Por otro lado, Sánchez Pardos no cae en la trampa de hacer un producto de consumo perecedero y, además de los elementos antes señalados, añade una feroz crítica no exenta de cinismo al arte contemporáneo donde "todo vale" con tal de formar parte de la Historia; donde la sociedad está ávida de noticias escabrosas, donde necesita ver en los telediarios imágenes impactantes que sacien su sed. Todo ello con el fantasma de Borges pululando por su casa que, si bien es una licencia poética que se toma el autor, para nada molesta.
Los personajes, por su parte, están muy bien perfilados, incluso los secundarios. Pero Ikatz, el protagonista y narrador, me parece de una redondez absoluta. La forma que tiene de hacer frente a los sucesos que acontecen delante de sus narices, casi dejándose llevar, como si estuviera fuera de todo lo que está pasando; la manera en que come pedazos de papel, etc.
Lamentablemente, y una vez más, creo que estamos ante esa novela que pasará casi desapercibida por no dar el valor que se merece a la literatura.
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