Pablo es la excusa de la que se vale el narrador para contar su propia vida y la de sus amigos, todos ellos artistas, que viven en una ciudad de provincias del sur, en Córdoba. Es esta una novela de formación, donde los personajes no pueden vivir de su arte y tienen que malvivir en trabajos tipo camarero o pinchadiscos; donde están bordeando constantemente la marginalidad: no tienen dinero, pero son una especie de bon vivant; van un poco de sobrados y se sienten superiores a la mayoría de poetas provincianos con los que se encuentran en los bares.
Vida de Pablo es la biografía de Carlos Pardo, el escritor y narrador de este libro que, como ha señalado en más de una entrevista: "he hecho una autobiografía en la que casi todos los personajes fueran reales y todos los hechos ficticios".
Estructurada en dos partes, la primera, La colonización, es la más dispersa, se va de una situación a otra, hay digresiones, se dan multitud de conversaciones banales.
En la segunda parte, Lanzarote, han pasado unos años, Carlos está casado con María Jesús, y están de vacaciones en la isla, donde conviven algunos días con amigos. Esta segunda parte se centra sobre todo en la relación de pareja (en la primera parte ya se nos había planteado esta temática).
Me cuesta mucho opinar sobre esta novela; por un lado, como ya he comentado, la novela gira en torno a la nada, va y viene, bares, drogas, amistad, apatía, reflexiones filosóficas, etc. Por otro lado, todo tiene sentido, la nada es solo aparente, detrás hay más, no solo un discurso vacío. Algunas críticas tachan la obra de postmoderna; el propio autor lo desmiente y mantiene que en realidad su modelo sería las novelas del XVIII, no obstante el narrador nombraa lo largo de la novela, y a mi juicio con bastante acierto, Jacques el fatalista y Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy. En esta última, al igual que el Pablo de la novela que nos ocupa, Tristram Shandy es solo un Macguffin para hablar de otras cosas. Lo que ocurre es que no estamos en el siglo XVIII por lo que parece inevitable que se hable de temas más acordes con la actualidad: vacío, peterpanes desorientados y abúlicos, la falsa palabra "amistad". En ese sentido, sí se justifica la novela.
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